Memoria
histórica Violadas, asesinadas y arrojadas a un pozo. Se inicia la exhumación
del crimen del Aguaucho
María Jesús, Coral, Josefa, María y Joaquina fueron asesinadas en la finca
del Aguacho hace 81 años. La escuadra de falangistas que perpetró sus muertes
paseó su ropa interior en la punta de sus fusiles por todo el pueblo de Fuentes
de Andalucía (Sevilla) después de obligarlas a prepararles una comida y
violarlas.
Público
sevilla
María Serrano
Pablo Caballero
tenía solo seis años cuando perdió a la tita Josefa, su segunda madre.
Entrecortado, no olvida la fecha del último día que la vio con vida, 17 de
agosto de 1936. Ocurría en el municipio de Fuentes de Andalucía (Sevilla).
“Estuve años preguntando por
ella. En el pueblo me decían que la habían llevado a un pozo y que esos que
gritaban por las calles borrachos le habían quitado la vida”.
Han pasado 81 años y Pablo no
puede evitar emocionarse. Sabe que pronto se conocerá la verdad del crimen del
Aguaucho, la antigua finca donde cinco mujeres perdieron la vida, después de
que un grupo de falangistas las llevara hasta aquel cortijo abandonado para
violarlas, asesinarlas y arrojarlas a un pozo.
El próximo 11 de septiembre se
iniciará la exhumación de aquel viejo hoyo sellado a tan solo cien metros de la
autovía A-4. Su apertura revelará la cifra exacta de mujeres que fueron
cruelmente arrojadas en aquel lugar, situado en el término de La Campana. La
Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía ha
iniciado los trámites para completar los trabajos de esta fosa de mujeres en un
pueblo donde fueron asesinadas un total de veinticinco.
“Se llevaron a las más
jóvenes y a las más nuevas”
Los más viejos de Fuentes
siempre decían la misma frase del Aguaucho. “Se llevaron a las más jóvenes y a
las más nuevas”. Fuentes de Andalucía fue uno de los pueblos donde el golpe
militar triunfó de forma inmediata. Sin existir resistencia alguna, no se
efectuaron disparos más que al aire por parte de la Guardia Civil. En la
mañana del día 19 de julio, la mayoría de los fontaniegos destacados de
izquierda fueron apresados por los golpistas.
Las cifras oficiales destacan
que la represión organizada en Fuentes dejó en fosas comunes 116 cadáveres
entre el 24 de julio y el 29 de septiembre de aquel año. En el Registro Civil
figuran 103 fallecimientos (25 mujeres y 78 hombres), y en todos aparece
como causa común “la Guerra”, a pesar de la ausencia de conflicto. La alta
población femenina fusilada en el pueblo lo señala como uno de los municipios
donde las mujeres sufrieron con mayor crudeza la represión.
Juan Morillo señala a Público
cómo quiso contar aquella historia a través de la obra de teatro “Romanche
del Aguaucho” representada por casi un centenar de espacios. “El pueblo
entero quedó marcado por el crimen de un grupo de niñas que solo habían
bordado una bandera o habían participado en las manifestaciones del 1 de mayo.
No habían hecho nada más. Mi madre era amiga de algunas de ellas que vivían en
la antigua calle Aurora del pueblo”. Morillo sabe que aquel relato oral tardó
casi setenta años en que fuera escrito. “Moreno fue el primer historiador que
puso sobre el papel la historia del Aguaucho en el año 1999. Fue cuando
conmocionamos a muchos al conocer una historia tan trágica”.
El borracho, criminal y traidor general
Queipo de LLano
“No se van a librar por
mucho que berreen y pataleen”
Desde la toma del golpe militar
en la ciudad de Sevilla, el general Queipo de Llano animaba a las escuadras de
voluntarios falangistas a emprender cualquier método que doblegara a la
población local. En el caso de las mujeres incitaba incluso a la violación
desde sus arengas radiofónicas. “Esto es totalmente justificado porque estas
comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo
que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por
mucho que berreen y pataleen”.
Moreno señala que “estos
mensajes del general Queipo de Llano invitando a la violación nos demuestran
que no tenían límites para la consecución de sus propósitos, violación y
muerte. Todo valía”. El crimen del Aguacho se “justificaba” así por parte de
los legionarios que querían paralizar a la población tomando a las más
inocentes, mujeres jóvenes de entre 16 y 22 años de edad. Muchas de ellas
criadas de señoritos.
El crimen del Aguaucho se
ejecutó el 27 de agosto de 1936. Moreno relata con crudeza cómo un grupo de
grupo de mujeres jóvenes “fueron conducidas en una camioneta desde el Depósito
Municipal a un pequeño cortijo conocido como el Aguaucho, situado en el término
de La Campana junto a la carretera, cerca del cruce con la autovía A-4”.
Separadas del resto de mujeres que tenían como destino ser fusiladas en las
tapias del cementerio, cinco de ellas fueron conducidas a una finca abandonada.
María Jesús Caro González, de 18 años de edad y soltera, las hermanas
García Lora, Coral y Josefa de 16 y 18 años de edad, María León Becerril
de 22 años y soltera y Joaquina Lora Muñoz, de 18 años y soltera.
La ropa interior en la punta de los fusiles sin ocultar el
crimen
“Sabemos que fueron asesinadas
y arrojadas a un pozo, desconociendo qué ocurrió exactamente durante las horas
en que transcurrieron los acontecimientos”, afirma Moreno. Al atardecer del
mismo 27, el camión que había subido con las mujeres entraría por por la Puerta
del Monte y recorría la calle principal de Fuentes, la Carrera. El vehículo era
conducido por la cuadrilla de asesinos falangistas ebrios. Era ya de noche y
algunos de ellos portaban en la punta de los fusiles la ropa interior de las
jóvenes que horas antes se habían llevado. “Eran bragas y sostenes de las
niñas que habían obedecido a la ley militar sin conocer el triste destino que
les esperaba. Daban voces por las calles vacías”, aclara Moreno. Mientras
familias lloraban sin desconsuelo en el interior de la casa la muerte de
aquellas inocentes.
En 1999 se pone el caso por
escrito. Moreno preguntaba sin descanso por las calles de Fuentes sobre un
crimen, el del Aguaucho. “Todos los testimonios coincidían en que las mujeres
eran fusiladas en el Cementerio Municipal, pero una vez ocurrió el caso
relatado del Aguaucho, sabían que habían enterrado en un pozo a varias de las
más jóvenes. Alguno añadió que “las obligaron a prepararles la comida antes
de abusar de ellas y asesinarlas”. Otros vecinos hablaban de las amenazas y
los insultos que tuvieron que soportar las niñas en medio de la comida y de los
viejos falangistas que atormentados hablaban que “lo que hicimos con aquellas
muchachas”. Ninguno de ellos fue nunca juzgado por el crimen y sus nombres no
han trascendido como culpables. El caso ha quedado impune.
Un monumento por
suscripción popular
Morillo recuerda que el
conocimiento del caso del Aguaucho hizo que el pueblo tomara conciencia del
terrible crimen. “Fue tal la conmoción que ha tenido en el pueblo la historia
de María Jesús, Coral, Josefa, María y Joaquina que los propios vecinos
hicieron una suscripción popular para crear un monumento en el Parque de los
Luchadores por la Libertad” coordinado por la Comisión de Memoria Histórica de
Fuentes de Andalucía que engloba a familiares y al propio ayuntamiento. La
estatua de hierro forjado , obra de Paco Parra e inaugurada en 2013, simula un
pozo invertido donde un grupo de palomas se alza ante la vida. Nadie olvida la
terrible barbarie ni la descarnada represión que revela el crimen de Aguaucho.
Cada 27 de agosto el pueblo de Fuentes les rinde homenaje. La exhumación de sus
cuerpos arrojara verdad que falta ante un crimen que parecía olvidado pero que
reside en la memoria intacta de muchos fontaniegos.
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