Españoles en Mauthausen o represaliados por el
franquismo
Carlos Hernández: "Jamás
escucharemos a políticos del partido de Merkel o de Macron, frases como las que
pronuncian aquí políticos del PP"
ElPlural
Durante estos días el
PP ha vuelto a generar la
polémica con la visión interesada de la historia reciente de nuestro país. Esta
vez, la controversia se produjo por la abstención del PP en el Ayuntamiento de Gijón para rendir un homenaje a las
víctimas de Mauthausen. A juicio
del concejal popular en este consistorio asturiano, Manuel del
Castillo, de “nada sirve levantar historias que ya pasaron y que no interesan
nada a nuestra generación y menos a las de nuestros hijos”. Sorprende que una
vez más desde el Partido Popular miren hacia otro lado cuando se trata de
hablar de represaliados del franquismo, del nazismo o como en este caso, de
ambos, tal y como nos ha explicado el periodista y autor de Los últimos
españoles de Mauthausen,
Carlos Hernández.
Pregunta
(P): Carlos, ¿qué fue Mauthausen?
Respuesta
(R): Mauthausen fue uno de los mayores horrores
de la historia de la humanidad, junto con el resto de los campos de
concentración nazis. Eran lugares donde se buscaban exterminar a seres humanos,
aunque en este caso no directamente mediante cámaras gas, aunque también las
hubo en Mauthausen, si no
mediante la explotación laboral. Las personas que fueron a parar allí, además
de ser humillados, maltratados y desposeídos de su propio nombre, ya que
pasaban a ser identificados por su número de prisionero; se les ponía
inmediatamente a trabajar en una cantera de granito que estaba al lado del
campo de concentración. De hecho, por eso se crea este campo allí.
Los alemanes tenían
muy claro que los querían exterminar mediante el trabajo, de hecho, en sus
propios documentos de contabilidad aparecen reflejadas las estimaciones de
cálculo de vida de no más de seis meses. Esto es, ellos mismos sabían que con
la poca alimentación que les proporcionaban junto a los malos tratos y los
trabajos esclavos, no iban a sobrevivir más de medio año. Eran tan fríos y su
trato era tan vejatorio, que en sus propios documentos aparece computada la
esperanza de vida de estas personas.
P: Para contextualizar, ¿quiénes fueron los españoles que estuvieron en Mauthausen y por qué con ellos no se respetó la convención de
Ginebra? Además, también nos gustaría que nos explicases la relevancia que tuvo
el llamado ‘Convoy 927’
R: Básicamente hay tres caminos que
llevan a los españoles a Mauthausen
y a otros campos de concentración. El primero de los grupos fue el de los
españoles que estaban en el exilio francés, es decir, aquellos que o bien
habían combatido contra franco o los que pertenecían a familias republicanas
que escaparon de España por las posibles represalias cuando se produjo la
ocupación de Cataluña en febrero
de 1939. Se instalaban en campos de concentración que habían construido las
autoridades democráticas francesas, ya que estamos hablando de antes del inicio
de la II Guerra Mundial. Estos
exiliados, en torno a medio millón, que cruzaron la frontera eran encerrados en
estos emplazamientos, donde no había asesinatos ni cámaras de gas, pero que
recuerdan muchísimo a los campos de refugiados actuales. Tenemos documentados
más de 14.000 españoles que se
murieron de hambre o de frío en estos campos de concentración franceses. De
aquí salieron todos los españoles que fueron a parar a los campos de exterminio
nazis. La primera vía, está compuesta por españoles en edad de combatir que se
enrolaron en las filas del ejército francés durante la II Guerra Mundial, en las conocidas
como ‘compañías de trabajadores españoles’. Eran unas unidades de segunda que
se dedicaban a los trabajos duros, pero no a combatir.
Cuando se produjo la
invasión alemana sobre Francia, entre los meses de mayo y junio de 1940, estos
soldados fueron capturados por los nazis, junto con los de otras
nacionalidades, y traslados a campos para prisioneros de guerra. En estos
lugares, se respetó la Convención de Ginebra y estaban relativamente bien
tratados. Eran encerrados, hubo abusos, pero no les obligaban a realizar
trabajos esclavos y estaban bien alimentados, además de vigilados por la Cruz
Roja. Es decir, se cumplía la legislación internacional de prisioneros de
guerra. Pero en septiembre de 1940 se produjo un encuentro de especial
relevancia para el futuro de los prisioneros españoles, que fue el de Ramón
Serrano Suñer, cuñado de Franco
y ministro de la gobernación, además de hombre fuerte del Régimen y filonazi, con las máximas autoridades
del nazismo. El mismo día de su marcha de Berlín, el 24 de septiembre de 1940,
sale una orden desde la oficina de seguridad del Reich a todas las oficinas de la Gestapo en Europa, para que los
españoles que estaban en los campos para prisioneros de guerra fueran
trasladados a Mauthausen.
Obviamente es en esta reunión de Serrano Suñer con Hitler donde se decidió que los
españoles tenían que ser exterminados. En cualquier caso, Franco nunca fue un
observador pasivo de estos hechos, si no que fue el que dio la orden para que
el régimen nazi terminase con la vida de los soldados españoles.
La segunda vía para
llegar a Mauthausen, es la del
conocido como ‘Convoy 927’. En él viajaron en condiciones infrahumanas, durante
tres días, los exiliados de la Guerra Civil en Angouleme. Estaba compuesto de civiles
que no habían participado en la guerra. Al llegar a Mauthausen, se había producido un
extraño error de organización, ya que nunca habían llegado mujeres y niños. De
este modo, solo se bajaron de aquel tren los varones mayores de 14 años. El
resto, mujeres y niños, fueron entregados a las autoridades franquistas en
España. Evidentemente, todo el movimiento del convoy fue consensuado con el
régimen franquista.
El tercer camino de
llegada a Mauthausen es el que
forman los miembros de la resistencia, aquellos que no fueron capturados
durante la invasión francesa de 1940, pero que inmediatamente empiezan a formar
grupos de guerrilleros. De estos, aproximadamente un grupo de 2000, que no
habían sido ni capturados ni asesinados, terminan siendo deportados a varios
campos de concentración, entre ellos Mauthausen.
En total, la cifra de españoles que pasaron por los campos nazis es de 9300, de los que 5500 murieron. La mayoría de las defunciones fueron una mezcla de la hambruna, el trabajo esclavo y la falta de atención sanitaria. Aunque también hubo muchos que fallecieron en cámaras de gas o de otras formas atroces.
En total, la cifra de españoles que pasaron por los campos nazis es de 9300, de los que 5500 murieron. La mayoría de las defunciones fueron una mezcla de la hambruna, el trabajo esclavo y la falta de atención sanitaria. Aunque también hubo muchos que fallecieron en cámaras de gas o de otras formas atroces.
P: Ya para
terminar, ¿podemos afirmar que los españoles que estuvieron en Mauthausen también fueron represaliados del régimen de Franco?
R: Sin duda. Fueron víctimas del
franquismo, aunque no figuren en los libros de historia como tal. A partir de
la caída de Hitler, el régimen
franquista comenzó un proceso de lavado de imagen por su propia supervivencia,
ya que no quería que se identificara a su gobierno con los crímenes del
fascismo alemán. Pero, aunque en aquel momento pudo maquillarlo, ahora es
injustificable que Franco enviase a 50000 españoles como voluntarios para
luchar bajo la bandera de la Esvástica para destruir Europa, si no eras su
aliado. Por suerte, pese a toda la destrucción de documentos que relacionan al
régimen de Franco con Hitler,
especialmente en la época de Serrano Suñer,
todavía se conservan documentos tanto en España como en Alemania que han
permitido descubrir la alianza entre los dos dictadores.
Por lo tanto, las
frases que se han escuchado en el pleno del Ayuntamiento de Gijón reflejan la complicidad con
todos estos crímenes. El negacionismo
es justamente la última fase del holocausto. En cualquier país europeo, excepto
en España, la derecha es antifascista. Jamás escucharemos a políticos del
partido de Merkel o de Macron, frases como las que pronuncian
aquí políticos del Partido Popular. Lo que se ha dicho en el Ayuntamiento de Gijón, en Alemania, podría ser
constitutivo de delito.
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