Verdad Justicia
Reparación
Desde este blog
vamos a dar caña contra la impunidad del franquismo que increíblemente sigue
perpetuándose 40 años después de la muerte en la cama (y en el poder)
del dictador genocida. La misma motivación por la que un grupo
de represaliadas y represaliados supervivientes de aquellos
años creamos en su día La Comuna, asociación desde la que ofrecemos
el testimonio directo de las luchas y la represión que caracterizaron el tardofranquismo,
y que está abierta a cualquiera que se identifique con los
principios de verdad, justicia y reparación. Porque una democracia plena
es incompatible con esta herencia de impunidad e injusticia.
Web: La Comuna
Web: La Comuna
19-3-17
Público
¡Al paredón! Los niños primero.
“Herodes se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en
Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo” (Mateo,
2:16) La vesania de los ultra-católicos españoles en guerra superó con creces
la del malvado rey bíblico por la simple razón de que los franquistas
asesinaron a niños y niñas menores y mayores de dos años. Fue tanta su crueldad
así como su adicción a la pena de muerte, que las transmitieron a sus epígonos,
esos que hoy fusilarían si pudieran “sólo a algunos” niños mientras rezan por
“el derecho a la vida”.
.
Hoy no vamos a
hablar de los cientos o decenas de miles de Niños Robados por la simple razón
de que, por fortuna, es un tema conocido –aunque apenas judicialmente. Vamos a
hablar de algo mucho peor que, además, es menos conocido: el fusilamiento de
niños y de nonatos durante la Guerra y la inmediata Posguerra.
Algunos de los
nombres de aquellos infantes fusilados deben ser citados con nombre y
apellidos, en parte porque, si alguien duda de que la barbarie llegara a esos
extremos, fácilmente los pueden revisar en internet. Por citar sólo un puñado
de ejemplos: Francisco Castillo Sánchez (asesinado a los 12 años), Félix Gálvez
(13), Juan Gómez Sánchez (16), Juan González Espinosa (12), Celedonio Maroto
(16), Dionisio Martínez (13) Y también Antonia Molina Pérez (13), cuya
ejecución prueba que los ‘nacionales’ también fusilaron a niñas.
Dadas las
condiciones en las que se desarrollan –quema de archivos, saboteo sistemático
de los gobiernos, etc.-, las investigaciones del movimiento memorialista son
inevitablemente incompletas. Aun así, gracias a ellas se puede demostrar que,
por ejemplo, durante las exhumaciones en el cementerio de San Rafael (Málaga),
sólo en 2009 ya se habían encontrado los restos de 349 menores de 10 años,
quizá no todos fusilados sino -otra vez quizá-, algunos víctimas por otras
causas. Por otra parte, en las dos Castillas, se sabe que fueron fusilados no
menos de 40 menores. ¿Huelga añadir que todas estas cifras son extremadamente
parciales y provisionales?
Dos infamias
poco excepcionales
Grazalema. En el verano
de 1936, la columna falangista de Fernando Zamacola Abrisqueta entró
literalmente a sangre y fuego en este pueblo gaditano. Asesinaron a 250
personas (un 15% de la población) y arrojaron los cuerpos, algunos vivos
todavía, a varias fosas comunes.
En 2008, en una
de las ocho fosas que, ¡finalmente!, consiguieron abrir, los forenses
memorialistas encontraron los restos de quince vecinas -embarazadas cuatro de
ellas- de edades entre 15 y 61 años… y también los de un niño de 13 años al que
sus paisanos llamaban el Bizarrito porque era hijo de María la
Bizarra y de Pepe el tío Fraile. El Bizarrito no cometió otro delito
que estar en la hora y lugar equivocados, precisamente en la curva de la
carretera donde estaban siendo torturadas aquellas señoras. El niño fue
obligado a cavar su propia tumba. Fue el último ejecutado. Sus padres,
obreros del carbón “desaparecieron sin dejar rastro”.
Ponferrada. También en
2008, en esta localidad leonesa se exhumaron los esqueletos de una mujer de 22
años y de su hijo, de tres años. Han leído bien, los franquistas asesinaron
incluso a un casi bebé del cual sólo se conserva su única foto en vida
–fácilmente obtenible en internet. En ella, se observa que Fernandito Cabo
Blanco, hijo de Jerónima Blanco, es tan diminuto que ni siquiera subido en
una silla llega a la cabeza de su mamá, fusilada pese a estar notoriamente
embarazada de seis meses. Pero el sadismo no se limitó a este doble asesinato
sino que, además, los sayones se divirtieron jugando al tiro al plato con
Fernandito. Según la Historia Oral, le lanzaban por los aires y es fama popular
que, según caía, le ensartaban en las bayonetas.
Nonatos y otros
daños colaterales
Los fanáticos
opositores al aborto, históricamente hablando lo son ‘según y cómo’. Con ello
no me refiero a las señoritas de postín viajando a Suiza sino a los franquistas
vulgares. Un caso habla por sí solo. El aragonés Jesús Pueyo Maisterra, se
estremece recordando un episodio de la participación en la Guerra de un cura
feroz, concretamente en “el fusilamiento de Basilia Casaus, que tenía 19
años y estaba embarazada de gemelos. Según el médico le faltaban entre una o
dos semanas para dar a luz. La Guardia Civil y la Falange aceptaron esperar
para fusilarla. Pero su primo, que era sacerdote, se negó a prorrogar la
sentencia y dijo: ‘Hay que fusilarla, muerto el animal, muerta la rabia’,
y fue fusilada frente al castillo de Sádaba“.
Además de
nonatos, la infame estadística se nutre de otros casos en los que todavía no
podemos saber si los niños fueron fusilados o simplemente torturados
hasta la muerte. Por ejemplo: dentro de la prisión de Saturrarán (Bizkaia,
1938-1944; dirigida por monjas mercedarias) se han encontrado evidencias sobre
los restos de 56 niños. Y la monstruosidad no terminó en esos asesinatos sino
que continuó en la modalidad de niños robados puesto que luego se decretó que
los niños menores de tres años no podían permanecer en ese penal por lo que
fueron separados de sus madres desapareciendo automáticamente de las listas de
ingreso de la enfermería de la prisión.
Un último dato
que revela la duración de lo que los franceses llaman la “guillotina seca”: en
el Jaén de 1942, la mortalidad infantil entre los vencidos llegó al 35%, un
récord que hoy creemos exclusivo de los países pobres pero impropio de un país
europeo tan amante de los bebés que llegó a calificar como delito el control de
natalidad –evidentemente, no así el control de la mortalidad.
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