El
Obispado de Getafe desahucia a una pareja lesbiana con tres menores
Laura y Aroa ocuparon un piso propiedad de la diócesis
tras su primer desahucio. Sin ingresos y con tres niños de 5, 8 y 10 años,
se enfrentan al lanzamiento después de que la diócesis rompiera negociaciones
con la pareja tras conocer que eran lesbianas, denuncian
Público
14-10-16
Jairo Vargas
MADRID.- El
movimiento contra los desahucios consiguió en 2014 que Laura y Aroa no
fueran desahuciadas. No le duró mucho el respiro a esta pareja lesbiana que
vive con tres menores a su cargo y sin ningún tipo de ingreso. El mal estado de
la vivienda y las presiones por parte de un fondo de inversión al que Bankia
había vendido su casa, las obligaron a sacar sus pertenencias y buscarse otro
lugar donde vivir.
En esta
situación, Aroa y Laura recurrieron a la solución más obvia, rápida y fácil.
Una solución a la que están recurriendo cientos de personas en la Comunidad de
Madrid y miles en todo el país. Ocuparon una casa deshabitada.
Quiso la casualidad que el piso que escogieron, en la calle Moraleja de Enmedio de Móstoles, al sur de Madrid, fuera propiedad del Obispado de Getafe. Lo único que sabían era que llevaba más de cinco años vacío, según afirman la plataforma antidesahucios de la localidad y las propias afectadas. “Nos enteramos que era del Obispado un día que la Policía vino al bloque por los gritos de unos vecinos. Salí a ver qué pasaba y una vecina le contó a los agentes que estábamos ocupando una casa de la diócesis”, explica Laura. Pocos días después tocaron a su puerta un par de sacerdotes. Les contaron su caso y, según afirman, accedieron a prestarles ayuda.
Quiso la casualidad que el piso que escogieron, en la calle Moraleja de Enmedio de Móstoles, al sur de Madrid, fuera propiedad del Obispado de Getafe. Lo único que sabían era que llevaba más de cinco años vacío, según afirman la plataforma antidesahucios de la localidad y las propias afectadas. “Nos enteramos que era del Obispado un día que la Policía vino al bloque por los gritos de unos vecinos. Salí a ver qué pasaba y una vecina le contó a los agentes que estábamos ocupando una casa de la diócesis”, explica Laura. Pocos días después tocaron a su puerta un par de sacerdotes. Les contaron su caso y, según afirman, accedieron a prestarles ayuda.
Una decisión homófoba
“Nos dijeron
que prepararían otra casa que tenían, que negociaríamos un alquiler social, que
nos iban a ayudar”, relata Laura. Pero el resultado ha sido una sentencia
judicial “comunicada in situ” que fija la fecha del desahucio de
esta familia para el próximo 19 de octubre. Según las afectadas, la
actitud de la diócesis cambió cuando se percató de que eran una pareja
homosexual en lugar de hermanas. “Si no, no entiendo por qué al principio sí
nos iban a ayudar y luego nos llega una citación judicial de golpe o porrazo”,
apunta la afectada.
"No
sabíamos que eran lesbianas, no las echamos por su condición sexual",
desmiente la diócesis
“La diócesis
se niega a negociar un alquiler social argumentando que la vivienda es para
personas necesitadas”, explica la Plataforma Stop Desahucios en un comunicado.
Al parecer, Laura y Aroa no necesitan nada. Por eso han decidido cometer una
ilegalidad y arriesgarse a quedarse sin casa de nuevo, a ser condenadas por un delito
de usurpación de inmuebles y multadas con 270 euros. Eso fue lo que
dictó el juez en la vista celebrada hace casi un mes, después de que la
diócesis cursara la correspondiente solicitud en el juzgado. La pareja ha
recurrido el fallo.
Laura y Aroa
denuncian un caso de homofobia por parte de la Diócesis de Getafe, que
no ha contestado a los repetidos requerimientos de Público. Sin embargo,
en declaraciones a la agencia EFE, el canciller de la diócesis aseguró hace
escasos días: "No sabíamos que eran lesbianas, no las echamos por
su condición sexual, eso es falso". A diferencia de la versión de Laura,
el prelado asegura el piso es "para los sacerdotes que atienden las
parroquias", porque "según van cambiando los párrocos de la zona
utilizan ese piso".
Más tiempo
“Lo único
que pedimos es un poco de tiempo para encontrar una solución”, asegura Laura.
Tras mucho tiempo en el paro, hace una semana empezó a trabajar en el comedor
de un colegio. “Nada del otro mundo, un contrato a tiempo parcial que no
llega ni para un alquiler de 500 euros”, dice. Por eso necesita un alquiler
social. El viernes, junto a vecinos y activistas, se plantó en la puerta del
Obispado, en Getafe “para intentar alguien diera la cara y nos escucharan”. Fue
en vano.
El próximo
miércoles, si la diócesis no cambia su postura, Laura y Aroa, junto a sus hijos
de 5, 8 y 10 años, volverán a repetir la escena de hace dos años. Sacarán
sus cosas embaladas al portal mientras vecinos y activistas por el derecho a la
vivienda claman contra su desahucio. Uno más en un país con tres millones de
viviendas vacías, según denunció Amnistía Internacional en 2015. “No tengo en
la cabeza marcharme. Tengo tres hijos que no sé a dónde voy a llevar. No
tenemos familiares en Madrid. No sé dónde dejar las pocas cosas que tengo
empaquetadas y, encima, tengo un puesto de trabajo al que no puedo faltar”,
lamenta. “De aquí no nos vamos hasta que haya solución”, zanja.
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