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jueves, 26 de noviembre de 2015

La religión es un insulto a la dignidad humana.

Más ateísmo y menos terrorismo
Público
 23-11-15
Shangay Lily
Como afirma el premio Nobel de Física, y convencido ateo, Steven Weinberg: “La religión es un insulto a la dignidad humana. Con o sin religión siempre habrá buena gente haciendo cosas buenas y mala gente haciendo cosas malas. Pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta la religión”.

Eso explica el fondo de los atentados en París. La religión es el motor de todo este circo. Por un lado y por el otro. Por el de los cristofascistas de Occidente que apelan a valores –mentiras– instauradas por las religiones para contar con la complicidad del pueblo: nación, unidad, valores, decencia…, mientras financian y crean a los islamofascistas que justifiquen sus invasiones y movimientos estratégicos. Y la de los descerebrados musulmanes que apoyan la sumisión y la ignorancia. Por supuesto, los judíos son los principales instigadores de un negocio del odio que encubren con su religión. Todas las religiones son un negocio de poder que legitima la destrucción de derechos humanos. Pero no interesa entrar en el tema. Porque, ¿cómo van a denunciar la religión como causante de dolor, terror, muerte y aborregamiento, si desde los estados involucrados están imponiendo esa misma doctrina disfrazada de democracia?

Las crecientes declaraciones de falsiprogres que intentan desligar al Islam del terrorismo son tan ridículas como las que desligan al cristianismo o el judaísmo de la misoginia y la homofobia. La religión es basura, mentira y avaricia que siempre ha provocado el sufrimiento y la desigualdad. Así que no me vengan con matices para intentar decirme que existe un Islam aceptable. No existe. Es una religión de odio, ignorancia, estupidez y cobardía. Como todas las demás.


Quizás por eso no he escuchado a nadie cuestionar la religión y su fatal papel en los retrocesos de la humanidad en todos estos debates mediáticos.

De hecho, me escandalizan las pretensiones de cierta izquierda de que hay que respetar el Islam y sus tradiciones porque eso es la convivencia de civilizaciones. No, a mí el Islam no me merece ningún respeto. De hecho me produce repugnancia. Como todas las religiones. El año pasado tuve la desafortunada idea de pasar un tiempo en Marrakesh, y visitando otras ciudades de Marruecos. En Essaouira me quedé perplejo al descubrir toda una calle de rodillas –hombres solo– por la orden de rezar. Me prohibieron hacer fotos e intentaron imponerme el sentido “religioso” de todo aquél circo de hipocresía. Una sociedad aborregada, cómplice, cobarde. Así que no intentéis usar esta nueva desgracia para imponerme una bazofia como el Islam. Mucho menos la carroña del cristianismo o el judaísmo.

Porque no han faltado los intentos de vendernos al cristofascismo como la religión buena y avanzada frente a los atavismos islámicos –todos y cada uno de ellos cometidos por cuatro por el cristofascismo en nombre de ese muñeco imaginario o superhéroe de ficción llamado Cristo–. Nuestro cristofascismo es la buena religión frente a vuestro islamofascismo, intentan repetir en debates de la caverna (y en las demás, porque la caverna es hoy todos los medios) poniendo carita de buenos (para lanzarse a la misoginia, homofobia, racismo, clasismo y cualquier mierda que incite al odio en la siguiente frase). Ninguna de las dos vale una mierda. Como tampoco lo hacen todas las demás religiones que no hacen más que cosechar machismo, misoginia, homofobia, racismo, ignorancia, estupidez, odio y sumisión.

Un gobierno que se dedica a poner crucifijos en todas partes y cuyo ministro de Interior le pone medallas a estatuas de madera llamadas vírgenes o recita que el brazo incorrupto de santa Teresa es el que nos protegerá, no está cualificado para hablar de extremismo terrorismo y la eliminación de éste. Y esa degeneración democrática no sólo afecta a los políticos. El sistema judicial, su brazo armado —y tan “incorrupto” como el de la amiga del alucinógeno Teresita de Ávila– da fe de ello: La Audiencia Nacional no encuentra “irracionalidad” en la medalla de Interior a la Virgen. El tribunal rechaza, por tres votos frente a dos, el recurso de la Asociación Europa Laica, que pedía la retirada de la medalla de oro al mérito policial a Nuestra Señora María Santísima del Amor. Sí, la misma que tiene una guerra abierta contra el movimiento libertario (que acabó en titulares tan surrealistas como Los anarquistas detenidos: veganos radicales, abstemios, antidrogas y antipromiscuos), es la que cree que los héroes a premiar son cachos de madera.

¿Por qué nadie ha planteado la necesidad de ateísmo constitucional como solución? No interesa. Hay mucho negocio tras las religiones.

Intencionalmente no uso la palabra laicismo porque se ha utilizado para preservar a las religiones. Negar que todas las religiones tienen montado un sistema de reclutamiento, sometimiento e infección, es negar la realidad. En nuestro caso es la cristofascista la que mantiene rehén la educación, la financiación, los hospitales, centros de desintoxicación, para garantizar que se perpetúan las mentiras que permiten su estafa: que un ser imaginario llamado Cristo hizo tal y tal y cual, que nos dirige otro ser imaginario que es padre del anterior y que los dueños del operador que nos puede contactar con ambos se llama Vaticano S.A. También es una inmobiliaria, otra estafa, que promete parcelas en el más allá que pagas a muy buen precio (esclavitud) aquí.

Pero eso no interesa meterlo en el discurso manipulador del “terrorismo” que tan bien viene, como ya lo hace con el PP, a los verdaderos impulsores de ese enemigo que justifique cualquier desmán legal, constitucional o humanitario.

Como respuesta a un atentado justificado por la religión la respuesta fue: reza por París. Tan lógica como: bombardea contra el terrorismo o asesina contra la muerte. La lógica capitalista.


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