09/11/2018
Un profesor universitario
renuncia a su puesto con un retrato de la juventud que todos deberíamos leer
"Me
cansé... me rindo..."
Redacción El HuffPost
El periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn
ha escrito una conmovedora carta explicando los motivos por los que abandona su
puesto como profesor de periodismo en la Universidad ORT de Montevideo. El texto,
que pone los pelos de punta, presenta el retrato de unos jóvenes que,
finalmente, le han empujado a abandonar la enseñanza por puro hartazgo:
"Me cansé... me rindo...", ha titulado su misiva, que ha conmovido al
mundo de la educación.
"Me
cansé de pelear contra los celulares, con WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me
rindo. Tiro la toalla", comienza su exposición de motivos Haberkorn, quien
se muestra cansado "de hablar de asuntos que a mí me apasionan ante
muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir
selfies".
"No todos
son así, pero cada vez son más", continúan el académico, quien rememora
que "hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de lado
durante 90 minutos aunque solo fuera para ser maleducados todavía tenía algún
efecto", pero "ya no".
En
este sentido, el profesor se pregunta si quizás el problema se debe a algo que
él pueda estar haciendo mal, cuestión a la que añade el innegable dolor que
siente por la actitud de estos chavales: "Muchos de estos chicos no son
conscientes de los hiriente que es lo que hacen", lamenta.
Tras
destacar este aspecto de la mala educación, el maestro pone el foco en el
desinterés de estos jóvenes por la información, lo que hace cada vez más
difícil "explicar cómo funciona el periodismo a gente que no lo consume y
no le ve sentido a estar informado": "Es como enseñar botánica a
alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales", resalta,
antes de defender que la empatía necesaria en cualquier periodista termina
volviéndose en contra.
No
obstante, el profesor trata de buscar el porqué de esta situación, y cae en la
cuenta de que la culpa no es sólo de los chavales: "Y entonces ves que a
estos muchachos que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez
de siempre los estafaron, que la culpa no es sólo de ellos. Que la incultura,
el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos. Que les fueron matando la
curiosidad".
"Entonces
cuando uno comprende que ellos también son víctimas, casi sin darse cuenta va
bajando la guardia", reflexiona el profesor, que llega la conclusión de
que es en este punto cuando "lo malo termina siendo aprobado como
mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se
celebra como si fuera brillante".
"No
quiero ser parte de ese círculo perverso. Nunca fui así y no lo seré",
afirma tajante el maestro, quien concluye con un rotundo: "Ellos querían
que terminara la clase. Yo también".
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