El ínclito Obispo de Alcalá
Meco, monseñor Juan Antonio Reig Pla
IGLESIA CATÓLICA
Los cursos prematrimoniales
del Obispado de Alcalá recomiendan una guía para “prevenir la homosexualidad”
La Diócesis
que dirige Juan Antonio Reig Pla instruye a las nuevas parejas para que no
utilicen métodos anticonceptivos. Señala además que deben huir de la
“mentalidad divorcista” y asumir que será “hasta que la muerte los separe”.
Público
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No
al divorcio, no a los métodos anticonceptivos y no a la aceptación
de la libre sexualidad de los hijos e hijas. Esas tres negativas forman parte
de los cursos prematrimoniales que ofrece la Diócesis de Alcalá de Henares,
dirigida por el obispo ultraconservador Juan
Antonio Reig Pla. Así consta en los materiales utilizados durante esas
charlas, en las que se llega a indicar a las parejas cuándo y cómo deben
mantener relaciones sexuales.
“Las
plazas son limitadas y se atenderán por orden de llegada”, dice el formulario
de inscripción que estos días está al alcance de todas y todos aquellos que
deseen recibir los “cursos de novios” diseñados por el Centro
Diocesano de Orientación Familiar de Alcalá de Henares, exactamente el mismo
que ya se vio involucrado por la polémica sobre las terapias
para “curar” la homosexualidad que denunció en abril
pasado Eldiario.es.
En el dossier dirigido a los futuros matrimonios quedan
claros los contenidos que se impartirán a lo largo de esas clases para novios,
que empezarán el próximo 26 de octubre. Incluso se recomiendan distintos libros
dirigidos a las parejas, entre los que se encuentra “Cómo prevenir la
homosexualidad: los hijos y la confusión de género”,
escrito por el ya fallecido psicólogo estadounidense Joseph Nicolosi junto a su
esposa Linda.
Los autores de ese manual defendían que “el tratamiento
con éxito de la confusión de género debe disminuir la conducta e identidad de
cruce de género, mejorar las relaciones con sus compañeros y disminuir al final
el nivel de estrés en la vida del niño”. “El objetivo del tratamiento es disminuir el sentido del niño de que es diferente y, de
alguna forma, inferior a los demás chicos. Esto maximizará la posibilidad de
que su hijo desarrolle una orientación heterosexual normal”,
sostenían Joe y Linda Nicolosi.
Sexo en "periodos infecundos"
Además de recomendar ese libro, el curso prematrimonial
del Obispado de Alcalá de Henares también incluye consejos sobre las relaciones
sexuales. En esa línea, sostiene que “la plenitud del acto conyugal
requiere la unión de los esposos y la entrega en totalidad, que implica también
la capacidad de ser padres”. “La unión sexual entre hombre y mujer es una
acción que, en sí y por sí, es capaz de trasmitir vida. El significado
procreativo es un verdadero bien inmanente de la
misma acción de los esposos”, apunta.
En tal sentido, indica que “la maldad de la contracepción
no está en la artificialidad sino en el objeto moral (intencionalidad) del acto
conyugal”. Por tanto, advierte que “si los esposos deciden responsablemente no
tener más hijos, pueden utilizar los periodos infecundos para expresar el amor
en totalidad sin alterar la naturaleza del acto”. “Entre los métodos
naturales y la contracepción hay una disparidad radical en el modo como la
persona se sitúa ante el impulso sexual: o como señor de uno mismo o como
esclavo de la pasión”, añade el dossier.
De hecho, considera que entonces “entra en juego la virtud de la castidad, como virtud
del amor verdadero, ya que es capaz de mover al sujeto a cambiar su
comportamiento sexual, adaptando su vida sexual a los ritmos de la fecundidad”.
“La castidad ayuda a los esposos a orientar su mirada, a integrar los
dinamismos del amor, a buscar con creatividad nuevas formas de expresión
de la ternura y del diálogo que permitan abrir espacios
de comunión y trasmitirse su compañía”, remata.
"Mentalidad divorcista"
En esos cursos, las parejas participantes también
encontrarán duros argumentos contra el divorcio. “Ir al matrimonio con una mentalidad de ‘mientras dure’, es una mentalidad
divorcista que nos hará incapaz de afrontar cualquier crisis. Con la pérdida
del sentido sagrado del matrimonio se olvida el significado de la unión
conyugal que actualiza los desposorios de Cristo con su Iglesia”, critica.
El dossier apunta además que “la epidemia de las rupturas matrimoniales es una gran
preocupación para la Iglesia”, ya que los divorcios “son fuente de sufrimiento
para los esposos y para los hijos”. Frente a ello, indica que los matrimonios
“deben buscar en la Iglesia la ayuda necesaria para la
reconciliación y el perdón”. “Para Dios no hay nada imposible –aclara–. Todas
las personas, sea cual sea su situación, deben encontrar en la Iglesia una
verdadera acogida, una casa donde curar todas las heridas”.
El documento agrega que “el matrimonio no es sólo la
unión de dos voluntades, es un compromiso, es la decisión de amar, ‘hasta que la muerte nos separe’, aun cuando las
circunstancias me digan lo contrario”.
Si bien reconoce que “existen, sin embargo, situaciones
en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones
muy diversas”, afirma que en tales casos “la Iglesia admite la separación
física de los esposos y el fin de la cohabitación”. No obstante, “los esposos
no cesan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una
nueva unión”. “En esta situación difícil, la mejor solución sería,
si es posible, la reconciliación. La comunidad cristiana está llamada a ayudar
a estas personas a vivir cristianamente su situación en la fidelidad al vínculo
de su matrimonio que permanece indisoluble”, añade.
"Vida sexual sana"
En los documentos de estos cursos aparecen también una
serie de “artículos de interés para trabajar la relación”. Entre ellos se
encuentra un artículo del psiquiatra Enrique Rojas, quien recomienda, entre
otras cosas, “tener una vida sexual sana, positiva y centrada en la
comunicación”. “Por sexualidad sana debemos entender aquella que se desarrolla lejos de conductas patológicas como el sadismo, la
satiriasis, el onanismo, o el masoquismo; aquella que se mueve en las
coordenadas de la comunicación afectivo - sexual, con la variabilidad y
plasticidad de todo comportamiento, pero siempre dentro del marco de la
dignidad humana”. “Lo contrario degrada, no conduce a constituir una comunidad
de amor por mucho que se utilice esa palabra y convierte a la pareja en depravada”,
sostiene.
El hambre que provoca "violencia"
Asimismo, en otro de los materiales se ofrecen una serie
de consideraciones sobre la mujer y su papel en las relaciones heterosexuales.
“La mujer, siendo limitada, despierta en el hombre, también limitado, un deseo de plenitud desproporcionado respecto de la
capacidad que ella tiene de satisfacerlo”, señala un documento que forma parte
del tema 7 del curso, titulado “¿Para siempre? La decisión de amar”.
En esa línea, afirma que la mujer “despierta una sed que
no está en condiciones de saciar” e incluso que “suscita un hambre que no
encuentra respuesta en aquella que lo ha suscitado”. “De ahí la rabia, la violencia que tantas veces surge
entre los esposos y la decepción a la que se ven abocados si no comprenden la
verdadera naturaleza de su relación”, reflexiona.
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