El Vaticano, en la encrucijada
La Iglesia católica debe dejar
muy claro que no está con el dictador
Enric Sopena Sábado, 3 de noviembre de 2018
ElPlural
El Vaticano ha
emitido un comunicado ambiguo a través de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede. Tan ambiguo, que unos y otros han llevado el agua hacia su molino,
interpretando el texto a su gusto. Unos dicen que se trata de una ratificación
de lo dicho por el Gobierno de España y otros, que se trata de una
rectificación. “La señora Carmen Calvo
expresó su preocupación por la posible
sepultura en la catedral de la Almudena y su deseo de explorar otras
alternativas, también a través del diálogo con la familia. Al cardenal Secretario de Estado le pareció
oportuna esta solución”, reza el comunicado.
Esta posición ambigua de la Iglesia recuerda a la
mantenida en plena Guerra Civil por el cardenal Francesc Vidal i Barraquer,
arzobispo de Tarragona. Si bien se negó a firmar la carta colectiva de
apoyo al franquismo del Episcopado Español a los obispos del mundo entero, sus
motivos no fueron un enfrentamiento frontal a los sublevados, sino un intento
de que la Iglesia mantuviera un status neutral ante una evidente acción de
propaganda. Pero Francisco Franco y los suyos no estaban por la labor de
aceptar la tibieza, por lo que Vidal i
Barraquer tuvo que exiliarse. Logró salir de España gracias a la ayuda
del presidente de la Generalitat de Catalunya,
Lluis Companys.
La Iglesia no era una piña en la que iban todos a una.
En este apartado, Franco logró una de sus más importantes victorias, ya que sus
efectos perduran en nuestros días. “La
carta de los obispos es más importante en el extranjero que la toma de Bilbao o
Santander”, se dijo desde la Oficina Nacional de Propaganda
franquista.
Y así estamos hoy,
con la idea de que un bloque católico monolítico granítico apoyó la sublevación
sin miramientos. La realidad indica otra cosa. Al margen de la posición
conciliadora de Vidal i Barraquer, hubo
otros obispos que pagaron con el exilio su negativa a firmar la carta,
como también hubo sacerdotes que se negaron a apoyar el levantamiento militar.
Un claro ejemplo es el obispo de Vitoria, Mateo Múgica Urrestarazu, que antes
de negarse a firmar, había protestado por el asesinato de 14 sacerdotes vascos
por los franquistas.
El comunicado del
Vaticano de la pasada semana lo acerca a aquella posición de Vidal i Barraquer.
Veremos si, finalmente, se decanta por una de las dos posiciones.
Si otra vez los derechistas lo llevan a su terreno, y el cuerpo del dictador acaba
descansando en la Almudena, o si la esperanza de cambio que trajo el Papa
Francisco se traduce, por fin, en una posición sin ambages a favor del respeto
a las víctimas de un genocida.
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