Las Drag Queens de Canarias hacen
la competencia desleal a los obispos. (¡Y van y se cabrean!)
Y los obispos, reminiscencias de drag queens
Público
marzo 1, 2017febrero 28, 2017
El arzobispo Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal
Española, ha pedido respeto a sus creencias después de que en el carnaval Drag
Queen de Gran Canaria uno de los participantes montara, con semanas de
anticipación, un paso de Semana Santa. Previamente, la Conferencia Episcopal ha
demostrado un amplio y duradero respeto por la comunidad homosexual, en
especial en lo que concierne al colectivo de transexuales. Vamos a verlo.
El año pasado, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, escribió
un libro, Sexo con alma y cuerpo, donde afirma que las prácticas
homosexuales no pueden aprobarse de ningún modo y donde compara el sexo
heterosexual y el homosexual con el jamón de jabugo y el jamón de paleta cocida
respectivamente. Suponemos que, para hacer públicos estos resultados, Munilla
realizó un exhaustivo estudio empírico catando diversas posturas y prácticas
homo y heterosexuales: la felación, el cunnilingus, el griego, el francés, el
segoviano, el sado maso y, muy especialmente, el misionero. Hay que elogiar el
esfuerzo del obispo, a quien no le importó lo más mínimo romper el voto de
castidad para comunicarnos sus impresiones. También le felicito por su paladar,
porque a mí un coño suele darme un leve toque a marisco, no a jamón de jabugo.
“Y los moluscos, reminiscencias de mujeres”, decía el cursi de Rubén Darío.
Munilla es más de jamonas.
En una Hoja Parroquial de 2013, el obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro
López, aseguraba que los hijos que crecían en el entorno de parejas del mismo
sexo solían padecer “graves perturbaciones de la personalidad” y advertía que
ese ambiente los llevaba frecuentemente a la violencia. El matrimonio
homosexual -proseguía el obispo- fomenta la destrucción de la célula familiar y
gangrena”el desarrollo de la persona humana”. De las personas no humanas,
Casimiro López no decía nada, aunque bien podía haber encabezado su estudio con
este epígrafe de Chiquito de la Calzada: “¿Pero qué estás haciendo con el
cuerpo humano?"
En enero de 2014, el cardenal Fernando Sebastián, define la homosexualidad
como una “deficiente sexualidad” y recomienda tratamiento médico o psicológico
para acabar con el problema. En un hombre cuya ración diario de sexo ronda
entre cero y menos que cero, no caben dudas de que el adjetivo “deficiente” no
se refiere en ningún caso a que maricones y lesbianas deberían follar más o
masturbarse a dos manos. Se refiere a que no deberían masturbarse nunca y no
follar en absoluto, hacer voto de castidad y así estar preparados para ingresar
en el convento y empezar a escribir manuales sobre sexualidad.
Lo cual nos lleva directos al punto G de la polémica. No creo que a los
obispos les beneficie seguir insistiendo en que los homosexuales y transexuales
deben abstenerse de practicar sexo. Podrían hacerles caso, convertirse en
obispos y ya no habría manera de distinguir a una drag queen de un
arzobispo. Es lo que ha pasado con el carnaval de Gran Canaria, que los obispos
se han enfadado porque las drag queens les están haciendo la
competencia.
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