Llamadme fascista, pero soy
antifranquista. ¿Me puedo quedar en España?
Albert Pla
27/09/2019
Público
Hola
quisiera hacerles una pregunta a los de Vox, PP y Ciudadanos.
Por este
motivo la voy a hacer en castellano, porque no quiero ofenderles preguntando en
catalán. Que yo no quiero líos con nadie.
Resulta que
soy una mujer homosexual catalana divorciada.
Me divorcié
porque mi pareja no quería que abortara.
¿Me puedo quedar en España?
También
quiero reconocer que no creo en dios. Si, ya sé que es raro, aunque parezca una
tontería, no creo en dios. Tal vez sea porque soy una supremacista. Tal vez
porque de pequeña, me eduqué con las monjas de una escuela pública. Me daban
tantas ostias que aún me duelen las cervicales. Y, por si fuera poco, el cura
que nos venía a confesar cada semana, me metía mano.
Tal vez sea
un delito de odio, pero siento un rencor profundo por ellos y también por sus
ritos y por sus iglesias y por sus catedrales.
Tampoco soy
monárquica. Qué queréis que os diga, llamadme traidora a la patria, pero,
históricamente, me caen mejor las ideas políticas de Simón Bolívar y las de la
ilustración, que las ideas absolutistas de los Borbones.
Ya sé que,
en este país, estas ideas están mal vistas. Llamadme racista, pero es que,
además, este rey me parece altivo y repelente. Sobre su mujer, mi reina, no
quiero pronunciarme porque me meterían en la cárcel. Jolines, llamadme
extremista, pero me caen fatal.
Tampoco voté
jamás a ningún partido de derechas.
Llamadme
fascista, pero reconozco, que en la intimidad, más de una vez he maldecido la
memoria de Franco, Fraga Iribarne y la de todos sus herederos políticos,
porque, llamadme intolerante, creo que eran unos fachas de mierda. Eso es lo
que siento.
Incluso,
llamadme integrante de un grupo violento criminal por no denunciar a unas
amigas que piensan que los que mataron a Carrero Blanco eran héroes de la lucha
antifascista, y no unos putos terroristas.
Y para ser
franca me la suda el cadáver de Franco. A mí, llamadme insolidaria, me da igual
que lo metáis en el vestíbulo de vuestra sede o en una bolsa de basura.
Otra cosa,
no me gustan los toros. Si, ya sé que los toreros son unos artistazos, y que
los toros viven como reyes en fincas infinitas cuyos dueños son majísimos
terratenientes. Pero, será que no comprendo esta clase de arte, tal vez por
incultura o por racismo, pero no lo puedo evitar, me da pena que maten a los
toros. Llamadme antisocial, pero no me gusta ver ni un toro muerto.
Soy tan
intolerante que ni siquiera, me gusta ver una persona sentada sobre un caballo.
Para ser
sincera del todo, también diré que estoy hasta el moño del flamenco, de la
fiesta del Rocío, y de la Semana Santa. Aborrezco las jotas, la tuna y el
chotis. Nunca conseguí leerme entero don Quijote de la Mancha. Y no le
encuentro ninguna gracia a los poemas de Quevedo.
Tampoco me gustan
los colores de la bandera española. Me quedo con la bandera de la franja
violeta. Llamadme mariquita, pero era más vistosa.
Otra cosa.
Aborrezco los desfiles militares. Me da miedo la Guardia Civil. Y, llamadme
frígida, pero me cago de miedo cuando un policía nacional viene a tomarse unas
cervezas al bar de mi pueblo.
Sí, me sabe
mal. Tal vez solo sea una de esa minoría de feminazis que oprime y excluye a
esa gran mayoría silenciosa de lesbianas normales de derechas y patriotas,
pero, aun así, ¿puedo quedarme en
España?
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