El franquismo
¿Qué
supuso el liderazgo de Francisco Franco durante la Guerra Civil española? ¿Cómo
se manifestó su condición de «caudillo» al término de ésta? ¿En qué se
diferenció el régimen franquista de los demás fascismos europeos de la época?
A través
de un análisis claro y sintético de los procesos ideológicos, culturales y
políticos que confluyeron en aquel período, este libro recorre y explica todas
las fases de la dictadura que gobernó España entre 1936 y 1975, a partir de la
sublevación militar y hasta la crisis y el inicio de la transición democrática.
Además, reconstruye las etapas de la institucionalización y la política
económica, el contexto internacional y las estrategias de las movilizaciones
antifranquistas.
Giuliana Di Febo &
Santos Juliá
El franquismo
Una introducción
ePub r1.0
Titivillus 20.07.17
Introducción
EN 1936, en plena Guerra Civil, se instauraba la dictadura de
Francisco Franco en los territorios ocupados por los militares protagonistas
del golpe de Estado contra la República. El contexto en que nacía, la compleja
constelación de fuerzas involucradas, su larga duración y su capacidad de
adaptación a los cambios internacionales son los principales factores que hacen
difícil una caracterización exhaustiva y definitiva del régimen que gobernó
España durante casi cuarenta años. A lo largo del debate historiográfico han
surgido múltiples denominaciones —cesarismo, autoritarismo, fascismo,
totalitarismo, caudillismo, dictadura militar— con el propósito de precisar sus
aspectos dominantes y la influencia más o menos acentuada de otras dictaduras,
en particular de la italiana.
Sin duda, la
peculiaridad fundamental del franquismo radica en el hecho de haberse
estructurado durante la Guerra Civil, que se produjo por el intento de algunos
generales de derribar al gobierno republicano que había ganado las elecciones
de 1936. Este incipit marcó durante mucho tiempo las instituciones, las
orientaciones políticas y la propia concepción y gestión del poder. Tampoco
debe olvidarse que la ayuda alemana y, sobre todo, italiana fueron
determinantes para la victoria de los «nacionales», y favorecieron la imitación
del modelo fascista y totalitario. Por otra parte, la misma Falange, la
organización política fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, en un
momento de fuerte consolidación del régimen de Mussolini, se había configurado
ya en los años de la Segunda República como canal de propaganda de la ideología
fascista, incluyendo la atracción por el uso de la violencia en la política.
Esta opción, que formaba parte del programa falangista presentado en Madrid por
José Antonio, se resumía en la conocida frase «la dialéctica de los puños y de
las pistolas». Su admiración por Mussolini le había llevado a prologar en 1934
la obra El fascismo, versión española del libro que recogía los escritos
del Duce sobre la doctrina fascista. Ya durante la Guerra Civil, a
través de la política de «hermandad» con Italia, y posteriormente en los
primeros años de la dictadura, la Falange fue el canal de importación de formas
institucionales, símbolos y estilos fascistizantes, aunque manteniendo
el componente católico.
Sin embargo, la
incidencia de instituciones, ideología y símbolos asimilables al fascismo
italiano debe valorarse sobre la base de la eficacia, la importancia y la
duración que tuvieron en el sistema dictatorial español. También hay que
considerar hasta qué punto las caracterizaciones propuestas reflejan las
tendencias más o menos predominantes en las diversas fases y, en todo caso,
influidas por las legitimaciones y funciones ejercidas por los tres pilares
fundamentales del poder —Ejército, Falange, Iglesia—, en un complejo entramado
de reorientaciones y equilibrios internos vinculados a los diversos
acontecimientos internacionales. Desde luego, entre los hechos externos que
tuvieron importantes repercusiones en la estructura, la reorganización, la
estabilidad y, a partir de los años sesenta, en la creciente deslegitimación de
la dictadura, cabe destacar la Segunda Guerra Mundial y la derrota del Eje, la
Guerra Fría y el Concilio Vaticano II. Lo que permaneció inalterado, y justifica
la utilización del término «franquismo» para calificar el régimen, fue el
inoxidable poder personal de Franco, hecho posible por la interacción de todos
estos sujetos, contextos y situaciones, y por una represión capilar y
constante. Por lo tanto, la periodización aquí propuesta no pretende ser una
elección de orden meramente cronológico, sino que está relacionada con las
tendencias que incidieron en la configuración del «Nuevo Estado», en sus
numerosos reajustes y, en los últimos años, en la profunda crisis que minó sus
fundamentos.
Este perfil de
historia del franquismo intenta reconstruir las etapas de la hegemonía ejercida
por sectores, grupos e instituciones a partir del período conocido como «la
larga posguerra», seguido por los años de la Guerra Fría y por la superación
gradual del aislamiento internacional de España. Con la expresión «larga
posguerra» nos referimos también a la elección hecha por el régimen —apoyado
por la mayoría de la jerarquía eclesiástica— de mantener la fractura producida
por el conflicto. La política de guerra, materializada en una intensa
represión, tenía una poderosa arma de movilización en la continua
representación y evocación de la victoria. Fue también un instrumento de
disuasión contra toda pretensión de reavivar el recuerdo del estado democrático
y laico que cuestionase la estructura antiliberal del «nuevo orden»: una
elección coherente por parte de un régimen nacido de un golpe de Estado
antirrepublicano.
Se propone
aquí, pues, un recorrido a través de las diversas fases y modalidades del
crecimiento económico, iniciado a finales de los años cincuenta y consolidado a
lo largo de la década siguiente, que dio lugar a unas transformaciones e
impulsos modernizadores en la sociedad, que estaban en contradicción con el
inmovilismo de las principales instituciones dictatoriales. Son estos los años
en los que se afirma una extendida movilización antifranquista, caracterizada
por múltiples estrategias y también por la búsqueda de un frente común,
coincidiendo con la reaparición de los partidos y sindicatos tradicionales y el
nacimiento de nuevas formas de organización. Por último, se examinan las
tensiones, la crisis del régimen y las conquistas de facto que al inicio
de los años setenta abrieron el camino a la transición democrática.
El apéndice
documental que cierra el libro pretende ofrecer al lector informaciones
adicionales para la interpretación de los acontecimientos, de las leyes, de los
discursos y de los programas del régimen. Tiene igualmente el objetivo de sacar
a la luz algunos aspectos menos conocidos o cuya contundencia puede haber
pasado desapercibida por la necesidad de la síntesis o la brevedad de las
citas. Es el caso del documento sobre la absurda sanción impuesta a la familia
de Manuel Azaña, que ilustra eficazmente los criterios jurídicos en que se basó
la Ley de Responsabilidades Políticas. A su vez el manifiesto de los
estudiantes universitarios madrileños de 1956 explicita un cambio de actitud
hacia la cultura de guerra dominante, al mismo tiempo que la respuesta del
régimen desmiente las hipótesis que sostienen el comienzo de tendencias
«liberalizadoras» a partir de la segunda mitad de los años cincuenta.
Nos complace incluir la canción Diguem no, de Raimon,
símbolo de toda una generación y demostración de las posibilidades de convertir
la metáfora en acto de resistencia civil.
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