El padre
de Iglesias: "No eduqué a mi hijo para ser un mequetrefe con buenas
maneras"
“El torrente de insultos, mentiras y
descalificaciones que vierten los patanes del PP, sí responden, por lo visto,
al decoro parlamentario”
ElPlural
Jue, 30 Mar 2017
El padre de Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, ha salido al
quite de las acusaciones de PP, PSOE y
Ciudadanos sobre los “malos modos” de los diputados de la formación
morada. “Yo no eduqué a mi hijo para ser un mequetrefe con buenas maneras”,
ha señalado.
En una columna titulada Decoro y que publica el diario Público, Javier Iglesias Peláez critica a “la
presidenta del Congreso de los Diputados y sus acólitos de la triple alianza”
porque “pretenden imponer a los diputados de Podemos, bajo la excusa del
‘decoro parlamentario’, esa moral y esas maneras”.
“El torrente de insultos, mentiras y
descalificaciones que vierten a diario una banda de patanes del Partido
Popular, sí responden, por lo visto, al decoro parlamentario”, señala Iglesias
padre. Y recuerda el “a la mierda” de José Antonio Labordeta cuando denunciaba
torturas y “los decorosos diputados le decían que más torturaban sus
canciones”.
“Pero ya no es un diputado solitario: son 71 y tienen cinco millones de
ciudadanos detrás”, señala Javier Iglesias, para concluir: “Yo no eduqué a mi
hijo para ser un mequetrefe con buenas maneras. Le eduqué para decir la
verdad y gritarla alto si hace falta. Y estoy orgulloso”.
El día
que Labordeta faltó al decoro… y con razón
El cantautor mandó “a la mierda” a los diputados
del PP cuando le llamaron “cantautor de las narices”
Jue, 30 Mar 2017
Este jueves, el padre de Pablo Iglesias escribía un artículo en el que
defendía a su hijo de las acusaciones de “falta de decoro” que varios diputados
están extendiendo contra los diputados de Podemos. Dentro de esa reflexión, hacía
una mención al ya fallecido José Antonio Labordeta y a su mítico “A la mierda”
que dedicó a la bancada del Partido Popular.
Javier Iglesias recuerda que ese improperio vino provocado por los
diputados de la derecha cuando Labordeta
hablaba de las torturas del franquismo y le dijeron: “Tus canciones sí que son
una tortura”.
Aunque nadie mejor que el propio Labordeta para explicar cómo surgió aquel
momento. Fue el cantautor el que recordó el momento con Jordi Évole, cuando
todavía era El Follonero, en Salvados.
“Había sido un día muy duro,
habíamos estado discutiendo sobre la Guerra de Irak. Y cuando yo estaba
hablando había unos tíos diciendo: ‘¡Labordeta, con la mochila. Vete con la
mochila!’”, burlándose de su mítico programa Un país en la mochila. “Y
entonces uno me dice: ‘¿Qué me dices, cantautor de las narices?’ Ahí ya no
aguanté y perdí la cabeza. Les dije: ‘Vete a la mierda. Dejadme tranquilo.
Quiero hablar y no me dejáis hablar’”.
Sin embargo, hay
algo más reseñable en aquel momento histórico de Labordeta. Cuando dice a los
diputados del PP: “Ustedes están habituados a hablar siempre porque aquí han
controlado el poder ustedes toda la vida. Y ahora les fastidia que
vengamos aquí las gentes que hemos estado torturados por la dictadura a poder
hablar. ¡Eso es lo que les jode a ustedes! ¡Coño! Y es verdad,
¡joder!”.
¿Cuánto hay de ese
odio atávico, de ese clasismo, en las críticas cada semana del Partido Popular
a los usos y formas de Podemos y otros miembros de la izquierda? ¿Les molesta
que alguien les cante las cuarenta al ministro de Justicia, señalado por varios
escándalos? ¿O lo que les rechina es que el protagonista de la bronca
sea un jornalero famoso por ocupar tierras y que lleva trabajando desde los
ocho años rebuscando aceituna? ¿Les molesta que presuma que no pudo ir
a la escuela ante la pobreza que asolaba a su familia? ¿Qué no tenga los estudios que
muchos de ellos tampoco tienen, pero de los que sí presumen en sus currículos?
Sólo esa puede ser
la razón, porque desde la bancada de la derecha, las faltas de decoro no
escasean. “Cantautor de las narices”. “Usted traiciona a los muertos”. “¿Quieres que vaya o qué?”.
Son sólo algunos ejemplos, que parecen diluirse cuando se dicen detrás de una
corbata.
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