Más
ateísmo y menos terrorismo
Público
23-11-15
Shangay
Lily
Como
afirma el premio Nobel de Física, y convencido ateo, Steven Weinberg: “La religión es un insulto a la dignidad
humana. Con o sin religión siempre habrá buena gente haciendo cosas buenas y
mala gente haciendo cosas malas. Pero para que la buena gente haga cosas malas
hace falta la religión”.
Eso
explica el fondo de los atentados en París. La religión es el motor de todo
este circo. Por un lado y por el otro. Por el de los cristofascistas de
Occidente que apelan a valores –mentiras– instauradas por las religiones para
contar con la complicidad del pueblo: nación, unidad, valores, decencia…,
mientras financian y crean a los islamofascistas que justifiquen sus invasiones
y movimientos estratégicos. Y la de los descerebrados musulmanes que apoyan la
sumisión y la ignorancia. Por supuesto, los judíos son los principales
instigadores de un negocio del odio que encubren con su religión. Todas las
religiones son un negocio de poder que legitima la destrucción de derechos
humanos. Pero no interesa entrar en el tema. Porque, ¿cómo van a denunciar la
religión como causante de dolor, terror, muerte y aborregamiento, si desde los
estados involucrados están imponiendo esa misma doctrina disfrazada de democracia?
Las
crecientes declaraciones de falsiprogres que intentan desligar al Islam del
terrorismo son tan ridículas como las que desligan al cristianismo o el
judaísmo de la misoginia y la homofobia. La religión es basura, mentira y
avaricia que siempre ha provocado el sufrimiento y la desigualdad. Así que no
me vengan con matices para intentar decirme que existe un Islam aceptable. No
existe. Es una religión de odio, ignorancia, estupidez y cobardía. Como todas
las demás.
Quizás
por eso no he escuchado a nadie cuestionar la religión y su fatal papel en los
retrocesos de la humanidad en todos estos debates mediáticos.
De
hecho, me escandalizan las pretensiones de cierta izquierda de que hay que
respetar el Islam y sus tradiciones porque eso es la convivencia de
civilizaciones. No, a mí el Islam no me merece ningún respeto. De hecho me
produce repugnancia. Como todas las religiones. El año pasado tuve la
desafortunada idea de pasar un tiempo en Marrakesh, y visitando otras ciudades
de Marruecos. En Essaouira me quedé perplejo al descubrir toda una calle de
rodillas –hombres solo– por la orden de rezar. Me prohibieron hacer fotos e
intentaron imponerme el sentido “religioso” de todo aquél circo de hipocresía.
Una sociedad aborregada, cómplice, cobarde. Así que no intentéis usar esta
nueva desgracia para imponerme una bazofia como el Islam. Mucho menos la
carroña del cristianismo o el judaísmo.
Porque
no han faltado los intentos de vendernos al cristofascismo como la religión
buena y avanzada frente a los atavismos islámicos –todos y cada uno de ellos
cometidos por cuatro por el cristofascismo en nombre de ese muñeco imaginario o
superhéroe de ficción llamado Cristo–. Nuestro cristofascismo es la buena
religión frente a vuestro islamofascismo, intentan repetir en debates de la
caverna (y en las demás, porque la caverna es hoy todos los medios) poniendo
carita de buenos (para lanzarse a la misoginia, homofobia, racismo, clasismo y
cualquier mierda que incite al odio en la siguiente frase). Ninguna de las dos
vale una mierda. Como tampoco lo hacen todas las demás religiones que no hacen
más que cosechar machismo, misoginia, homofobia, racismo, ignorancia,
estupidez, odio y sumisión.
Un
gobierno que se dedica a poner crucifijos en todas partes y cuyo ministro
de Interior le pone medallas a estatuas de madera llamadas vírgenes o recita
que el brazo incorrupto de santa Teresa es el que nos protegerá, no está
cualificado para hablar de extremismo terrorismo y la eliminación de éste. Y
esa degeneración democrática no sólo afecta a los políticos. El sistema
judicial, su brazo armado —y tan “incorrupto” como el de la amiga del
alucinógeno Teresita de Ávila– da fe de ello: La Audiencia Nacional no encuentra “irracionalidad” en la medalla de
Interior a la Virgen. El tribunal
rechaza, por tres votos frente a dos, el recurso de la Asociación Europa Laica,
que pedía la retirada de la medalla de oro al mérito policial a Nuestra Señora
María Santísima del Amor. Sí, la misma que tiene una guerra abierta contra el movimiento libertario (que acabó en titulares tan surrealistas como Los anarquistas detenidos: veganos radicales, abstemios, antidrogas y antipromiscuos), es la que cree que los héroes a premiar son cachos
de madera.
¿Por
qué nadie ha planteado la necesidad de ateísmo constitucional como solución? No
interesa. Hay mucho negocio tras las religiones.
Intencionalmente
no uso la palabra laicismo porque se ha utilizado para preservar a las
religiones. Negar que todas las religiones tienen montado un sistema de
reclutamiento, sometimiento e infección, es negar la realidad. En nuestro caso
es la cristofascista la que mantiene rehén la educación, la financiación, los
hospitales, centros de desintoxicación, para garantizar que se perpetúan las
mentiras que permiten su estafa: que un ser imaginario llamado Cristo hizo tal
y tal y cual, que nos dirige otro ser imaginario que es padre del anterior y
que los dueños del operador que nos puede contactar con ambos se llama Vaticano
S.A. También es una inmobiliaria, otra estafa, que promete parcelas en el más
allá que pagas a muy buen precio (esclavitud) aquí.
Pero
eso no interesa meterlo en el discurso manipulador del “terrorismo” que tan
bien viene, como ya lo hace con el PP, a los verdaderos impulsores de ese
enemigo que justifique cualquier desmán legal, constitucional o humanitario.
Como
respuesta a un atentado justificado por la religión la respuesta fue: reza por
París. Tan lógica como: bombardea contra el terrorismo o asesina contra la
muerte. La lógica capitalista.
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