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sábado, 3 de noviembre de 2018

Hitler exterminó a los republicanos por petición de Franco


Españoles en Mauthausen o represaliados por el franquismo

Carlos Hernández: "Jamás escucharemos a políticos del partido de Merkel o de Macron, frases como las que pronuncian aquí políticos del PP"

Raquel Álvarez Viernes, 19 de octubre de 2018

ElPlural

Durante estos días el PP ha vuelto a generar la polémica con la visión interesada de la historia reciente de nuestro país. Esta vez, la controversia se produjo por la abstención del PP en el Ayuntamiento de Gijón para rendir un homenaje a las víctimas de Mauthausen. A juicio del concejal popular en este consistorio asturiano, Manuel del Castillo, de “nada sirve levantar historias que ya pasaron y que no interesan nada a nuestra generación y menos a las de nuestros hijos”. Sorprende que una vez más desde el Partido Popular miren hacia otro lado cuando se trata de hablar de represaliados del franquismo, del nazismo o como en este caso, de ambos, tal y como nos ha explicado el periodista y autor de Los últimos españoles de Mauthausen, Carlos Hernández.

Pregunta (P): Carlos, ¿qué fue Mauthausen?

Respuesta (R): Mauthausen fue uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad, junto con el resto de los campos de concentración nazis. Eran lugares donde se buscaban exterminar a seres humanos, aunque en este caso no directamente mediante cámaras gas, aunque también las hubo en Mauthausen, si no mediante la explotación laboral. Las personas que fueron a parar allí, además de ser humillados, maltratados y desposeídos de su propio nombre, ya que pasaban a ser identificados por su número de prisionero; se les ponía inmediatamente a trabajar en una cantera de granito que estaba al lado del campo de concentración. De hecho, por eso se crea este campo allí.

Los alemanes tenían muy claro que los querían exterminar mediante el trabajo, de hecho, en sus propios documentos de contabilidad aparecen reflejados las estimaciones de cálculo de vida de no más de seis meses. Esto es, ellos mismos sabían que con la poca alimentación que les proporcionaban junto a los malos tratos y los trabajos esclavos, no iban a sobrevivir más de medio año. Eran tan fríos y su trato era tan vejatorio, que en sus propios documentos aparece computada la esperanza de vida de estas personas.

P: Para contextualizar, ¿quiénes fueron los españoles que estuvieron en Mauthausen y por qué con ellos no se respetó la convención de Ginebra? Además, también nos gustaría que nos explicases la relevancia que tuvo el llamado ‘Convoy 927’

R: Básicamente hay tres caminos que llevan a los españoles a Mauthausen y a otros campos de concentración. El primero de los grupos fue el de los españoles que estaban en el exilio francés, es decir, aquellos que o bien habían combatido contra franco o los que pertenecían a familias republicanas que escaparon de España por las posibles represalias cuando se produjo la ocupación de Cataluña en febrero de 1939. Se instalaban en campos de concentración que habían construido las autoridades democráticas francesas, ya que estamos hablando de antes del inicio de la II Guerra Mundial. Estos exiliados, en torno a medio millón, que cruzaron la frontera eran encerrados en estos emplazamientos, donde no había asesinatos ni cámaras de gas, pero que recuerdan muchísimo a los campos de refugiados actuales. Tenemos documentados más de 14.000 españoles que se murieron de hambre o de frío en estos campos de concentración franceses. De aquí salieron todos los españoles que fueron a parar a los campos de exterminio nazis. La primera vía, está compuesta por españoles en edad de combatir que se enrolaron en las filas del ejército francés durante la II Guerra Mundial, en las conocidas como ‘compañías de trabajadores españoles’. Eran unas unidades de segunda que se dedicaban a los trabajos duros, pero no a combatir.

Cuando se produjo la invasión alemana sobre Francia, entre los meses de mayo y junio de 1940, estos soldados fueron capturados por los nazis, junto con los de otras nacionalidades, y traslados a campos para prisioneros de guerra. En estos lugares, se respetó la Convención de Ginebra y estaban relativamente bien tratados. Eran encerrados, hubo abusos, pero no les obligaban a realizar trabajos esclavos y estaban bien alimentados, además de vigilados por la Cruz Roja. Es decir, se cumplía la legislación internacional de prisioneros de guerra. Pero en septiembre de 1940 se produjo un encuentro de especial relevancia para el futuro de los prisioneros españoles, que fue el de Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y ministro de la gobernación, además de hombre fuerte del Régimen y filonazi, con las máximas autoridades del nazismo. El mismo día de su marcha de Berlín, el 24 de septiembre de 1940, sale una orden desde la oficina de seguridad del Reich a todas las oficinas de la Gestapo en Europa, para que los españoles que estaban en los campos para prisioneros de guerra fueran trasladados a Mauthausen. Obviamente es en esta reunión de Serrano Suñer con Hitler donde se decidió que los españoles tenían que ser exterminados. En cualquier caso, Franco nunca fue un observador pasivo de estos hechos, si no que fue el que dio la orden para que el régimen nazi terminase con la vida de los soldados españoles.

La segunda vía para llegar a Mauthausen, es la del conocido como ‘Convoy 927’. En él viajaron en condiciones infrahumanas, durante tres días, los exiliados de la Guerra Civil en Angouleme. Estaba compuesto de civiles que no habían participado en la guerra. Al llegar a Mauthausen, se había producido un extraño error de organización, ya que nunca habían llegado mujeres y niños. De este modo, solo se bajaron de aquel tren los varones mayores de 14 años. El resto, mujeres y niños, fueron entregados a las autoridades franquistas en España. Evidentemente, todo el movimiento del convoy fue consensuado con el régimen franquista.

El tercer camino de llegada a Mauthausen es el que forman los miembros de la resistencia, aquellos que no fueron capturados durante la invasión francesa de 1940, pero que inmediatamente empiezan a formar grupos de guerrilleros. De estos, aproximadamente un grupo de 2000, que no habían sido ni capturados ni asesinados, terminan siendo deportados a varios campos de concentración, entre ellos Mauthausen. En total, la cifra de españoles que pasaron por los campos nazis es de 9300, de los que 5500 murieron. La mayoría de las defunciones fueron una mezcla de la hambruna, el trabajo esclavo y la falta de atención sanitaria. Aunque también hubo muchos que fallecieron en cámaras de gas o de otras formas atroces.

P: Ya para terminar, ¿podemos afirmar que los españoles que estuvieron en Mauthausen también fueron represaliados del régimen de Franco?

R: Sin duda. Fueron víctimas del franquismo, aunque no figuren en los libros de historia como tal. A partir de la caída de Hitler, el régimen franquista comenzó un proceso de lavado de imagen por su propia supervivencia, ya que no quería que se identificara a su gobierno con los crímenes del fascismo alemán. Pero, aunque en aquel momento pudo maquillarlo, ahora es injustificable que Franco enviase a 50000 españoles como voluntarios para luchar bajo la bandera de la Esvástica para destruir Europa, si no eras su aliado. Por suerte, pese a toda la destrucción de documentos que relacionan al régimen de Franco con Hitler, especialmente en la época de Serrano Suñer, todavía se conservan documentos tanto en España como en Alemania que han permitido descubrir la alianza entre los dos dictadores.

Por lo tanto, las frases que se han escuchado en el pleno del Ayuntamiento de Gijón reflejan la complicidad con todos estos crímenes. El negacionismo es justamente la última fase del holocausto. En cualquier país europeo, excepto en España, la derecha es antifascista. Jamás escucharemos a políticos del partido de Merkel o de Macron, frases como las que pronuncian aquí políticos del Partido Popular. Lo que se ha dicho en el Ayuntamiento de Gijón, en Alemania, podría ser constitutivo de delito.

Carlos Hernández: "Hitler exterminó a los republicanos por petición de Franco"

Por Luis Díez  


El periodista Carlos Hernández de Miguel (Madrid, 1969) es un hombre curtido en bastantes riesgos y no pocas batallas como corresponsal de guerra en Afganistán, Irak y otras zonas de conflicto. Él y otros compañeros sacaron a José Couso gravemente herido del hotel Palestina de Bagdad, donde fue alcanzado por el cañonazo de un carro de combate de los invasores estadounidenses, pero nada pudieron hacer ya para salvarle la vida. Ahora se ha ocupado de los republicanos españoles que fueron hechos prisioneros en Francia por las tropas alemanas y trasladados a los campos nazis de exterminio. Su labor de reportero le ha llevado a escribir un libro tan impresionante y apasionante como oportuno sobre los más de 9.000 republicanos españoles que sufrieron y la mayoría perdieron la vida en aquellos campos de la muerte. “Nunca se repetirá bastante que fueron deportados y exterminados por orden de Franco”, afirma. Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) deja claro quienes fueron los culpables: el dictador Franco y su cuñado Serrano Suñer. Y denuncia el desprecio y el olvido por parte del Estado dizque democrático español. La iniciativa de Hernández no termina ahí, ya que hoy lanza el portal deportados.es con vídeos, fotos y documentos de los españoles en los campos de la muerte.

— ¿Cómo te surgió la idea y la motivación de ocuparte de aquellos españoles del éxodo y el llanto por utilizar las suaves palabras del poeta León Felipe?

— Surge por un tema familiar; un tío abuelo mío que era como mi abuelo (de hecho, mis dos abuelos habían muerto muy jóvenes), venía a Madrid todos los veranos y solía estar un mes conmigo. Él vivía en Francia, tenía nacionalidad francesa. Era un hombre muy abierto y tolerante, una de esas personas con una forma de ser distinta a las que conocía aquí. Yo era un chaval de poca edad y cuando murió, en 1992, se me quedó clavada la espina de no haberle preguntado lo que vivió y cómo logró sobrevivir en Mauthausen. Hace año y medio me plantee investigar su historia para que la conociera nuestra familia y eso me llevó a conocer a otros supervivientes.

“Hubo más de 9.000 personas, hombres, mujeres y también niños con nacionalidad española en los campos nazis de exterminio”

— Surgió así el libro, como un cesto de cerezas.

— Así ha sido. He tenido la suerte de poder conocer y entrevistar todavía a 18 supervivientes, hombres y mujeres ya de avanzada edad, he escuchado sus testimonios y también les he visto llorar, sus ojos rojos, vidriosos… He completado sus testimonios con escritos y notas de muchos familiares y con una amplia consulta bibliográfica y de archivos oficiales. Los periodistas tendemos a ocuparnos de contar la realidad que descubrimos y que conocemos directamente, y en este caso he considerado necesario aportar una visión de conjunto.

— Por lo que conocemos hasta el momento, están documentadas unas 8.700 deportaciones a los distintos campos de exterminio; sin embargo, aseguras que fueron más de 9.000.

— Esto se debe a que en los últimos años ha habido muchas personas que se han puesto en contacto con las asociaciones de Amical en Francia y en España para aportar datos. Hoy podemos decir que hubo más de 9.000 personas, hombres, mujeres y también niños con nacionalidad española en los campos nazis de exterminio. No sólo en el complejo de Mauthausen-Gussen, sino en Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen, Treblinka y varios más.

— ¿Qué ocurrió con los supervivientes? ¿Pudieron volver a España?

— No, la gran mayoría de los que sobrevivieron adoptaron la nacionalidad francesa y se quedaron para siempre en el exilio. Solo en muy contados casos, como el de Neus Català, que regresó a Tarragona, consta que hayan vuelto. Hay un caso como el de Josep Figueras, también de Tarragona. A este hombre le venía bien para su delicada salud el clima mediterráneo, de modo que después de cerciorarse de que no había ninguna causa contra él, decidió regresar, pero tenía que presentarse regularmente en el cuartel de la Guardia Civil. Me decía que toda la vida se había sentido vigilado. La primera orden que recibió del jefe del cuartel de la Guardia Civil fue: “Pórtate bien y ve todos los domingos a misa”. Pasado el tiempo, algunos pudieron regresar de visita con pasaporte francés.

— ¿Qué testimonios te han impresionado más?

— Yo creo que el destrozo vital. Date cuenta de que muchos liberados no pudieron resistir las pesadillas y el sentimiento de culpa de haber salido vivos mientras sus amigos, compañeros y familiares murieron de una forma atroz, la mayoría de hambre y enfermedad, y tiempo después de la liberación se acabaron suicidando. El caso del escritor judío sefardita Primo Levi es bien conocido. Hoy parece claro que no pudo resistir las heridas abiertas por los diez meses que pasó en el campo de exterminio de Auschwitz, liberado por el Ejército Rojo. Todos me dicen que todavía, setenta años después, sufren pesadillas. “Carlos, los SS resucitan por la noche y vuelven a torturarme”, me decía un superviviente. El caso de Siegfried Meir me impresionó vivamente. Él era un niño de corta edad, hijo de una familia judía deportada a Auschwitz. A sus padres los mataron, pero como era rubito y muy guapo se lo quedaron y lo dieron a un español para que lo cuidara. Acabó en Mauthausen. Él vive ahora en Ibiza y cuando escucha a alguien hablar alemán se pone malo, pero no porque aborrezca ese idioma ni a los alemanes, sino por una angustia, una secuela psicológica de por vida. Paco Griéguez no puede dormir por la noc –¿Se sienten los más ignorados en España de cuantos lucharon por la libertad?

— Lo que dicen es que en Francia y en otros países europeos son héroes –han sido condecorados, han recibido la Legión de Honor– y en España son olvidados. El Estado español les ha ignorado completamente, y no sé yo si las autoridades tendrán a bien aprovechar la efemérides del 70º aniversario de la liberación de Mauthausen y el 40º de la desaparición del dictador para rendirles homenaje y que su historia y su lucha por la libertad se conozca.


— No parece que así sea si tenemos en cuenta que en el homenaje a las víctimas del holocausto que presidió el rey Felipe VI el día 27 en el Senado, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ni siquiera mencionó a los españoles.

— Eso me parece un desprecio y una indignidad, una demostración de que somos una anomalía democrática. Es obvio que todos los 27 de enero hay que recordar a los millones de judíos asesinados, pero creo yo que habría que aprovechar estos actos para realizar una discriminación positiva de los españoles, porque mientras toda la sociedad es consciente del holocausto y conoce lo que ocurrió, el 90% de los españoles todavía desconoce que miles de republicanos fueron deportados y murieron en aquellos campos de lo que los criminales del III Reich llamaban “la solución final”.

“El homenaje en
el Senado a las víctimas del Holocausto me pareció una indignidad y un desprecio
a miles de republicanos que fueron deportados y murieron en aquellos campos”

— En el libro aportas pruebas concretas de que Franco y su cuñado Serrano Suñer pidieron a Hitler que exterminara a los demócratas españoles.

— La orden clave por la que los prisioneros españoles son enviados a los campos de exterminio fue cursada el 25 de septiembre de 1940 desde Berlín a las SS. Lo que les ocurrió a los prisioneros españoles que combatían a los nazis junto a algunas unidades del Ejército francés no les ocurrió a los franceses ni, mucho menos, a los británicos. ¿Por qué? El mismo día que Berlín dio la orden de deportar a los españoles a los campos de la muerte, Ramón Serrano Suñer estaba en la capital alemana y se había reunido con Hitler y con Himmler, el jefe de la Gestapo. Otra prueba bastante macabra y miserable de la lealtad de los jefes nazis hacia el dictador español, hasta el punto de hacer lo que Franco les pedía, fueron las peticiones de que se sacaran de Mauthausen a determinadas presos cuyos familiares había conseguido que algún preboste franquista abogara por ellos. Hay telegramas pidiendo la liberación de zutano o de mengano. En algún caso llegaron a tiempo. En otros, las respuestas de Berlín fueron que ya habían muerto. Es decir, que incluso después de ordenar el exterminio, Franco y Serrano Suñer decidían a quién podían librar de la muerte.

— Parece claro quiénes fueron los culpables de aquellos crímenes de lesa humanidad.

— Franco y Serrano Suñer. En el libro queda meridianamente claro. Hay asesinos, culpables y también cómplices. En el libro hablo de las empresas que se lucraron de los trabajos forzados de los prisioneros españoles, de la responsabilidad de Stalin y del mal papel de los aliados, que conociendo lo que ocurría en los campos de exterminio no tuvieron ninguna prisa en adelantar la liberación porque no había británicos ni estadounidenses.

— ¿Te consta que en estos años de democracia haya habido algún gesto del Estado para reconocer a aquellas víctimas?

— Ninguno, cero. A los militares republicanos les reconocieron una pensión a mediados de los años ochenta. En 2005, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó Mauthausen. Eso ha sido todo. Lo mínimo que cabría solicitar es una petición de perdón y una reparación moral. Nada de eso se ha producido en un país con más de cien mil muertos en las cunetas y nueve mil en los campos nazis.

Trece deportados aportan su voz y su rostro para rendir homenaje a los más de 5.000 españoles que fueron asesinados en los campos nazis. Un vídeo breve y emotivo con motivo del 70 aniversario de la liberación de los campos y del 75 aniversario de la llegada de los primeros españoles a los campos nazis. / deportados.es



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