Público
David Torres
5-8-16
El
trío es una postura sexual bastante complicada, aunque no tanto en la ejecución
como en los prolegómenos. No hay más que ver el pollo que están montando
Mariano, Albert y Pdr, que no saben ni cómo ponerse ni dónde empezar a untar la
vaselina. El orden de los factores no altera el producto porque aquí el
producto ya viene jodido de fábrica. En un trío todo es relativo, con lo que el
arriba y el abajo no forman más que coordenadas orientativas para irse haciendo
a la idea, eso por no hablar del delante y del detrás
Lo malo de un trío es que la
suma siempre da una resta, dos y uno, de modo que, hagas lo que hagas, al final
alguien se queda mirando. El tres es un número tan inestable que, o bien se
arruga hasta el par, o bien aumenta hasta la orgía, y eso sucede incluso cuando
no hay amor por medio. Por ejemplo, los Tres Mosqueteros casi en seguida se
convirtieron en cuatro, en cuanto D’Artagnan se puso a dar estocadas, y los
Hermanos Marx, el trío más famoso del cine, en realidad eran cinco hermanos, lo
que pasa es que dos de ellos no servían más que para hacer bulto, como algunos
partidos nacionalistas.
Zizek ha establecido una
sofisticada interpretación de los Hermanos Marx tomando como base la estructura
de la psique humana según Freud. Así, Chico, siempre codicioso, materialista y
calculador, sería el ego; Groucho, verborreico y disparatado, sería el
superego; y Harpo, infantil, destructivo y anárquico, sería el ello. No había
sitio para los otros dos hermanos porque Freud no había previsto más apartamentos
psíquicos. No es difícil ver la correlación entre esas tres grandes estancias
mentales y los tres grandes líderes de la derecha española: Sánchez como el
ego, intentando sacar ventaja de cualquier situación; Rivera haciendo el papel
de superego, contradiciéndose cada quince minutos y estableciendo contratos que
luego rompe a cachos a la primera oportunidad; y Rajoy bordando el rol de ello,
obsceno, enigmático y mudo hasta el punto de que cuanto más habla, más callado
parece. No hay sitio para Pablo Iglesias en esta tríada psicológica, ni
siquiera como champú
En el guión establecido por
Albert, en efecto, la parte contratante de la primera parte será considerada
como la parte contratante de la primera parte. No es exactamente lo que ha
dicho, pero lo hemos resumido así, ya que las cosas que lleva diciendo Albert
desde la campaña de diciembre son más raras y más contradictorias todavía. En
cualquier caso, no importa mucho lo que diga, porque a Mariano las palabras
sólo le sirven para hacerse un lío. Raro sería que en su teléfono móvil, en
lugar de un timbre, no suene una bocina. En cualquier caso, el pasado miércoles
ambos dieron un prometedor paso adelante en su absoluta falta de relaciones al
abrirse “un canal de comunicación permanente entre los dos”. Lo de “canal de
comunicación permanente” no es un bocinazo pero casi; la verdad es que suena
bastante prometedor. Pdr Snchz y la dirección del PSOE se han alegrado mucho de
que el diálogo entre ambos vaya fructificando, el canal se vaya ensanchando y
pronto empiecen los toqueteos y el lenguaje no verbal. Estamos a un paso de
presenciar una de esas bizarras fantasías eróticas donde tres menos uno va a
dar tres.
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