El manto
púrpura.
Es el título de un libro que escribió la periodista
mexicana Sanjuana Martínez que recientemente ha sido galardonada con el Premio
Ortega y Gasset de periodismo que concede el grupo Prisa al Mejor Trabajo de
Investigación. Se trata de un Premio que otorga el diario El País, en este caso
a un trabajo de investigación sobre la pederastia dentro de la Iglesia
Católica.
Sanjuana Martínez nacida en 1963 en Monterrey, Nuevo León, México, acreedora al Premio Nacional de
Periodismo 2006 (México) y al premio de periodismo Ortega y
Gasst edición 25 en 2008. Lleva 21 años en el periodismo.
Estudió en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de
la Universidad
Autónoma de Nuevo León en Nuevo León, México y realizó estudios de
postgrado en la Universidad
Complutense de Madrid. Ha trabajado para Diario de Monterrey, Canal
2 de Televisa Monterrey y la revista Proceso.
Para la revista Proceso fue la corresponsal por 15 años en Madrid y es
autora del libro: “Manto púrpura. Pederastia clerical en tiempos del
cardenal Norberto Rivera Carrera” (Editorial Grijalbo Mondadori, 2006).
A raíz de este libro fue amenazada de muerte (y algún que otro boicot
editorial) porque demostró con documentos y fotografías, que el purpurado
conoció los crímenes del cura pederasta Nicolás Aguilar Rivera y que a pesar de
eso le permitió seguir ejerciendo su ministerio lo que provocó que abusara de
más niños durante 30 años. Unos 60 niños en México y posteriormente 26 en
California. Parece ser que este cura vive oculto entre Puebla y Morelia. El
cardenal Roger Mahoney se disculpó ante las víctimas
y comentó que el hecho era "pecado y un crimen".
Sus artículos en el diario La Jornada sobre la jerarquía de la Iglesia en
Méjico que oculta y lo que es peor, justifica, los casos de pederastia del
clero, son los que le han valido el premio antes citado.
Ha declarado: “No están
interesados en que se haga justicia, no hay una voluntad por parte de la
Iglesia católica mexicana de que se haga justicia con los sacerdotes que han
abusado sexualmente de niños, piensan que tapándolo, silenciándolo, el problema
va a desaparecer, pero la pederastia clerical está ahí, nadie la puede
ocultar”. Sus artículos le han producido un “bloqueo y un silencio” por ciertas
editoriales y algunos medios de comunicación. Como ocurre casi siempre en estos
casos. El protagonista de su libro es el Cardenal Norberto Rivera (consiguió
hacerle una entrevista de antología) del que se lamenta: “La reacción del
arzobispado me parece grotesca, no tienen una frase de compasión ni de amor
para las víctimas, no tienen ese sentido humanitario y cristiano de apoyar el
sufrimiento de las víctimas”
También
en México la pederastia clerical esta “tolerada y promovida” por los propios
poderes de la Iglesia. Exactamente igual que ocurre en nuestro país. Los
sacerdotes pederastas denunciados son trasladados de diócesis, como si no
hubiese pasado nada, y siguen ejerciendo su “labor”. A veces hablan con las
víctimas para que “perdonen” a sus
agresores que generalmente no suelen ser castigados tampoco por la Justicia.
Sanjuana
Martínez afirma que "el pederasta sacerdote no es cualquier pederasta:
estamos hablando de un maestro, un pastor, un guía". Por eso. "es
doblemente condenable que un individuo utilice su sotana como poder para abusar
de un niño". Cree que "es una verdadera vergüenza la impunidad que
tienen, que se permita que criminales de esa naturaleza vayan por ahí libres.
Tiene
perfectamente asumido que sus libros y
artículos "no están reconocidos por la Iglesia mexicana", pero
advierte que son "aptos para los católicos decentes que se niegan a tener
una venda en los ojos" y que se atreven a denunciar estas actuaciones y “a
ponerse del lado de las víctimas y no del de los pederastas”.
La
mayoría de los católicos no quieren oír hablar de estos temas, se sienten
agredidos cuando alguien les muestra la realidad por la que la vieja
institución atraviesa y vive anclada en el pasado sin reaccionar ante los
problemas que actualmente tiene la sociedad moderna. Hacen oídos sordos, miran
hacia otro lado y si pueden matan al mensajero.
Luis Viadel
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