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jueves, 3 de octubre de 2019

El franquismo (Introducción)



El franquismo



¿Qué supuso el liderazgo de Francisco Franco durante la Guerra Civil española? ¿Cómo se manifestó su condición de «caudillo» al término de ésta? ¿En qué se diferenció el régimen franquista de los demás fascismos europeos de la época?

A través de un análisis claro y sintético de los procesos ideológicos, culturales y políticos que confluyeron en aquel período, este libro recorre y explica todas las fases de la dictadura que gobernó España entre 1936 y 1975, a partir de la sublevación militar y hasta la crisis y el inicio de la transición democrática. Además, reconstruye las etapas de la institucionalización y la política económica, el contexto internacional y las estrategias de las movilizaciones antifranquistas.



Giuliana Di Febo & Santos Juliá

El franquismo

Una introducción

ePub r1.0

Titivillus 20.07.17











Introducción

EN 1936, en plena Guerra Civil, se instauraba la dictadura de Francisco Franco en los territorios ocupados por los militares protagonistas del golpe de Estado contra la República. El contexto en que nacía, la compleja constelación de fuerzas involucradas, su larga duración y su capacidad de adaptación a los cambios internacionales son los principales factores que hacen difícil una caracterización exhaustiva y definitiva del régimen que gobernó España durante casi cuarenta años. A lo largo del debate historiográfico han surgido múltiples denominaciones —cesarismo, autoritarismo, fascismo, totalitarismo, caudillismo, dictadura militar— con el propósito de precisar sus aspectos dominantes y la influencia más o menos acentuada de otras dictaduras, en particular de la italiana.

Sin duda, la peculiaridad fundamental del franquismo radica en el hecho de haberse estructurado durante la Guerra Civil, que se produjo por el intento de algunos generales de derribar al gobierno republicano que había ganado las elecciones de 1936. Este incipit marcó durante mucho tiempo las instituciones, las orientaciones políticas y la propia concepción y gestión del poder. Tampoco debe olvidarse que la ayuda alemana y, sobre todo, italiana fueron determinantes para la victoria de los «nacionales», y favorecieron la imitación del modelo fascista y totalitario. Por otra parte, la misma Falange, la organización política fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, en un momento de fuerte consolidación del régimen de Mussolini, se había configurado ya en los años de la Segunda República como canal de propaganda de la ideología fascista, incluyendo la atracción por el uso de la violencia en la política. Esta opción, que formaba parte del programa falangista presentado en Madrid por José Antonio, se resumía en la conocida frase «la dialéctica de los puños y de las pistolas». Su admiración por Mussolini le había llevado a prologar en 1934 la obra El fascismo, versión española del libro que recogía los escritos del Duce sobre la doctrina fascista. Ya durante la Guerra Civil, a través de la política de «hermandad» con Italia, y posteriormente en los primeros años de la dictadura, la Falange fue el canal de importación de formas institucionales, símbolos y estilos fascistizantes, aunque manteniendo el componente católico.

Sin embargo, la incidencia de instituciones, ideología y símbolos asimilables al fascismo italiano debe valorarse sobre la base de la eficacia, la importancia y la duración que tuvieron en el sistema dictatorial español. También hay que considerar hasta qué punto las caracterizaciones propuestas reflejan las tendencias más o menos predominantes en las diversas fases y, en todo caso, influidas por las legitimaciones y funciones ejercidas por los tres pilares fundamentales del poder —Ejército, Falange, Iglesia—, en un complejo entramado de reorientaciones y equilibrios internos vinculados a los diversos acontecimientos internacionales. Desde luego, entre los hechos externos que tuvieron importantes repercusiones en la estructura, la reorganización, la estabilidad y, a partir de los años sesenta, en la creciente deslegitimación de la dictadura, cabe destacar la Segunda Guerra Mundial y la derrota del Eje, la Guerra Fría y el Concilio Vaticano II. Lo que permaneció inalterado, y justifica la utilización del término «franquismo» para calificar el régimen, fue el inoxidable poder personal de Franco, hecho posible por la interacción de todos estos sujetos, contextos y situaciones, y por una represión capilar y constante. Por lo tanto, la periodización aquí propuesta no pretende ser una elección de orden meramente cronológico, sino que está relacionada con las tendencias que incidieron en la configuración del «Nuevo Estado», en sus numerosos reajustes y, en los últimos años, en la profunda crisis que minó sus fundamentos.

Este perfil de historia del franquismo intenta reconstruir las etapas de la hegemonía ejercida por sectores, grupos e instituciones a partir del período conocido como «la larga posguerra», seguido por los años de la Guerra Fría y por la superación gradual del aislamiento internacional de España. Con la expresión «larga posguerra» nos referimos también a la elección hecha por el régimen —apoyado por la mayoría de la jerarquía eclesiástica— de mantener la fractura producida por el conflicto. La política de guerra, materializada en una intensa represión, tenía una poderosa arma de movilización en la continua representación y evocación de la victoria. Fue también un instrumento de disuasión contra toda pretensión de reavivar el recuerdo del estado democrático y laico que cuestionase la estructura antiliberal del «nuevo orden»: una elección coherente por parte de un régimen nacido de un golpe de Estado antirrepublicano.



Se propone aquí, pues, un recorrido a través de las diversas fases y modalidades del crecimiento económico, iniciado a finales de los años cincuenta y consolidado a lo largo de la década siguiente, que dio lugar a unas transformaciones e impulsos modernizadores en la sociedad, que estaban en contradicción con el inmovilismo de las principales instituciones dictatoriales. Son estos los años en los que se afirma una extendida movilización antifranquista, caracterizada por múltiples estrategias y también por la búsqueda de un frente común, coincidiendo con la reaparición de los partidos y sindicatos tradicionales y el nacimiento de nuevas formas de organización. Por último, se examinan las tensiones, la crisis del régimen y las conquistas de facto que al inicio de los años setenta abrieron el camino a la transición democrática.

El apéndice documental que cierra el libro pretende ofrecer al lector informaciones adicionales para la interpretación de los acontecimientos, de las leyes, de los discursos y de los programas del régimen. Tiene igualmente el objetivo de sacar a la luz algunos aspectos menos conocidos o cuya contundencia puede haber pasado desapercibida por la necesidad de la síntesis o la brevedad de las citas. Es el caso del documento sobre la absurda sanción impuesta a la familia de Manuel Azaña, que ilustra eficazmente los criterios jurídicos en que se basó la Ley de Responsabilidades Políticas. A su vez el manifiesto de los estudiantes universitarios madrileños de 1956 explicita un cambio de actitud hacia la cultura de guerra dominante, al mismo tiempo que la respuesta del régimen desmiente las hipótesis que sostienen el comienzo de tendencias «liberalizadoras» a partir de la segunda mitad de los años cincuenta.

Nos complace incluir la canción Diguem no, de Raimon, símbolo de toda una generación y demostración de las posibilidades de convertir la metáfora en acto de resistencia civil.


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