Majestad, ahórrese la
brutal e indecente hipocresía de su discurso y el año que viene tómese
vacaciones
Público
Luis Gonzalo Segura
25
diciembre, 2016
Estimada,
admirada y queridísima Majestad:
Cuando creía
que podía pasar unos días tranquilo, me he levantado y me he encontrado de
frente con su discurso. No le voy a engañar porque no estamos ya para paños
calientes: su alocución ha sido un desagradable bofetón para mí.
Según lo leía me parecía tan increíble, indignante y vomitivo (no es por
ofender, es que casi termino en el baño porque últimamente estoy muy
sensible)…
Ya que
estamos en confianza, esa que otorga el hermoso vínculo de un súbdito con
su rey sucesor del atroz y repugnante franquismo, le confieso que lo primero
que pensé fue: ¿No le da vergüenza? ¿Ni siquiera un poco? ¡Vaya ejercicio
tan salvaje de cinismo e hipocresía!
La portada
de ‘El País’ no podía ser más farisaica: “La intolerancia y la exclusión no
pueden caber en España”. Leer esta frase cuando acabo de ver ratificada mi
expulsión por ejercer la libertad de expresión me resulta de una grosería
insoportable. Me hubiera gustado escuchar esto de su boca hace unas semanas
para defender a quien denuncia corrupción, abusos y privilegios anacrónicos
dentro de sus Fuerzas Armadas. No fue así. Calló. Y calló, Majestad, como lo
hizo durante estos años mientras sus Fuerzas Armadas se fueron rellenando
de acosadores sexuales, agresores sexuales, oficiales que intentaron violar a soldados, ladrones, consumidores de droga, malversadores, fascistas o torturadores. Todos ellos siguen sirviéndole y no se le
percibe ofendido o preocupado. Llámeme rarito o traidor si quiere, pero
yo lo estaría.
Y, ahora,
habla y se descuelga con “la negación del otro o el desprecio al
valor de la opinión ajena” y “exige respeto y consideración a los demás”…
¿Ahora?
Seamos
sinceros, Majestad, a usted no le importa nada en absoluto “la negación del
otro o el desprecio al valor de la opinión ajena” y, menos aún, exige con
sinceridad “respeto y consideración a los demás”. Si lo hubiera hecho, si estas
palabras fueran sinceras en su interior, no habría permitido que en este país
se machacase a los denunciantes de corrupción como se nos machaca, menos habría
permitido que permaneciera encerrado durante 139 días incumpliéndose los
artículos 5 y 6 del Convenio Europeo de los Derechos Humanos y,
finalmente, no habría permitido que se nos expulsara de nuestros puestos
de trabajo. Habría hecho algo, habría dicho algo, se situaría con ellos,
se situaría con nosotros. Pero la realidad es que no está ni estuvo jamás con
nosotros, al menos no conmigo. Los denunciantes de corrupción nunca le tuvimos
junto a nosotros.
Realmente,
para lo que exige respeto y consideración no es para “los demás”, sino para
ustedes, para su mentalidad fascista de apología del Franquismo en la Revista Ejército de Tierra o
para la exaltación de la figura de Franco como salvador del pueblo en
las conferencias del CESEDEN. Porque si usted tolera estos
acontecimientos dentro de sus Fuerzas Armadas sin condenarlos vehementemente
los asume como propios. Y los asume sin mucha contradicción ni pesar.
Por tanto,
lo que subyace en tan pomposas palabras es bastante más mísero: usted y
sus acólitos no son de los de respetar la libertad de expresión y así
lo han demostrado en sus propias Fuerzas Armadas.
Usted es
de los que les gusta tener al teniente general Gómez de Salazar llamando yihadistas a las
asociaciones militares y de los que quiere que se respete su
decisión de sentirse orgulloso de su Ejército de acosadores sexuales,
agresores sexuales, oficiales que intentaron violar a soldados, ladrones,
consumidores de droga, malversadores, fascistas o torturadores y, también, de
su Ejército de soldados abandonados a los 45 años, discapacitados
expulsados o heridos y familiares de fallecidos en los tribunales.
Y, además,
quiere que se respete su desvergonzado discurso en el que también
afirmó: “Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y
manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”.
Majestad, le diré algo: de lo que es tiempo es de no continuar siendo el segundo país del mundo con más desaparecidos tras Camboya.
De lo que es tiempo es de condenar el franquismo y el fascismo, algo que el resto del mundo
civilizado hizo hace más de setenta años. De lo que es tiempo es de colaborar
con la justicia argentina o, mejor aún, impartirla nosotros con dureza.
De lo que es tiempo es de terminar con la inviolabilidad jurídica del rey (la
suya) y sus privilegios (los suyos). De lo que es tiempo es de desclasificar la
información que nos permita reconstruir los últimos cuarenta años con
exactitud. De lo que es tiempo es de justicia. Y, después, ya si eso, abrimos
los brazos y tendemos las manos, cantamos juntos en Paz, Amor y lo que le
plazca.
Si de verdad
quiere convivencia y respeto le aconsejo que sus Fuerzas Armadas
dejen de purgar a los diferentes y que se haga justicia con los
familiares de las víctimas del franquismo o de los GAL. No queda muy bien eso
de pedir fraternidad mientras ustedes se pasan por el Arco del Triunfo la
igualdad, la libertad, la tolerancia y la justicia… Si de verdad quiere una
armoniosa convivencia lo tiene muy sencillo: Igualdad, Libertad y
Fraternidad (por este orden) y si no es así, hágame un favor, ahórrese la
brutal insolencia del discurso anual. Y no, no se preocupe, que seguirá
cobrando lo mismo o más, que para eso se pone usted el sueldo.
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