Buscar este blog

jueves, 24 de agosto de 2017

La caverna está llena de cavernícolas

Crónicas hiperbóreas
Cómo arreglar esto en dos patadas
Las muy hispánicas y raciales reacciones de la caverna tuitera y mediática tras el atentado de Barcelona
23 de Agosto de 2017
Ctxt
“La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia
tiene sus límites, la tontería no”
Claude Chabrol

Esta es una de las situaciones que requieren echar mano del consabido marciano. El marciano-testigo, me atrevería a apostar, se sorprendería de la especificidad hispana de las reacciones de los líderes de opinión (incluso, de ser un marciano mínimamente analítico, se sorprendería también de quienes son los líderes de opinión). Después de esas tragedias provocadas en los Estados Unidos de América por un tarado que entra a tiros en una escuela o en un supermercado, los debates ciudadanos que se generan suelen ser dos. Uno, sobre las razones que pueden llevar a un chico que siempre saludaba/estaba encerrado todo el día con el ordenador a matar a gente que, por lo general, no conocía. El otro, acerca de la conveniencia o no del prácticamente libre acceso de los ciudadanos estadounidenses a las armas de guerra. Aquí, sin embargo, uno de los focos del debate se centra en el mobiliario urbano, bolardos y macetas, como elemento de seguridad. Y en cuanto a las razones conductuales la conclusión es inmediata: se comportan así porque son musulmanes.
Uno de los focos del debate se centra en el mobiliario urbano, bolardos y macetas, como elemento de seguridad. Y en cuanto a las razones conductuales la conclusión es inmediata: se comportan así porque son musulmanes
La escritora de origen marroquí Najat El Hachmi, catalana desde los ocho años, decía en El Periódico: “Habrá insultos, pintadas, exabruptos de todo tipo, sí. Pero si los terroristas no representan a los musulmanes, ¿por qué los racistas van a representar a los que no lo son?”. En efecto, el problema grave no son los tontos con una tiza en las inmensas y libres paredes de las redes sociales, sino los que pintan ―en todos los aspectos― en los medios de comunicación. Claro que, dentro de estos, hay grados, como describía Antón Losada: “Resulta estremecedor comprobar con qué facilidad los charlatanes de la guerra santa señalan y amplían el círculo de sus enemigos: primeros son los terroristas, luego los islamistas, luego los musulmanes, luego todos esos progres y buenistas idiotas que no entienden que estamos en guerra, luego los gobiernos buenistas y sus votantes idiotas, luego los gobiernos que no movilizan a los ejércitos y empiezan a contraatacar y así hasta que al final sólo quedan ellos”. No se ha dejado ninguno de estos campos sin cubrir. Algún estratega probablemente ha decido que cuánto más amplio sea el enemigo, más fácil es dar en el blanco.
La línea José Manuel Soto
Haciendo buena la Ley de Poe (Natham, no Edgar Allan), que asegura que, online, en la ausencia de un guiño o indicación que lo aclare, es difícil o imposible distinguir entre una postura ideológica extrema y la parodia de esa misma postura, en el primer círculo del odio está la que podríamos llamar línea José Manuel Soto: “Esta gente viene a por nosotros, podemos pelear o esperar que nos maten, pasó el tiempo del buen rollito y el “Imagine”, yo prefiero pelear”. O “España es un país libre xq nuestros antepasados le echaron huevos y derrotaron al Islam, hoy los subvencionamos y pronto nos atropellarán”, proclamó el cantante.
Detrás de este adalid del chucknorrismo patrio, que parece muy seguro de que ninguno de sus antepasados a lo largo de 800 años fue musulmán, forma filas gente de la que cabría esperar un conocimiento de la historia que fuese más allá de la Enciclopedia Álvarez, como la periodista Isabel San Sebastián (“Malditos islamistas, hijos de… ya os echamos de aquí y volveremos a hacerlo. España será occidental, libre y democrática"). Pero la cosa viene incluso de más lejos, al parecer. La Gaceta se retrotrae al pasado, en este caso a solo a tres años antes, para destacar el afilado análisis que manejaba Pérez Reverte en un artículo de entonces ―“Es la guerra santa, idiotas”― en el que reproducía las palabras de un amigo: “Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas”.
No sé si viene muy a cuento, pero quizá no vendría mal el consejo de Hemingway: “Intenta comprender, no eres un personaje de tragedia”.
Pero, en general, a los comentaristas de guardia les preocupa, más que la política expansiva de la Persia de Jerjes I en el año 480 a.c., la de la Cataluña actual y sus gobernantes en ejercicio, tanto por acción como por omisión, en el pasado y en el futuro. Por acción, en el pasado, al haber promovido las migraciones de países musulmanes y preterido las de origen castellano hablante. Lo aseguran, además del cantante-politólogo Soto, el periodista-animador Alfonso Rojo y el editorial de El Mundo del día 18, que pedía a las autoridades catalanas “reflexionar sobre una política de acogida en la que han primado a veces los intereses electoralistas, vinculados al independentismo, sobre la seguridad nacional”. Como siempre hay gente sin demasiada comprensión lectora (o que esa fecha concreta no compró el periódico), tres días después el diario de Unidad Editorial lo dejaba más claro: “No podemos olvidar cómo el nacionalismo ha ido cebando una verdadera bomba al favorecer la llegada de inmigrantes de países musulmanes frente a los de países hispanohablantes, como parte de la estrategia de ruptura de España”. No he encontrado ninguna mención, ni entre los apasionados de la historia ni en los señaladores de culpables que no están en desiertos remotos ni en lejanas montañas, sobre qué podría haber distraído al gobierno de Aznar para que sucediese el 11M.
Frivolidad, coquetería y otros pecados capitales
Bieito Rubido, el director a distancia de ABC, daba a la vez a la acción y a la omisión en una sola frase: “A Puigdemont le preocupa más su ‘procés’ que el yihadismo que puede arruinar la economía de Catalunya”. Con su habilidad para el subtexto, Rubido dejaba caer un argumento que posiblemente suponía demoledor para la sociedad catalana: la economía. Con más seny, y más invocaciones a la tradición liberal, el famoso análisis de Lluis Bassets (El fin de la frivolidad) venía a decir lo mismo: “El atropello masivo y mortal demuestra que no caben las metáforas ni las licencias literarias a la hora de las culpabilizaciones políticas y sociales. Las expresiones y pintadas que designan a los turistas como terroristas han encontrado un eco siniestro en el atentado de ayer”.
Para sensibilidades más romas, Hermann Tertsch trataba el asunto a pecho descubierto: “Hagan el pino, llámenme de todo y quémenme en efigie o persona pero es la verdad. Es turismofobia en el amplio sentido. La CUP a lo bestia”. Arcadi Espada ensanchaba el campo de la culpabilidad nacionalista (aka “los coquetos”): “Toda esta gentecilla, entreverada de gentuza, lleva años coqueteando por activa o pasiva con la violencia: desobedeciendo, desacatando, chuleando la paz, que es la ley. Si el Cuerpo Nacional de Policía lo permite, quiero compartir los 13 muertos y 80 heridos con todos y cada uno de esos intolerables coquetos”.
A los comentaristas de guardia les preocupa, más que la política expansiva de la Persia de Jerjes I en el año 480 a.c., la de la Cataluña actual y sus gobernantes en ejercicio, tanto por acción como por omisión, en el pasado y en el futuro
El padre de todos los comentaristas, Jiménez Losantos, no libra ni a Mariano Rajoy aka “El Manso” de la relación de cómplices y/o inanes: “¿Qué creen los que aplaudían, aún no sé por qué, junto a los golpistas y los enemigos del turismo, que los que defienden pactar con la ETA y dinamitar España, Europa y el Capitalismo, no van a decir que en una Cataluña independiente será más fácil que el Islam deje de matar? Lo dirán y, con la ayuda de los aplaudidores, Pablenín al frente, lo harán”, dice con su finezza y su destreza nominativa habituales.
Como dándole la razón, y ajeno a las recomendaciones de sus colegas de dar rodeos literarios, trivializar y otras fruslerías, el director adjunto de El Español, Miguel Ángel Mellado, hace un Houellebecq. Inspirándose en Sumisión, la novela en la que el escritor francés dibuja una Francia futura gobernada por un partido musulmán, Mellado describe la Gran Mezquita erigida sobre lo que fue plaza de toros Monumental, entre otras distopías: “Hoy, en este calurosísimo verano de 2037, Ripoll es lugar de peregrinaje, pero para rendir tributo a los hermanos Moussa y Driss Oukabir…”. Quizá para compensar ese resbalón en la futilidad, el artículo se titula “Mamones, el enemigo no era Machado, sino Moussa”.
A estas alturas, nuestro marciano de referencia debería estar un tanto desorientado. ¿Hay tantos y tan variados culpables? ¿La guerra es inminente o ya estamos en ella? Wassir Nars, que no es un todólogo, sino un especialista francés en yihadismo, aseguraba el 19 de agosto en una entrevista en L’Obs que “España, como Francia o Bélgica antes, no es para el ISIS otra cosa que uno de los países de la coalición, y Barcelona es solo un lugar como otro donde causar muchas víctimas occidentales… En última instancia, es cierto que en la escatología milenarista del Estado Islámico, golpear el territorio de Al Andalus es simbólico. Pero no tome a los líderes de estos ataques por idiotas. El objetivo no es ganar Al Andalus o hacer de Barcelona la nueva Raqqa. Desarrollan una guerra estratégica y conocen la diferencia entre la comunicación y conseguir sus objetivos de guerra”.
Un veterano en conflictos internacionales, Ramón Lobo, también remaba contra corriente en Infolibre: “Despreciar al enemigo, considerarlo bárbaro o tonto, es el camino más fácil hacia la derrota. Para vencer es necesario aceptar que nos enfrentamos a personas inteligentes que tienen un plan y unas razones. Atacan a nuestros civiles porque sienten que nosotros bombardeamos a los suyos. Atentan porque sienten que atentamos contra sus países. Es necesario enfrentar su narrativa con otra narrativa. No bastan las declaraciones pomposas, por lo general, huecas”.
Y si alguien en el futuro trata de entender aquel verano catalán de 2017 valiéndose de los medios de comunicación de la época, quizá se encuentre con lo que mencionaba este martes en La Voz de Galicia el historiador Lourenzo Fernández Prieto: el titular de algunos periódicos europeos, el 2 de septiembre de 1939, decía “Polonia ataca a Alemania”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario