Por qué
Las Ramblas no es cualquier lugar de Barcelona
El escenario este jueves de un
mortífero atentado, es la gran avenida popular de la ciudad catalana.
18/08/2017
- Redacción
El HuffPost
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Los terroristas
no eligieron cualquier lugar para sembrar el terror en Barcelona.
Fueron a causar el máximo daño y dolor posibles y por eso optaron por Las
Ramblas, ese lugar mundialmente conocido, amado y admirado.
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Las Ramblas es la
gran avenida popular de Barcelona, el lugar en que históricamente la ciudad
celebraba los triunfos del Barça, se manifestaba o daba rienda suelta a sus
bajas pasiones.
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En el siglo XIX,
Barcelona destruyó las murallas que limitaban su crecimiento y se construyó un
paseo para unir la parte alta de la ciudad al mar, naciendo las Ramblas.
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Aunque
últimamente los barceloneses parecen haberse visto obligados a cederlo al
turismo, ese paseo del centro histórico, que discurre entre la plaza Cataluña y
el viejo puerto, ocupa un lugar especial en el corazón de la ciudad.
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Tanto, que da
lugar a un verbo barcelonés, "ramblear", que significa recorrer el
paseo. En otros tiempos, coincidían en ella los grandes burgueses catalanes que
acudían al teatro de la ópera del Liceo, con los marineros estadounidenses, las
prostitutas, las floristas, los vendedores de pájaros y los marchantes de la
Boquería, el mercado de alimentos más emblemático de la ciudad.
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Las Ramblas
atravesaban el corazón de la ciudad, y a su alrededor están la sede de los
poderes políticos, el gobierno catalán y el de Barcelona, el espiritual, con la
catedral y la gran iglesia de Santa María del Mar, y el monetario, con las
sedes de La Caixa o la medieval Llotja del Mar, al final del paseo, tocando al
mar, donde se cerraban los detalles de las expediciones comerciales
mediterráneas de la Corona de Aragón.
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El paseo está
dividido en cinco tramos. Empezando en su parte alta, se le llamaba 'la Rambla
de Canaletas, donde está la fuente de Canaletas, una fuente del siglo XIX de la
que dicen que quien bebe de ella vuelve a Barcelona', explica el ayuntamiento.
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El siguiente
tramo era la Rambla de los Estudios, porque albergó una de las primeras
universidades de Barcelona, y que acogía además el palacio de la Virreina,
regalo del virrey del Perú hacia su segunda esposa.
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Le seguían la
Rambla de las Flores, por sus puestos de floristas, la de los Capuchinos, con
el mítico Mercado de la Boquería y el Liceo, y acababa en la de Santa Mónica,
desembocando al mar allí donde se erige la gran estatua de Cristobal Colón
señalando a América.
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Todo aquel que lo
visita admira su disposición, sus flores, la alegría y vida que lo invaden. Con
eso han querido acabar los terroristas, pero desde el minuto cero tanto los
barceloneses como el resto de personas han dicho que no, que no lo van a conseguir.
Las Ramblas son y serán uno de los símbolos de esa ciudad tan mágica que es
Barcelona.
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