Los paganos de las hipotecas
Cuando se toca el bolsillo de los
poderes fácticos, mejor que los criterios permanezcan como estaban
Enric Sopena Sábado, 20 de octubre de 2018
ElPlural
¿Por qué será que
cuando hay una buena noticia viene alguien y la fastidia? La decisión del
presidente de la Sala III del Tribunal Supremo, el magistrado Luis María Díez
Picazo, al replantear la sentencia de su Sección Segunda, que decidió que sean los bancos quienes paguen los gastos de firma de
las hipotecas, es una de esas situaciones que primero alegran a los
ciudadanos para, después, sumirles en la pesadilla de desconfiar en la
Justicia.
“Es intolerable que una sentencia de la Sala III del
Tribunal Supremo, velando por los intereses de la ciudadanía, se vaya a revisar por los intereses de la
banca”, así se expresaba en redes sociales la asociación judicial,
Jueces y Juezas para la Democracia. Como expresa este colectivo progresista,
tras el pasmo inicial, en todos los ámbitos cundió la sospecha indignada.
La reacción de Díez Picazo requiere alguna
explicación ya que ha optado por algo que no es baladí. Paraliza los recursos pendientes sobre este
asunto, aun cuando ya tuvieran establecida fecha de revisión, lo que
afecta a miles de españoles. No olvidemos que
el Tribunal Supremo crea jurisprudencia y que, por tanto, la opción
final que se adopte en cualquier sentido tiene una importancia crucial. Los 31
magistrados del pleno de esta Sala de lo Contencioso debatirán ahora qué hacer.
La reacción de Díez
Picazo requiere alguna explicación.
Hasta la fecha, lo único que oficialmente ha
argumentado Díez Picazo es la “enorme repercusión económica y
social de esta sentencia”. Y así es. Es cierto también, como ha dicho
este magistrado, que ello supone “un giro radical” en el criterio que hasta
ahora aplicaba el alto tribunal. Claro que lo es: hasta ahora el
ciudadano era el que tenía que abonar de su bolsillo este gasto, pero
actualmente según la sentencia le correspondería pagarlo a los bancos.
Lo sorprendente es que la alarma se encienda precisamente cuando son
las entidades bancarias las afectadas y que, hasta ahora, la Justicia
se haya preocupado menos de los usuarios. Pero, estamos acostumbrados a
que se mime a los bancos como al hijo pródigo, hagan lo que hagan. No
olvidemos el rescate a la banca en plena crisis, de cuya devolución
nunca más se supo.
En consecuencia, se
teme que la sala III del Tribunal Supremo haga
justicia reiterando que las cosas hay que dejarlas como están y, de paso,
suelte un buen rapapolvo a los jueces que dictaron tan atrevida sentencia.
Como todo el mundo sabe,
cuando se toca el bolsillo de los poderes fácticos es mejor que la
jurisprudencia y los criterios permanezcan como estaban.
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