Las atrocidades de Pablo Casado
En su carrera desbocada se quiere
situar más a la derecha que Abascal y Rivera
Enric Sopena Jueves, 11 de abril de 2019
El próximo 28 de
abril España se juega mucho más que una nueva legislatura, se juega la vuelta
al pasado o seguir viviendo en el siglo XXI. El más que previsible triunfo del PSOE en
las elecciones no garantiza que Pedro Sánchez se mantenga en la Moncloa.
Y a eso se agarran, como a un clavo ardiendo, los conservadores. El escenario
elegido es la ultraderecha y la fórmula, la desesperación. Esa desesperación
lleva a proponer barbaridades, a mentir, a caer en deslices freudianos o, directamente, al insulto. Una muestra de lo que
nos espera si, finalmente, es la derecha la que suma.
La sobreexposición,
la falta de escrúpulos y la verborragia de Pablo
Casado generan un cóctel explosivo ante el que no se puede mirar hacia
otro lado. Avisados estamos. No
habrá excusas.
El último charco que ha pisado el candidato del Partido
Popular es el del salario mínimo, anunciando que lo bajaría hasta los 850 euros en el año 2020. Después, lo
sabido, culpar a los periodistas por reproducir lo que él había dicho y
calificándolo de fake news. Pero este
ha sido solamente un eslabón más en la larga cadena de despropósitos de los genoveses durante la precampaña. Ya resulta
lejana aquella propuesta rocambolesca
a cuenta de las mujeres inmigrantes embarazadas, pero mal haría el votante en
olvidarla. Las explicaciones posteriores no alcanzaron para negar lo que se
había dicho: poco menos que blindar a las mujeres en situación irregular a cambio
de que entregaran sus hijos en adopción.
Para Pablo Casado
todo es poco, así que, después de dedicarle hace unas semanas 19 insultos al
presidente del Gobierno, en una desafortunada intervención (una más), le acusó
de preferir “las manos manchadas de sangre
que las manos pintadas de blanco”. Sí, aunque parezca increíble, el Partido Popular trae otra vez a una ETA ya desmantelada al centro del
debate político. Como estrategia, no parece la mejor. Y si hablamos de
humanidad, es deleznable.
La sobreexposición, la falta de escrúpulos y la
verborragia de Pablo Casado generan un cóctel explosivo ante el que
no se puede mirar hacia otro lado
Las mentiras
flagrantes también cuentan. Y si el gobierno de Sánchez ha caído por la falta
de apoyo a los Presupuestos por parte de los partidos independentistas
catalanes, al no ser aceptados los 21 puntos propuestos por Torra,
pues se dice que el Gobierno se entregó a los independentistas y que Sánchez
aceptó los 21 puntos. Qué más da.
En esta vuelta al pasado no
podía faltar el aborto. Y en este caso, la medalla es para Adolfo
Suárez Illana, el número dos en las listas de Madrid.
Lo único que se ha entendido de su explicación es que quiere derogar la ley de
interrupción voluntaria del embarazo, porque se ha liado con los neandertales,
los abortos en Nueva York y los
cortes de cabezas. Afortunadamente, ha hablado con abogados de la ciudad
norteamericana y le han aclarado que su afirmación no era correcta.
Hablando de nonatos, la perla ha sido de Isabel Díaz Ayuso, candidata de los
populares a la Comunidad de Madrid,
que anunció que los concebidos no nacidos contarán para las ayudas a familias
numerosas. Si, por lo que fuera, el niño no naciera, ¿qué pasaría con esas
ayudas? Díaz Ayuso tiene la respuesta: “no
lo he pensado”.
Presas de su angustia se han echado al monte.
Tanto, que hasta ruegan a sus compañeros de viaje de Vox
que no se presenten en determinadas circunscripciones. Ya puestos, que pidan
que no se presenten otros partidos a las elecciones, para así lograr una victoria
segura.
No hay mejor metáfora del presente del PP que lo
que ocurrió ayer en su sede de la calle Génova,
en Madrid. Al intentar colgar el cartel con la cara de Casado y el lema “valor seguro”, se desprendió la
fachada. Parece una advertencia de la providencia: España no merece un
presidente como usted.
Enric Sopena es
Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com
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