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domingo, 29 de septiembre de 2019

¿Me puedo quedar en España?


Llamadme fascista, pero soy antifranquista. ¿Me puedo quedar en España?

Albert Pla

27/09/2019

Público

Hola quisiera hacerles una pregunta a los de Vox, PP y Ciudadanos.

Por este motivo la voy a hacer en castellano, porque no quiero ofenderles preguntando en catalán. Que yo no quiero líos con nadie.

Resulta que soy una mujer homosexual catalana divorciada.

Me divorcié porque mi pareja no quería que abortara.

¿Me puedo quedar en España?

También quiero reconocer que no creo en dios. Si, ya sé que es raro, aunque parezca una tontería, no creo en dios. Tal vez sea porque soy una supremacista. Tal vez porque de pequeña, me eduqué con las monjas de una escuela pública. Me daban tantas ostias que aún me duelen las cervicales. Y, por si fuera poco, el cura que nos venía a confesar cada semana, me metía mano.

Tal vez sea un delito de odio, pero siento un rencor profundo por ellos y también por sus ritos y por sus iglesias y por sus catedrales.

Tampoco soy monárquica.  Qué queréis que os diga, llamadme traidora a la patria, pero, históricamente, me caen mejor las ideas políticas de Simón Bolívar y las de la ilustración, que las ideas absolutistas  de los Borbones.

Ya sé que, en este país, estas ideas están mal vistas. Llamadme racista, pero es que, además, este rey me parece altivo y repelente. Sobre su mujer, mi reina, no quiero pronunciarme porque me meterían en la cárcel. Jolines, llamadme extremista, pero me caen fatal.

Tampoco voté jamás a ningún partido de derechas.

Llamadme fascista, pero reconozco, que en la intimidad, más de una vez he maldecido la memoria de Franco, Fraga Iribarne y la de todos sus herederos políticos, porque, llamadme intolerante, creo que eran unos fachas de mierda. Eso es lo que siento.

Incluso, llamadme integrante de un grupo violento criminal por no denunciar a unas amigas que piensan que los que mataron a Carrero Blanco eran héroes de la lucha antifascista, y no unos putos terroristas.

Y para ser franca me la suda el cadáver de Franco. A mí, llamadme insolidaria, me da igual que lo metáis en el vestíbulo de vuestra sede o en una bolsa de basura.

Otra cosa, no me gustan los toros. Si, ya sé que los toreros son unos artistazos, y que los toros viven como reyes en fincas infinitas cuyos dueños son majísimos terratenientes. Pero, será que no comprendo esta clase de arte, tal vez por incultura o por racismo, pero no lo puedo evitar, me da pena que maten a los toros. Llamadme antisocial, pero no me gusta ver ni un toro muerto.

Soy tan intolerante que ni siquiera, me gusta ver una persona sentada sobre un caballo.

Para ser sincera del todo, también diré que estoy hasta el moño del flamenco, de la fiesta del Rocío, y de la Semana Santa. Aborrezco las jotas, la tuna y el chotis. Nunca conseguí leerme entero don Quijote de la Mancha. Y no le encuentro ninguna gracia a los poemas de Quevedo.

Tampoco me gustan los colores de la bandera española. Me quedo con la bandera de la franja violeta. Llamadme mariquita, pero era más vistosa.

Otra cosa. Aborrezco los desfiles militares. Me da miedo la Guardia Civil. Y, llamadme frígida, pero me cago de miedo cuando un policía nacional viene a tomarse unas cervezas al bar de mi pueblo.

Sí, me sabe mal. Tal vez solo sea una de esa minoría de feminazis que oprime y excluye a esa gran mayoría silenciosa de lesbianas normales de derechas y patriotas, pero, aun así, ¿puedo quedarme en España?

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