Por qué deberías acostarte con una mujer madura
antes que con una joven
Con la edad, ellas se liberan de ciertas cargas, lo
que les permite explorar y ampliar las posibilidades de su deseo
El Confidencial
Gonzalo De Diego Ramos
07.10.2016
Cuando
toca hablar de relaciones en la madurez o en la vejez parece que hubiéramos vuelto a épocas pretéritas
y el sexo se hubiese convertido otra vez más en un tema tabú. Libros, programas de televisión y artículos de
prensa e Internet tienden a enfocar los contenidos sobre el sexo como si
estuvieran siempre destinados a un público joven, o por lo menos en el rango de
los treinta, lo que contrasta con el imparable
envejecimiento de la población que se está
viviendo en países como el nuestro.
El
argumento se vuelve todavía más sensible cuando el foco se dirige hacia la
sexualidad femenina a partir de la menopausia. Si la representación que tenemos
de los hombres maduros puede ser incluso positiva, y se acepta que en la vida
de un varón entrado en años las relaciones sexuales sigan siendo un factor
relevante, la fórmula: “mujer de 50 o 60 que demuestra deseo 'cougar'”,
continúa, por desgracia, presente como prejuicio.
El envejecimiento no condiciona tanto el deseo
Parece
como si la pérdida de la capacidad reproductiva de la mujer tuviera que
conllevar una disminución en el interés por el sexo, ¿pero es esto cierto, o
acaso la sexualidad femenina se transforma con la edad? Un estudio publicado
por laUniversity Hospitals
Cleveland Medical Center viene a arrojar algo de luz sobre esta pregunta.
Si cada vez que pensamos en sexo pensamos exclusivamente en lo
físico, es decir, en penetración y en genitales, el rendimiento baja
Sirviéndose
de una muestra de quinientas mujeres con edades comprendidas entre los cuarenta
y los setenta y cinco años, las conclusiones que se desprenden indican que para las
generaciones de
mediana e incluso de avanzada edad, la actividad sexual sigue jugando un
papel fundamental en su calidad de vida.
Yendo
más allá, se plantea a veces el debate de si estas las mujeres se divierten
ahora más en la cama que en sus etapas de adolescencia y de juventud. David Marcos, psicólogo y
sexólogo de Terapia Lugas, explica: “Si cada vez
que pensamos en sexo pensamos exclusivamente en lo físico, es decir, en
penetración y en genitales, el rendimiento baja, lógicamente, con los años
tanto en hombres como en mujeres. El deseo, sin embargo, está muy condicionado
por la cultura, por la educación, por la familia... ese deseo puede ampliarse, y en el
mundo femenino se vive además de
una manera muy intensa, permitiendo
dirigirlo, con la edad, hacia lugares donde no había ido hasta entonces”.
Más sabias, más seguras y más libres
A pesar de los achaques que afectan a las mujeres de este segmento de la población, como el dolor provocado por la penetración debido a la sequedad vaginal o el deterioro de la forma física, el placer en sus relaciones se traslada hacia factores psicológicos que tienen que ver con la confianza y la comunicación.
Si
bien tener más años no significa necesariamente ser más maduro, el
autoconocimiento y la habilidad para tratar con la pareja necesidades,
intereses y deseos suelen verse incrementados con el paso del tiempo. Tampoco
hay que dejar de lado que la libertad y la creatividad se desarrollan con la experiencia y son buenísimas herramientas, tanto para parejas
establecidas desde hace tiempo como para las que se forman ya en edad
avanzada. Se crea con
ello una sabiduría sexual que se traduce en seguridad, lo que permite a las mujeres afrontar con
menos miedos los
problemas que
aparecen en la cama, demostrando
además menos recelos para servirse de ayudas que traen a su vez nuevas
sensaciones en sus relaciones, como los
lubricantes o los vibradores.
Los
lastres que el sexo femenino se va quitando con el paso de los años son, por
supuesto, otro gran incentivo. Según Marcos: “llega un punto en el que las
mujeres comienzan a liberarse de cargas que antes les preocupaban demasiado: si
su físico era interesante, si les gustaban a la otra persona, si se podían
quedar embarazadas... esto les hace estar más motivadas para nuevos encuentros eróticos, para investigar con la pareja o incluso para redescubrirse
mediante la autoexploración”.
Entre
esas cargas, no podía faltar la maternidad, ya sea porque la menopausia elimina
la presión de ser madre, como porque “tener hijos es duro, requiere mucho
trabajo y conlleva cansancio y desgaste de la pareja. Cuando los hijos se hacen
mayores y no tienen que estar pendientes de ellos, las mujeres pueden relajarse
y permitir que su deseo se desarrolle, haciéndose también más rico”.
Doctor, no lubrico bien
La
confianza y los avances en la comunicación a los que nos hemos referido hasta
ahora desaparecen, sin embargo, cuando los problemas sexuales que surgen con la
edad se trasladan a las consultas de los hospitales y de los ambulatorios.
Según el estudio referido, la mitad de las encuestadas reconoce no haber hablado
de estas cuestiones con su médico, mientras que, de la otra mitad, un 70% puntualiza que han sido ellas
las que los han planteado, no sus doctores.
Cuando los hijos se hacen mayores, las mujeres pueden relajarse y
permitir que su deseo se desarrolle
La
razón habría que buscarla en el propio funcionamiento de las consultas. Señala
David Marcos que: “por un lado la consulta de un ginecólogo no es muy diferente de la de cualquier otro
especialista. Lo que se trata en ellas son enfermedades, infecciones… por otro,
algunas mujeres se llegan a cuestionar por qué han de ir
al médico si ya
no poseen la función reproductiva”.
Si
como se está descubriendo, el sexo aparece como un factor destacado para la
calidad de vida de estas generaciones, desde las instituciones sanitarias queda
aún mucho por hacer para que la confianza entre el médico y la paciente sea más
estrecha y se facilite la comunicación, o para que sea incluso el propio
facultativo el que tome la iniciativa de abordar estos asuntos.
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