Papa Francisco, no permita que se dé asilo al
dictador
El hecho de que su cadáver pueda
descansar en un lugar de culto, es una ofensa para sus víctimas
Martes, 16 de octubre de 2018
Inasequibles al
desaliento, los franquistas vuelven con sus maneras
chulescas con sus desplantes y esa soberbia propia de los matones de
barrio. Ante la amenaza “socialcomunista” que ven en cada esquina y que
consideran despliega el actual Gobierno, regresan con fuerza y se parapetan en partidos de la derecha (el PP y
Ciudadanos), de la extrema derecha (Vox) y más allá, en grupúsculos
que se van organizando, con fervor, al calor y la llamada de los ultras
europeos. El objetivo final es, una vez más, arrojar del territorio español al
infiel, que es en suma quien no comulga con sus ideas de intolerancia y xenofobia. Pero, en un primer
alcance, la cruzada inmediata es salvar al adalid, al mal llamado Generalísimo,
quien debe ser exhumado de su tumba actual por decisión del Congreso de los
Diputados. Ya no protestan los neofascistas ante la entrada al Valle de los Caídos.
Ahora se regocijan con la iniciativa de la familia del dictador, que desea
llevar los restos, si se desentierran, a la cripta de la catedral de la Almudena, donde los Franco tienen
una sepultura en propiedad. Están seguros de que van a meter un gol imparable al Ejecutivo.
En tal tesitura, Francisco Franco pasaría de reinar
sobre los restos de sus enemigos muertos, a mantenerse
presente entre los vivos, en el corazón de la ciudad, como un
atractivo más para agencias de turismo y tiendas de suvenires, que podrán
comerciar con su figura y distribuirla impresa en camisetas, tazas de té,
sombreritos y abanicos. ¿Y la Ley de
Memoria Histórica? ¡A quién le importa! Ya pueden quitar nombres de
calles, que ellos tendrán a su caudillo “donde tiene que estar”, en la Plaza de
Oriente, junto al Palacio Real, donde “Él” disfrutaba del fervor popular,
encarnado en miles de personas que llegaban desde todos los puntos de la
nación, con autobuses gratis, fletados para la ocasión, y reparto de
bocadillos.
Pero no nos engañemos señores obispos, Franco
pisoteó todos los preceptos que nos enseñó Jesús de Nazaret. Perpetró un Golpe
de Estado, no le tembló la mano para condenar a muerte
Fuera de la discusión que ya se entabla sobre lo
que indica al respecto el derecho canónico, la
Iglesia española no parece disgustada de recibir a quien consideran “un
cristiano más”. Pero no nos engañemos señores obispos, Franco pisoteó todos los preceptos que nos
enseñó Jesús de Nazaret. Perpetró un Golpe de Estado, no le tembló la
mano, ni aun con el Parkinson avanzado, para condenar a muerte o para consentir
los asesinatos de millares de inocentes.
Mientras el
papa Francisco trae nuevos aires y hace vivir al Vaticano un fin de
semana de rectificación, canonizando a Pablo VI y a Monseñor Romero, la Iglesia
española parece ir en sentido opuesto. Duele que hayan canonizado antes a Juan
Pablo II, el que traicionó al obispo salvadoreño que, al propio Romero, un
ejemplo de defensor de los derechos humanos y un mártir, por cuya vida la
Iglesia de tiempos del papa polaco debería asumir responsabilidades. Pero
mientras el papa argentino rectifica, la Conferencia Episcopal española da un
paso atrás.
Franco fue un genocida, y el hecho de que su
cadáver pueda descansar en un lugar de culto es un sacrilegio, una ofensa para sus víctimas, que nunca fueron reparadas.
Espero y deseo que el Santo Padre, que ha conocido en su país la salvaje acción
de los dictadores, no consienta en darle amparo. Amén.
Enric Sopena
Enric Sopena es Presidente Ad
Meritum y fundador de ELPLURAL.COM
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