La película que hace temblar los cimientos de
la Iglesia
Lujo, exceso de vodka y todo tipo
de perversiones sexuales. 'Kler' provoca un terremoto en la ultra católica
Polonia
Daniel Fernández Sábado, 10 de noviembre de 2018
ElPlural
Podemos pensar
que la sombra de la Iglesia en España es alargada, pero se queda corta si la
comparamos con Polonia, un país donde Jesucristo fue declarado oficialmente 'Rey
de Polonia', con el propio presidente de la República como testigo y un
crucifijo presidiendo la puerta del Parlamento, y donde el 64% de la
población concibe la religión como un elemento clave de la identidad nacional,
frente al 38% de nuestro país.
Ha sido una
película la encargada de remover unas conciencias silenciadas por la
omnipresencia de la iglesia y de provocar un auténtico terremoto en el Estado y
la sociedad polaca.
Se trata de
Kler (Clero), de Wojciech Smarzowski, una cinta que
llama especialmente la atención en uno de los países más ultra católicos
de toda Europa, donde el 87% se declara católico (60% en España). El filme
se ha convertido ya en el más visto de la historia del país con más de
tres millones de espectadores. Pero el tsunami Kler ha traspasado
fronteras y ha colgado el cartel de ‘entradas agotadas’ en países como
Holanda, Noruega o Islandia, donde se estrenará próximamente.
En el cuarto país
con más curas del continente (más de 71 por cada 100.000
habitantes), este largometraje se ha atrevido a criticar a una Iglesia, muy
relacionada con los poderes políticos. Además, ha sacado a la luz dos Polonias
distintas. Mientras en grandes ciudades como Varsovia el público se
levanta y aplaude al terminar la película, en la Polonia rural -y no tan rural-
las autoridades han presionado a los dueños de los cines para no que no la
proyecten. Así ha ocurrido en Ełk (56.000 habitantes) o
en Ostrołęka (53.000).
La película
relata las juergas de tres sacerdotes, amigos de la infancia, en un orfanato
católico donde sufrieron distintos abusos. De vuelta al presente, deciden
reunirse una vez al año para ‘desmadrarse’ y beber vodka hasta el coma
etílico, manejando fajos de billetes para financiar toda perversión
que se les ocurra. La ambición de uno de ellos choca con un arzobispo
con estrechas relaciones con los políticos que pretende crear un gran santuario
y parque temático al estilo de Lourdes. Otro induce a abortar a una
feligresa de su parroquia con la que mantiene una relación. El tercero es un pederasta
y alcohólico muy ‘amigo de lo ajeno’.
Janusz Gajos, uno de
los actores de Kler, aseguró que el
largometraje “es una invitación a los
polacos para iniciar una seria conversación; debería ser una llamada
de atención, todos conocemos hechos de una gravedad inimaginable que tienen
lugar tras las cortinas de la Iglesia y cuyos perpetradores son protegidos”.
A pesar de que la Iglesia católica polaca se ha visto
afectada en los últimos años por una sucesión de escándalos tales como injerencias políticas, pederastia, antisemitismo
o delitos económicos, no había habido suficiente valor para realizar
críticas serias a esta gran institución, que ha escondido sus problemas bajo la
alfombra de forma sistemática con la colaboración del Gobierno, en manos
de la extrema derecha de Ley y Justicia.
Tanto es así que el
director de Kler no ha necesitado tirar
excesivamente de su imaginación. Numerosas escenas han sido sacadas de las
propias experiencias reales de los participantes en el rodaje o de las noticias
recogidas por los periódicos polacos. Algunos de esos ejemplos reales que han
inspirado las escenas del filme son el caso de la condena a la Iglesia
polaca a pagar 225.000 euros a una joven
que fue secuestrada y violada por un cura durante 10 meses en 2008 cuando
apenas tenía 13 años.
También se puede ver la influencia de la noticia
recogida por la versión polaca del diario Newsweek sobre
el foro de internet en el que curas gays
compartían información para encontrar chicos “complacientes y discretos”.
Poco después salían a la luz las fotografías de alumnos de 7 a 14 años
sometidos a una “ceremonia de bienvenida al nuevo curso” en la debían lamer la crema untada en las rodillas de
los curas. La inmunidad de los curas que muestra el largometraje
también evoca situaciones reales como la exclusión de 56 curas del listado
publicado por el Gobierno con los nombres de los condenados por abusos sexuales
a menores.
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