08 Mar 2017
Público
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona
A
primera vista, parece sorprendente que sea tan difícil para la dirección del
PSOE comprender por qué la socialdemocracia en España (y en Europa) ha ido
perdiendo apoyo electoral desde ya hace años, pérdida que se acentuó de una
manera muy marcada en los últimos años de gobierno del PSOE, que fueron los
años del inicio y desarrollo de la Gran Recesión. La explicación más común que
dan voces de esta dirección (y columnistas próximos a tal partido) a este
descenso del apoyo electoral es que la estructura social del país ha ido
cambiando, de tal manera que la clase trabajadora (que tradicionalmente había
sido la base electoral más sólida y leal de dicho partido) ha ido
desapareciendo o se ha ido transformando en clase media, que ha pasado a ser la
mayoría de la población. Esta explicación continúa apareciendo de una manera
explícita o, más frecuentemente, de una manera implícita, en las declaraciones
de dirigentes de tal partido, justificando así su pérdida de apoyo electoral.
La
evidencia que podría avalar tal argumento, sin embargo, no existe, tal como he
indicado en mi reciente artículo “Las consecuencias del poder de clase: el
subdesarrollo social de España (parte I)” (Público, 23.02.17). Los
datos existentes muestran que hay más personas en España que se autodefinen
como clase trabajadora que como clase media, situación que, por muy paradójico
que parezca, ocurre en la mayoría de países capitalistas a los dos lados del
Atlántico Norte. En realidad, la explicación de tal descenso
electoral no radica en los cambios del electorado, sino en los cambios en
las direcciones y aparatos de dicho partido, habiendo éstos incorporado, en sus
políticas económicas, elementos clave de la ideología liberal (que se
conoce en la narrativa popular como neoliberal) enraizados en la cultura
económica dominante, configurada por los poderes económicos y financieros, que
ejercen un enorme dominio en la configuración del conocimiento económico que se
expresa no solo en las revistas económicas académicas y en los think tanks
(como Fedea, sostenidos y financiados todos ellos por dichos poderes económicos
y financieros), sino también en las páginas de los espacios económicos de los
mayores medios de comunicación y persuasión del país. La gran mayoría de los
“gurús” económicos en tales medios (como Sala i Martín en los medios públicos
de la Generalitat de Catalunya -TV3 o Catalunya Ràdio-, o José Carlos Díez,
promocionado en El País o en La Sexta) son (y se definen a sí
mismos como) liberales.
El
dominio del pensamiento liberal en los equipos económicos del PSOE
Este
dominio del pensamiento liberal ha sido particularmente acentuado en los
equipos económicos de tal partido. Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes,
Elena Salgado, Miguel Sebastián, Jordi Sevilla, y muchos más, se definieron
todos ellos como liberales. Y todos ellos procedían, antes de aceptar los
cargos políticos, de las esferas privadas próximas al mundo empresarial (y
especialmente al financiero), o de la administración pública en la regulación
de los sectores financieros, estableciéndose un entramado entre esos intereses
financieros y económicos, por un lado, y los dirigentes de las políticas
económicas del PSOE, por el otro, lo que tuvo un enorme impacto en el
desarrollo de las políticas públicas del partido. Rubén Juste acaba de publicar
un excelente libro, “IBEX-35, una historia herética del poder en España”,
que detalla y documenta extensamente la relación de clara complicidad entre
muchos de ellos y las mayores empresas financieras, industriales y de servicios
que componen el IBEX-35 (el centro de poder económico del país). En realidad
fue Solchaga el economista liberal que, siendo Ministro de Economía, jugó un
papel clave en el establecimiento de dicho IBEX-35. Y fue otro economista,
también liberal, el Sr. Solbes, el que, al terminar su mandato como Ministro de
Economía, señaló que la política pública de la cual estaba más orgulloso era
“no haber aumentado el gasto público” en España, dicho y hecho en el país de la
UE-15 con uno de los menores gastos públicos por habitante (ver entrevista a
Pedro Solbes en el diario El País, 22.07.2007). Más tarde, tal ministro
pasó a dirigir las políticas de ortodoxia liberal en la Comisión Europea.
Los
economistas neoliberales de la época Zapatero
Jordi
Sevilla y Miguel Sebastián encajaron perfectamente en la definición de
economistas liberales, definiéndose cada uno de ellos como pertenecientes a tal
sensibilidad político-económica. El primero, Jordi Sevilla, señaló en más de
una ocasión que bajar impuestos era de izquierdas (frase que repitió más tarde
el Presidente Zapatero, al cual estaba asesorando), acentuando además que no
era necesario un aumento del gasto público en España, señalando que “solo
los socialdemócratas tradicionales [la manera amable de decir anticuados] como
Vicenç Navarro” están todavía pidiendo un aumento del gasto público, todo ello
dicho y hecho en el país que continuaba teniendo uno de los menores gastos
públicos sociales en la UE-15 (el grupo de países de similar nivel de
desarrollo al español). Y Miguel Sebastián, como bien señala Rubén Juste,
siguió la misma filosofía liberal de Solchaga, del cual fue discípulo, dando
gran protagonismo al IBEX-35 en la respuesta a la crisis iniciada bajo el
mandato del Presidente Zapatero.
¿Por
qué los equipos económicos del PSOE son liberales?
Un
hecho llamativo en el PSOE es precisamente el gran dominio de los economistas
liberales en los equipos económicos de los distintos gobiernos del PSOE (desde
que se estableció la democracia); no solo todos los ministros de Economía, sino
también los responsables de otros ministerios de las esferas económicas y
financieras del gobierno han sido y se han definido a sí mismos como liberales.
El lector se preguntará: ¿por qué han sido todos ellos neoliberales? Y, ahí, la
respuesta es también extraordinariamente clara de ver. Su dominio y
desarrollo de las políticas económicas es, ni más ni menos, resultado del
maridaje y del entramado del poder financiero y económico, por un lado, con el
poder político (y también mediático), por el otro. La evidencia de este
maridaje y entramado es abrumadora. Existe una larga lista de estudios que
documentan su existencia. El último de ellos es el ya citado libro de Rubén
Juste.
Y
esta situación es fruto de la percepción de la dirección política del PSOE
de la necesidad de proveer estabilidad y seguridad a los poderes fácticos
financieros y económicos, que podrían estar atemorizados por el discurso
socialista y la narrativa movilizadora de su lenguaje político y electoral.
De ahí que los presidentes de los gobiernos del PSOE hayan siempre asignado a
economistas liberales la dirección de las áreas económicas y financieras,
mientras que los economistas más socialdemócratas eran asignados a las áreas
sociales. Estas dos sensibilidades han estado siempre presentes en los
gobiernos PSOE, relación que no siempre ha sido complementaria pues, en esta
bipolaridad, la batuta y el bastón de mando los ha llevado, en la mayoría de
los casos (con contadas excepciones), el equipo económico, que es el que ha
establecido el marco dentro del cual se desarrollan las políticas sociales. Estas
han podido desarrollarse en momentos de expansión económica, pero, en momentos
de regresión, como el periodo de la Gran Recesión, el dominio de las políticas
liberales definido por el equipo económico ha sido absoluto. No hay que olvidar
que las políticas características del neoliberalismo frente a las crisis fueron
iniciadas por el gobierno Zapatero. Y es extraordinario que la dirección del
PSOE no haya hecho una autocrítica de tales políticas, pues es esta aplicación
de tales políticas (la reforma laboral que determinó el gran deterioro del
mercado de trabajo, y los enormes recortes del gasto público social, como parte
de las políticas de austeridad) la que conllevó su enorme descenso electoral.
¿Cambiará
el PSOE?
Todas
las señales muestran que si el PSOE sigue la dirección iniciada por su gestora
y por la candidata a la Secretaría General, la Sra. Susana Díaz, tales
políticas continuaran. Y una prueba de ello es que se ha asignado a otro
economista que explícitamente se define como liberal para dirigir su programa
económico. El economista José Carlos Díez, que es asesor de tal candidata,
es el “gurú” económico de El País y lo fue por un periodo de La Sexta.
Su propuesta Ponencia 2017 (de la cual ha coordinado la parte económica)
tiene un claro estilo empresarial, acentuando la necesidad de mejorar el
capital humano de la población laboral, siguiendo las recetas de las escuelas
de negocios que consideran al trabajador primordialmente como un instrumento
para optimizar y servir al capital, enfatizando más y más reformas
laborales que aumenten la competitividad del mundo empresarial, considerando
como objetivo del programa del PSOE que los salarios alcancen el nivel del año
2011. El programa critica la reforma laboral del PP pero no dice nada de la
reforma laboral del PSOE (que fue la que inició el deterioro del mercado
laboral). En cuanto a su política social, esta puede reducirse a políticas
asistenciales que atiendan a los pobres para eliminar la pobreza, y a enfatizar
políticas que garanticen la igualdad de oportunidades (el eslogan que
caracteriza al pensamiento liberal), ignorando que para que exista igualdad
de oportunidades entre un niño o una niña de un barrio como Nou Barris (barrio
obrero de elevado desempleo) y Pedralbes (barrio burgués) se requiere no
solo ayudas a la pobreza sino medidas profundamente redistributivas, no
consideradas en el programa Ponencia 2017.
Ni
que decir tiene que, aquí y allá, hay propuestas que parecen haber sido
añadidas al repertorio liberal por presión de otras sensibilidades, propuestas
que podrían dar la impresión que los autores del programa, el Sr. Díez entre
ellos, parecen haber cambiado. En este sentido hay una propuesta que merece
citarse pues significa un cambio notable de pensamiento de tal personaje.
La
osadía (o cara dura) del economista Sr. Díez
Cuando
el profesor Juan Torres y yo preparamos para Podemos las líneas estratégicas de
lo que debería ser el programa económico de un gobierno progresista, Democratizar
la economía para salir de la crisis mejorando la equidad, el bienestar y la
calidad de vida. Una propuesta de debate para solucionar los problemas de la
economía española, el Sr. Díez, entonces el gurú económico de El País,
nos criticó con el sarcasmo e insulto que caracteriza a las derechas liberales
de este país. Con un tono predeciblemente condescendiente (también
característico de la pomposidad del poder, aupado por las cajas de resonancia
mediática que dicho poder les ofrece), escribió en las páginas de tal rotativo
que, aun cuando teníamos buenas intenciones, no sabíamos de lo que estábamos
hablando, pues cuando proponíamos que el Banco Central Europeo prestara dinero
al ICO para que este lo prestara directamente a las pequeñas empresas hacíamos
gala de nuestra ignorancia, pues lo que proponíamos ya, según él, existía: el
ICO ya recibía tal dinero y hacía lo que estábamos proponiendo. Ni que decir
tiene que la gran mayoría de medios reprodujeron su crítica, aunque no nuestra
respuesta, que sentimos que era necesaria, pues era él quien no sabía lo que
estaba haciendo el ICO, ya que este no estaba haciendo lo que nosotros
proponíamos (y que yo había elaborado intensamente en mis escritos). Ni El
País ni ningún otro rotativo que había publicitado la crítica de tal
personaje publicaron nuestra respuesta.
Ahora
bien, lo que representa ya un elevado nivel de osadía (que a nivel popular se
diría caradura) es que en las propuestas que tal señor hizo hace unos días en
la presentación del programa económico del PSOE, hiciera prácticamente la misma
(repito, prácticamente la misma) propuesta que Juan Torres y yo habíamos hecho
en nuestro documento, algo que él entonces había señalado, ERRÓNEAMENTE,
que el ICO ya hacía. Esto es una muestra de la manipulación que tal señor
ejerce.
Las
manipulaciones del gurú económico de la gestora del PSOE
Tal
desfachatez (manipulación incluida) continuó en otra nota de El País,
inspirada por el mismo personaje, donde se me criticó que atribuyera el gran
éxito económico del Estado de North Dakota (EEUU) al hecho de que era de los
pocos Estados que tenían una banca pública (ver “La banca pública es mejor que
la banca privada: el caso de EEUU”, Sistema, 14.10.11). El País
intentó ridiculizarme indicando que el gran éxito se debía a la existencia de
petróleo en tal Estado. El que lea mi artículo puede ver que no atribuyo al
hecho de que tal Estado tuviera una banca pública la única responsabilidad de
haber controlado mejor sus finanzas (pues había otros factores), pero no hay
duda de que la existencia de dicha banca pública, que gestionó los fondos
públicos, tuvo gran influencia en tal éxito. Otros Estados, productores de
petróleo y sin banca pública, no han gestionado tan bien sus deudas públicas.
Los
economistas liberales, desde El País, constantemente manipulan y
tergiversan las propuestas de aquellos a los que quieren destruir. Sin embargo,
espero que, como ocurrió con el tema del ICO, los nuevos equipos económicos del
PSOE (rama Susana Díaz) evolucionen y terminen apoyando la extensión de la
banca pública en España, el país de la UE-15 que tiene uno de los sectores
públicos bancarios más reducidos y uno de los sectores privados más
hipertrofiados y extendidos. Por desgracia, excepto por la proposición de
convertir el ICO en una banca pública, no cuestionan el excesivo
protagonismo que la banca privada tiene en España. Y dudo que lo hagan,
pues todos ellos son muy cercanos a la banca privada.
De
ahí y de otras limitaciones del programa de Díez, concluyo que este programa
continuará el declive del PSOE, pues en líneas generales no significaría el
cambio profundo que el país necesita. Significará que el PSOE continuará siendo
el apoyo del PP (junto con Ciudadanos), intentando ser la hoja de parra
(añadiendo una dimensión social) que cubra el cuerpo desnudo liberal del
gobierno del PP.
¿Puede
cambiar el PSOE? La propuesta de Pedro Sánchez
Hay
una alternativa al programa producido por la gestora del PSOE. Es el documento Somos
socialistas. Por una nueva socialdemocracia del candidato a la secretaría
general del PSOE, Pedro Sánchez, que intenta movilizar a las bases y la
militancia del PSOE. Es un programa distinto y con muchos elementos
progresistas, claramente inspirado por el programa de Podemos, recogiendo
muchas de las propuestas que hizo este partido en las últimas elecciones. La
narrativa utilizada en el programa recupera el discurso de la socialdemocracia
(cuando esta era socialdemócrata), incluyendo, sin embargo, algunos de los
errores de la narrativa de la socialdemocracia, que quedan reflejados en la
nota introductoria del programa cuando hace suyo el eslogan (del congreso del
Partido Socialdemócrata alemán en 1959, en Bad Godesberg) que proclama que “la socialdemocracia
aspira a tanto mercado como es posible, y a tanto Estado como sea necesario”. Esta
dicotomía mercado versus Estado, sin embargo (aunque suene muy bien), es
errónea, pues mucho de lo que se conoce como mercado no es mercado (como
ocurre en el mal llamado mercado energético en España, cuyas limitaciones son
resultado de la complicidad del Estado con las empresas energéticas). Y, por
otro lado, se pueden tener mercados dentro del sector público de una economía.
Lo que ha caracterizado a la socialdemocracia en Europa ha sido la aplicación
de políticas que empoderaron a la clase trabajadora, permitiéndole que
aumentara sus niveles de exigencia, una clase trabajadora que, en aquellos
países en los que había conseguido mayores derechos laborales, sociales y
políticos, llegó a cuestionar el enorme poder del capital, poder que limita el
poder político. Las reformas Meidner en Suecia fueron un claro ejemplo de
ello. Y la crisis de la socialdemocracia se debió precisamente a haber
contribuido al maridaje del poder económico con el poder político y mediático,
bien definido por Pablo Iglesias recientemente como trama o, como he indicado
antes, entramado.
Es
la imperativa necesidad de romper con este maridaje a lo que un programa
económico de una opción socialista (en realidad, de cualquier opción
auténticamente democrática) debería dar prioridad. Y ello incluye no solo el
fin de las puertas giratorias entre el mundo financiero y empresarial y el
mundo político, sino unas políticas más atrevidas en su enfrentamiento con el
poder financiero y económico del país para anular su excesivo poder
político y mediático.
La
necesidad de romper el entramado
Estas
observaciones no tienen como objetivo desmerecer y minusvalorar el programa del
candidato Sánchez. Todo lo contrario, considero positivas un gran número de
sus propuestas, pero en políticas públicas, cualquier política pública
deber evaluarse en el contexto político en el que se desarrolla. Y el problema
mayor de la economía española es la excesiva concentración del poder económico
y su hipertrofiada influencia sobre el Estado y sobre los medios, tema poco
tratado en el programa. Esta influencia no es solo mala para la salud
democrática del país, sino también para su eficiencia económica, tal como he
señalado en mi artículo “Las consecuencias del poder de clase: el subdesarrollo
social de España (parte 1)”. El silencio ensordecedor del programa en este
punto clave resta credibilidad a sus propuestas.
Otro
problema es que en sus ansias de querer ser políticamente correcto, no toca
algunos temas que son igualmente relevantes y que impactan en la calidad de
vida de las clases populares. Hoy el mayor problema social y económico del
país es el escaso desarrollo de la dimensión social del Estado, viéndose los
servicios y transferencias públicos del Estado del Bienestar más como un gasto
que no como una inversión. Invertir en escuelas de infancia es mucho más importante
no solo para la calidad de vida de las familias, sino para la eficiencia
económica del país, que continuar expandiendo el AVE en España. La primera
inversión ayuda, además de a crear empleo, a facilitar a la mujer su
integración en el mundo del trabajo. Y así miles de ejemplos.
Otro
problema es que se le ve el plumero, pues en su intento de ir más allá que
Podemos hace una serie de propuestas, como reducir la semana laboral a 30
horas o instaurar una Renta Universal sin establecer un calendario, sin el cual
tales proposiciones quedan como “buenas intenciones” sin más.
La
necesidad de ser creíble en la alternativa Sánchez
Ahora
bien, es un buen paso, y es mucho mejor que el del Sr. Díez. Por cierto,
también hace suya la propuesta sobre el ICO que Juan Torres y yo realizamos.
Pero las reservas que me genera su plan parten de su credibilidad. No es la
primera vez que el PSOE promete mucho y se queda muy corto. En realidad, la
lectura de sus propuestas y la no realización de ellas llevan a una
frustración, origen del escepticismo sobre tales propuestas. Y no es que
dude de la intención sincera de sus autores. Pero hay que ser consciente de
que el PSOE siempre ha tenido una izquierda que, por muchas propuestas
progresistas que haga, permanece callada cuando sus propuestas no solo no se
incluyen en las políticas públicas del partido, sino que se aplican incluso
otras contrarias de sentido liberal. ¿Dónde estaban los izquierdistas cuando
Zapatero aprobó la reforma laboral, o cuando hizo la reforma del artículo 135
de la Constitución? Solo Josep Borrell protestó; nadie más.
Y
me alegra ver que hay una alternativa a la de la gestora del PSOE. Pero el
mayor indicador de su credibilidad es definir su relación con Unidos Podemos.
Las elecciones en 2015 y 2016 mostraron claramente que el aparato del PSOE vetó
que este gobernara en colaboración con Podemos. Esto fue lo que
imposibilitó que hubiera un gobierno con mayoría de izquierdas en 2016. El veto
que el aparato del PSOE hizo a un gobierno del PSOE con Unidos Podemos es lo
que hizo posible que Rajoy gobernara. Tal como detalla Rubén Juste, tanto en
las elecciones de diciembre de 2015 como más tarde en las de junio de 2016, los
miembros del banco “CaixaBank” fueron los que se movilizaron más para promover
la Gran Coalición PP-PSOE-Ciudadanos, a fin de parar a Podemos. Juan Rosell,
consejero de La Caixa y presidente de la gran patronal CEOE, tuvo una activa
agenda de reuniones con el PSOE y Ciudadanos para presionarlos en esta dirección.
Juan Luis Cebrián (presidente del consejo de administración de PRISA,
participada por La Caixa, en cuyo consejo está, desde 2007, Alain Minc) y
Villar Mir, consejero de Abertis, donde coincidió con Isidre Fainé y Salvador
Alemany, estaban también en el entramado presionando para que se estableciera
la Gran Coalición. Tampoco se puede olvidar al mismísimo Felipe González, que
estaba en Gas Natural, donde coincidió con Fainé de nuevo. Tales presiones,
aunque discretas, fueron conocidas por las autoridades del IBEX-35 y,
naturalmente, por los dirigentes de los partidos políticos cuya coalición era
deseada. Y entre ellos estaba el Secretario General del PSOE en aquel
momento, Pedro Sánchez, que sabía de su vulnerabilidad en caso de oponerse a
tal coalición, hecho que constató en su entrevista con Jordi Évole en Salvados,
sin mencionar, sin embargo, ninguno de los nombres de las personas en el
entramado procoalición y que jugaron un papel clave en el golpe dentro del PSOE
que lo destituyó. Y ganó así la opción (como Rubén Juste señala en su
libro) que había propuesto el IBEX-35, liderado por el presidente de la
Fundació Bancària La Caixa, de establecer la Gran Coalición. Y esto tiene que
ver con el sujeto de este artículo. El equipo económico del candidato
Sánchez de aquel momento se sentía más cómodo con el equipo económico del PP y
de Ciudadanos que no con las propuestas económicas de Unidos Podemos, a las
cuales consideró “extremistas”, excesivamente “utópicas” o cualquier adjetivo
peyorativo que se les ocurriera.
Es un paso adelante que varias de estas propuestas
estén ahora apareciendo en el programa de Sánchez. Pero la credibilidad de
este quedará reflejada si el candidato Sánchez aclara si estará dispuesto o no
a gobernar a nivel del Estado con Unidos Podemos y sus confluencias. Si no
se aclara este punto clave se señalará que acepta el veto de los de siempre y
todo quedará en una nueva tarea de marketing político. Hoy no puede haber un
gobierno progresista en España sin una alianza de gobierno entre el PSOE y
Podemos. Y el aparato del PSOE, bien reflejado en la gestora y en la
candidatura de Susana Díaz, no lo permitirá. De ahí que para el bien del país
se exige que el nuevo Sánchez no solo haga suyos muchos de los elementos que
aparecen en el programa de Unidos Podemos, sino que también esté dispuesto a
gobernar con Unidos Podemos bajo un programa común. De no aclararlo ahora, no
recuperará su credibilidad. Así de claro.
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