Cospedal
ya hace negocio con el atentado de Londres
Público
23 Marzo, 2017
La ministra Cospedal, como anteriormente el Señor de la Guerra,
Pedro Morenés, como la industria armamentista después de los últimos
atentados de Paris (al día siguiente subieron sus acciones), como siempre que
se produce un ataque terrorista y mueren personas, ya ha puesto a funcionar la
maquinaria mediática y la caja registradora para obtener el mayor rédito
posible de los muertos. Objetivo: el 2% del gasto en Defensa del PIB. Hablando
en plata: más de 22.000 millones de euros anuales.
Afirma Cospedal que es necesario fortalecer el vínculo con EEUU por la
amenaza terrorista, esto es, plegarse a sus designios y gastar el 2% en
Defensa. Claro está, para que cuando lleguemos a los 22.000 millones de
euros pensemos en los 35.000, porque los rusos gastan todavía mucho más y
una Guerra Fría, una buena Guerra Fría, no la de chichinabo que tenemos
ahora y que se le hace escasa a la industria de las armas, supone gastarse un
dineral en armas. Por ejemplo, en el cazabombardero más caro del mundo, el
F-35, cuya unidad cuesta entre 90 y 110 millones de euros, ese que
nos venderán los norteamericanos si llegamos al imprescindible 2% y que ya
estudia nuestra cúpula militar.
Es cierto que el F-35 es la hostia, mucho más que la hostia. Y el S-80, el
submarino que no flota; y el A400M, el avión cuyos motores fallan; y el
Leopard, que tenemos decenas de unidades despiezadas y almacenadas por no poder
pagar el combustible; y mucho más. Pero lo que todavía nadie es capaz de
aclararme es cómo todo este material bélico de ultimísima tecnología va a
conseguir, el día que funcione y tengamos dinero para que opere, que no se
produzca un atentado en España o en cualquier otra parte de Europa o del mundo.
¿Hubiera protegido todo ese arsenal a los fallecidos en Londres, Bruselas,
Berlín, Niza o París? Parece difícil, por no decir imposible. Mucho imposible,
en palabras que nuestro presidente entienda.
Si la guerra ha evolucionado, es innegable que el terrorismo también, pero
lo que no ha cambiado ha sido el trasfondo de la partida que estamos jugando en
el Oriente Próximo desde hace más de cien años y en el mundo desde hace
milenios. Los atentados terroristas favorecen los intereses de las élites
porque les permiten justificar lo injustificable, embarcarnos en carreras
armamentistas que nada resolverán y en guerras frías que solo beneficiarán a
las industrias, las empresas, los poderosos y los políticos.
Resolver la cuestión no es fácil. Tal vez, inclusive, puede que imposible,
puede que siempre haya alguien que encuentre la suficiente motivación como para
matar a los demás, o intentarlo, pero lo que es irrefutable es que con
carros de combate, portaaviones, submarinos, fragatas y todo el arsenal que se
comercia a día de hoy el problema no se resolverá. Necesitamos conseguir que el
musulmán que se siente marginado en Europa deje de tener este sentimiento,
que es una realidad en muchos casos, y que el musulmán que habita en
Oriente Próximo deje de convivir entre el hambre, la muerte y la destrucción.
Si conseguimos estos dos objetivos, al menos si invertimos el suficiente dinero
en lograr estas metas, si conseguimos cambiar la errónea dirección que nos
conduce al abismo, solo si hacemos eso tendremos una posibilidad.
Mientras los mayores traficantes de armas se encuentren en nuestros
gobiernos, mientras nuestro propio rey le venda armamento a un país que está
cometiendo crímenes de guerra y que se encuentra muy cercano al yihadismo no
vengan a decirnos que llevarse bien con los norteamericanos sirve para luchar
contra el yihadismo. Mucho menos que aumentando el presupuesto en Defensa
nuestra vida será más segura. Y mucho menos cuando la tragedia todavía nos
mantiene conmocionados.
Es mentira y, además, es de muy mal gusto.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de dos
novelas (Un paso al frente en 2014 y Código rojo en
2015).
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