El motivo
por el que algunas personas ponen los cuernos a su pareja
Las infidelidades surgen de un
aspecto muy peliagudo de nuestra psicología.
20/08/2017
Demasiado a menudo, las infidelidades son consideradas el resultado de un
subidón de la excitación sexual o, simplemente, una canallada. En realidad,
pocas veces es esa la explicación. Cuando alguien comete una infidelidad, ya
lleva mucho tiempo indignado o más reservado con su pareja y poco tiempo
dedicado a intentar entender qué es lo que pasa.
Las infidelidades surgen de un aspecto muy peliagudo de nuestra psicología.
En una relación de pareja, hay que lograr poner en equilibrio dos ingredientes
muy diferentes: una necesidad de cercanía y una necesidad de distancia.
Todo el mundo desea cercanía para poder abrazar, tocar, intercambiar
confidencias, intimar, relajarse y sentirse como en casa. Que la otra persona
conozca sus pensamientos y poder navegar libremente por su mente también.
Pero todo el mundo necesita cierta distancia para no sentirse
empalagosamente atados, absorbidos o poseídos por otra persona. Todo el mundo
quiere mantener una cierta sensación de libertad. Una habitación privada cuya
única llave esté en su poder.
Cualquier desequilibrio, para un lado o para otro, se convertirá en un
desastre si no se afronta el problema.
Acostarte con
otra persona puede no deberse a la lujuria: puede ser solo una vía de escape de
la agobiante sensación de que tu identidad se está disolviendo en la pareja.
En una relación que amenaza con inclinarse demasiado hacia un exceso de
cercanía, corres el riesgo de acabar aislándote demasiado por la urgencia de
demostrarte a ti mismo que no todo lo que eres y haces le pertenece a tu
pareja, que aún puedes gustarle al resto del mundo, que eres consciente de ti
mismo. Acostarte con otra persona puede no deberse a la lujuria: puede ser solo
una vía de escape de la agobiante sensación de que tu identidad se está
disolviendo en la pareja.
Sin embargo, demasiada distancia puede minar la fidelidad en una relación
con la misma intensidad. La distancia suele interpretarse como un constante
rechazo: cuando intentas acariciar a tu pareja y se aparta o se queja, cuando
sacas un tema personal y cambia de conversación... Quizás te lleve a cometer
una infidelidad, no porque ya no quieras a tu pareja, sino precisamente porque
sí lo haces y la distancia que se empeña en interponer en la relación y su
falta de compromiso te resulta insoportable y humillante. Irónicamente, si te
pillan, te acusarán de no preocuparte por la relación, cuando fue la
preocupación la que propició en primer lugar la infidelidad.
Por desgracia, dos personas raramente empiezan una relación con las mismas
necesidades de cercanía y distancia. Ese es el motivo por el que es tan
frecuente entre las parejas oír los reproches de que un miembro es demasiado
frío y el otro, demasiado pegajoso. Son palabras completamente inservibles y
enfermizas que, en el fondo, describen dos formas de sentirse a gusto en una
relación.
Por lo tanto, es completamente necesario valorar juntos cuáles son vuestras
necesidades de distancia y cercanía para juzgar vuestras diferencias sin
enfadaros por ello y, de buen humor, disculparos. Solo de ese modo se puede
tener cierta seguridad de que vuestras diferencias no os llevarán, ya sea en un
chat online, en un bar o en una reunión, a una situación en la que solo
una infidelidad aparezca en el horizonte como solución a vuestros problemas de
cercanía y distancia.
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Este artículo fue publicado
originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés
por Daniel Templeman Sauco.
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