Carta a
un comentarista anónimo
Dirigida al que clama contra el islam y aboga por la expulsión de todos los
árabes y/o musulmanes del país
Sarah Babiker
Ctxt
18 de Agosto de 2017
Comentarista anónimo:
Los tiempos que añoras no van a
volver. Seguramente tu vida es peor que antes, por muchas razones además del
terrorismo. Seguramente te cuesta habituarte a diversas incertidumbres, la
personal, la económica. Todo es más difícil, no puedes fiarte de nada. Miras a
tu alrededor y además están ellos. Gente diferente, percibes, musulmanes que
tienen carnicerías halal y hacen el ramadán una vez al año, mujeres con velo,
jóvenes que hablan árabe por el móvil. Algunas personas que practican el Islam,
una parte mínima, han cometido actos tremendos. Sobre todo contra otras
personas de su misma religión, y que hablan, como esos vecinos diferentes,
variantes del árabe. También en tu ciudad, comentarista anónimo, por las calles
que tantas veces has transitado, en lugares donde podías haber estado tú. ¿Cómo
no estar asustado?
Lo que corresponde ahora, en tu
opinión, es expulsarlos a todos. No me queda claro, comentarista anónimo, si
son los árabes los que deben irse, o los musulmanes. O los árabes musulmanes, o
cualquiera que tú consideres que podría ser árabe o musulmán. Quisiera, para
empezar, comentarte, que no todos los musulmanes son árabes, ni todos los
árabes son musulmanes. Ya que estamos, te aclaro que no todos los musulmanes
son practicantes, de los practicantes solo una parte son islamistas, y la
inmensa mayoría de estos últimos no son terroristas. Siento la necesidad de
explicártelo porque no parece que lo sepas.
Comentarista anónimo, tu ignorancia
no es del todo responsabilidad tuya. Primero falló el sistema educativo, más
preocupado de que aprendieras los reyes godos, de que memorizaras ríos y
afluentes que de instruirte sobre el mundo en el que vives. Tienes un
continente aquí al lado, del que desconoces todo. No sabes nada de la gente que
allí vive, de la expropiación de recursos y vidas que aún sigue sucediendo, de
sus luchas y resistencias, y como no sabes nada de ellos, ni siquiera puedes
pensarlos como personas, y por ello no empatizas, y es así como solo les ves
como invasores o, en el mejor de los casos, como víctimas para las que no hay
lugar. Una víctima, así, sin más biografía, no es una persona. Quizá,
comentarista anónimo, acabaste hasta la universidad, sin saber lo más mínimo
sobre la segunda religión monoteísta del mundo. No ya sobre la religión, aquí
no es la religión lo importante, es la gente que la practica y cómo son sus
vidas. ¿Qué te contaron de las personas de tradición islámica en la escuela?
¿Qué sabes de la historia de sus países, de su vida cotidiana? ¿Qué sabes de
las personas musulmanas que viven aquí? ¿Qué sabes de los árabes más allá de
que muchos de ellos practican el Islam?
Comentarista anónimo, encima los
medios masivos de comunicación no ayudan. La mayor parte de los periodistas
fueron (mal) educados del mismo modo que tú, el foco puesto en un nosotros
“occidental” del que éramos el Sur, y afuera todo sombras y campos de saqueo,
espacios de impunidad. Periodistas que cuanto menos saben con más firmeza
proclaman mierda eficazmente expandida por la caja de resonancia privilegiada
que son los medios. Medios de comunicación que pueden dedicar páginas dobles a
la ropa que llevaba Letizia en la última recepción real, reportajes al
forúnculo de un afamado futbolista, pero para los que África no existe, y
Latinoamérica o el mundo árabe existen en la medida en que interese a sus
accionistas.
En nada ayudó tampoco la
socialdemocracia, comentarista anónimo. En lo económico asumieron las prácticas
del liberalismo, dejaron que el Estado de Bienestar se achicase, que el trabajo
se hiciera un bien escaso y mal pago, que la vivienda fuera un lujo, y cuando
los empobrecidos locales empezaron a percibir a los empobrecidos foráneos como
enemigos, como competidores por los recursos, los progresistas en el poder les
dijeron: está feo ser racistas e imprimieron muchas pegatinas en las que ponía:
“somos diferentes, somos iguales”. Y hasta ahí llegó la cosa. Bajo lo
políticamente correcto se incubó toda esa mierda que ahora brota en forma de
comentarios anónimos en todos los medios. Los socioliberales tuvieron la
flojera de trabajar mucho el discurso, y poco la educación, y mucho menos las
realidades materiales. Entre sus grandes proclamas por la igualdad dejaron que
se extendieran páramos de exclusión, desigualdad real y cotidiana, con jóvenes
sin lugar ni futuro, listos para alistarse a una causa que dé sentido a sus
vidas vacías.
Comentarista anónimo, por cada
comentario tuyo identificando a todos los musulmanes como el enemigo tras un
atentado, hay un comentario de otro tipo anónimo, que culpa a todo Occidente de
la situación del mundo musulmán, de los millones de muertos en Irak, de la
guerra interminable en Afganistán, de la situación en Palestina. Los dos sois
igual de útiles para unas élites que lo único que están dispuestas a repartir
es odio. Los dos basáis vuestros “nosotros” y “ellos” en una ignorancia muy
funcional al poder. Pero “ellos” estarás pensando, comentarista anónimo, vienen
aquí y nos matan, mientras “nosotros” no vamos a sus países a matarlos. Hay
muchas formas de matar, comentarista anónimo. Matan las guerras ilegales, matan
las armas de cuya venta se benefician tus élites, matan los discursos del odio
financiados con el simpático dinero de los saudíes, con los que ufanamente
comercian nuestros gobiernos.
Comentarista anónimo, siento tristeza,
porque sé que eres una persona. No eres un “islamófobo”, o un “racista” o un
ser abstracto a quien tenga que combatir con discursos. No eres un idiota ajeno
del que burlarme en las redes sociales. Eres mi vecina de arriba, mi primo, mi
compañero de la facultad, mi amiga de la infancia. Eres quizás la señora que le
acarició la mejilla a mi hija pequeña, el joven que fue a donar sangre justo
después de los atentados. Siento mucha tristeza y mucho miedo, porque lo que tú
dices no son ideas peregrinas de gente radicalizada, racismos bárbaros de
iletrados. Lo que tú dices, es cada vez más el sentido común de estos tiempos.
Y es de este sentido común, tan bien alimentado de ignorancia y desinformación,
al que solo alcanzamos a poner parches discursivos, del que brotarán los peores
fascismos. Ya lo estamos viendo.
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Sarah Babiker es periodista especializada en género y mundo árabe.
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