Socialistas
Público
Aníbal Malvar
Diciembre
14, 2016
Oímos decir
a los socialistas del PSOE que da igual un congreso antes o después, una
gestora más breve o más longeva, un descabezamiento más cuellicorto o más
cuellilargo. Oímos decir a los socialistas del PSOE que antes las ideas que los
liderazgos, y ese antes las ideas es lo que les ha llevado a apoyar un gobierno
del PP, porque sin liderazgo no hay un líder que se avergüence de hacerlo.
El PSOE de
hoy no quiere liderazgo porque no encuentra a nadie que se responsabilice de
tanta vergüenza. Las gestoras son menos sonrojables que un secretario general o
una secretaría general.
El propio José
Luis Rodríguez Zapatero se sonrojó cuando firmó la reforma del artículo 135
de la Constitución. El 2 de abril de 2011 renunció a la reelección, el 29 de
julio anunció adelanto electoral y el 2 de septiembre votó con el PP la reforma
constitucional, la traición al no nos falles del 14 de marzo de 2004.
Ahora la
gestora, ese ente de inconsecuente rostro, permite sin vergüenza el veto del PP
–apoyado por Ciudadanos– a la subida de las pensiones propuesta por la mayoría
del Congreso. Por mucho que lloriqueen los socialistas del PSOE, la moción de
censura requiere solo mayoría absoluta y, lo que es mucho menos confortable, la
designación de un candidato alternativo.
Por tanto, a
pesar del berrinche de los socialistas del PSOE, no se suben las pensiones más
que un 0,25%, cuando la inflación se adivina en un 1,2. En una economía que
basa la supervivencia de nuestros jóvenes en la generosidad de los abuelos (y
no viceversa, cual sería conveniente), la caída de poder adquisitivo de los
pensionistas es un nuevo paso hacia la pobreza y la desigualdad. El voto en
contra del PSOE ayer no sirvió para nada. Su abstención no es sí de finales
de octubre, sí está sirviendo para mucho. A unos pocos.
Lo que sí
hacen muy bien los socialistas del PSOE son los gestitos, las posturitas, el
coqueteo. Ayer también presentaron una proposición no de ley para derogar la
reforma laboral. Y ganaron. Por 168 a 131. Pero esta victoria tan
estupefaciente carece de efectos jurídicos. Mariano Rajoy se la puede
pasar por el forro del Marca. La ministra de Empleo, Fátima Báñez,
ni siquiera acudió al debate. Estaría demasiado preocupada de otras cosas.
El caso es
que el PSOE, con esto de la gestora, ha conseguido que no haya una cara del
PSOE, para que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. Yo no sé cuánto tiempo
va a poder durar el disimulo. Entre la importancia de llamarse Ernesto y la
importancia de ser honrado hay un buen trecho, insalvable si se carece del
ingenio wildeano y de un traductor como Alfonso Reyes.
Los
socialistas del PSOE saben que tienen un problema, pero no se dan cuenta de que
el problema son ellos. Tiene que haber socialistas en España, aunque no sean
del PSOE, que consideren indigno un gobierno que inicia su andanza congelando
el dinero a los pensionistas y ausentándose del debate sobre la reforma
laboral. Por no hablar de Fernández Díaz y otras menudencias.
Este PSOE
sin cabeza está jugando la carta del tiempo, cuando la izquierda tiene tanta
prisa. La gestora espera que los votantes alguna vez olviden que, por dejación
de funciones, este PSOE descabezado está permitiendo que se perpetúen las
políticas que tanto demonizaron en campaña. Solo hay que seguir la actualidad
del Congreso para darse cuenta de que Mariano Rajoy sigue haciendo lo que le da
la pontevedresa gana.
Al final de
los tiempos, quizás antes de que los rayos C brillen en la oscuridad cerca de
la puerta de Tannhäuser, la gestora del PSOE convocará un congreso y se elegirá
un secretario general, una secretaria general, un rostro, un líder o una
lideresa, una cara. Y lo primero que tendrá que hacer es dejarla caer de la
vergüenza.
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