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Feminista,
socialista y republicana
Memoria republicana por un futuro justo
20/04/2019
ElHuffPost
Se cumplen 89 años de
la proclamación democrática y pacífica de la II República. En tres meses, se
cumplirán 83 años del golpe de Estado franquista, y ya hace 80 años del fin de
la Guerra Civil. Con motivo de este 80 aniversario, se impone reflexionar al respecto.
Algo siempre desincentivado y nunca respetado desde la Transición.
Las
actuales generaciones hemos recibido muy poca información sobre la II
República, menos sobre la guerra, y poca y dulcificada sobre la dictadura
franquista. Todo porque en la Transición algunos decidieron establecer un
vergonzoso pacto de silencio. Quien tenga demasiada buena fe podrá creerse que
ese pacto se estableció con intenciones más o menos puras, con el fin de
comenzar una etapa mejor, sin barbarie. Pero difícilmente se cura una herida, y
menos aún una infección extendida, si no se desinfecta, se examina y se elimina
lo putrefacto antes de taparla. De lo contrario, se gangrena.
España sufrió el fascismo con mayor
rigor que ningún otro país. Y, sin embargo, ha sido en el único donde las
víctimas, más de cuarenta años después, siguen sin recibir ningún
reconocimiento. Una Ley de Memoria Histórica pretendió poner remedio pero deja
de tener efecto cada vez que cae en gobiernos conservadores. A eso se suma la
injusta Ley de Amnistía que igualó a víctimas y verdugos impide la verdadera
reparación.
Ha sido sólo parte de la ciudadanía
la que ha intentado frenar la ignominia y honrar a los demócratas con no pocos
trabajos de recuperación de lo que supuso la II República y de reparación
buscando los restos de las personas asesinadas y las historias de las
torturadas por defender un régimen igualitario y progresista. A menudo
sufragados con donaciones individuales y sin recursos públicos.
Los republicanos/as asesinados y
torturados por el fascismo, especialmente duro con las mujeres, sólo han
encontrado reconocimiento en un puñado de activistas e investigadores de la
memoria histórica y en buena parte de los amantes y profesionales de la cultura
de este país que se saben herederos directos de la República como espacio de
especial sensibilidad y ebullición intelectual. Estos pocos miles de gentes
buenas ni siquiera se libran hoy, bien entrado el siglo XXI, de la censura y la
represión. Tanto unos (activistas e investigadores) como otros (escritores,
periodistas, artistas) sufren hoy la censura y la ausencia de recursos para la
tarea de verdad, justicia y reparación.
Con '14 de abril. La
República' millones de españoles hemos podido poner voz e imágenes a un
tiempo digno de nuestra historia, probablemente uno de los pocos que merecen
ese calificativo.
Un ejemplo
claro ha sido la censura sistemática de películas, series y documentales que
han sido realizados con absoluto rigor histórico y que los gobiernos del
Partido Popular ha impedido que se emitan en la televisión pública. Una
reciente prueba de ello es que no ha sido hasta estos últimos meses cuando
trabajos excepcionales como Volveremos, Tres días de abril o La
Conspiración están viendo la luz. Parece que con el actual Gobierno,
TVE ha podido escapar de la denigrante censura a la que ha estado sometida por
los conservadores y ha emitido o va a emitir esas series, películas y
documentales junto a otros como El silencio de otros, La maleta
mexicana o Cautivos en la arena.
Pero si hay
un caso de censura especialmente indignante es el sufrido por la serie 14
de abril. La República. Esta serie consta de 30 capítulos divididos en dos
temporadas. La primera fue emitida entre enero y abril de 2011. La segunda
estaba preparada para ser emitida en meses similares en el 2012. Una mayoría
absoluta del Partido Popular lo impidió. No ha sido hasta noviembre de 2018
cuando se ha podido emitir. Pero aunque se ha emitido completa, el maltrato no
cesó. Relegados algunos de sus capítulos al late night de los sábados
y con continuos cambios de horario, le fue imposible fijar los excelentes datos
de audiencia conseguidos en su primera temporada. Pese a ser un retrato
excepcional de la etapa republicana.
La derecha sabe bien qué maltratar.
Reconoce lo digno. Y sabe hundirlo... Todos los trabajos mencionados y cientos
más han sido el mejor ejemplo de verdad, justicia y reparación. Buena parte de
la cultura de nuestro país ha sido la más comprometida en esta tarea,
indignamente abandonada por las instituciones. Los restos maltrechos de la
República han seguido vivos fundamentalmente en escritores/as, actores,
actrices, pintores, historiadores/as que no han sabido ejercer su trabajo sin
ligarlo de forma férrea a un dignísimo compromiso con la libertad y la
igualdad.
Con 14
de abril. La República millones de españoles hemos podido poner voz e
imágenes a un tiempo digno de nuestra historia, probablemente uno de los pocos
que merecen ese calificativo. Sus actores y actrices se convirtieron en
arquetipos construidos a partir de la conjunción de historias de cientos de
miles de hombres y mujeres buenas que durante las primeras cuatro décadas del
siglo XX aunaron sus esfuerzos para sacar a España del Antiguo Régimen y hacer
de ella una sociedad habitable. Tales esfuerzos cristalizaron de forma
significativa durante la II República (1931-1936). La serie tiene el inmenso
mérito de conseguir que todo ello no caiga en el olvido. Nos recuerda que nadie
nos regaló el derecho al voto, ni el divorcio, ni la educación pública, ni los
derechos laborales ni la libertad religiosa; la importancia del sindicalismo y
la unión en el movimiento obrero. La importancia de dignificar las
instituciones para ponerlas al servicio de los grupos oprimidos.
Hay quien no quiere oír hablar de
verdad, justicia y reparación ni en pintura: ni en ficción. Pero la historia no
es tan sencilla de borrar.
Estas pocas decenas de horas de
serie resumen lo mejor de la República, injustamente olvidado (porque nos han
obligado a ello), con personajes de profundidad y sensibilidad excepcional. Con
una Alejandra (Verónica Sánchez) determinada para lograr la reforma agraria, un
Roberto (Javier Pereira) empeñado en que la cultura llegue a los lugares donde
aún no es posible espantar el analfabetismo con las Misiones Pedagógicas; un
Coronel Alcázar (Víctor Clavijo) capaz de arriesgarlo todo para democratizar el
ejército (tarea utópica esa y no la del comunismo). Una Encarna (Lucía Jiménez)
culta y feminista que refleja a la perfección los avances en la igualdad entre
los sexos en el periodo republicano, especialmente respecto al sufragismo. Un
Jesús (Alejo Sauras) que nos muestra cómo la lucha campesina es parte esencial
del movimiento obrero. Una Amparo (Marta Belaustegui) cuyo papel impacta de
forma extrema, pues con ella vivimos los dilemas éticos y políticos del más
alto nivel. Con sus complicadas circunstancias nos ofrece una particular forma
de plantar cara a la injusticia que atrapa a cualquier espectador
que sepa apreciar que tras su apariencia oscura encontramos un personaje capaz
de total entrega a cualquier causa justa y con una forma particular de entender
la lealtad en las relaciones humanas. Las dos últimas nos ofrecen además el
ejemplo que allí donde el caldo de cultivo favorece la libertad, relaciones
humanas mucho más justas y profundas son posibles.
Hay quien no quiere oír hablar de
verdad, justicia y reparación ni en pintura: ni en ficción. Pero la historia no
es tan sencilla de borrar. Por mucha cal que se le eche encima, el germen de un
mundo más igualitario está sembrado. Podrán callar los herederos de la
ignominia a la cultura, podrán censurarla, podrán tumbar proyectos, podrán
suprimir su financiación, podrán impedir que sus frutos sean conocidos por el
gran público. Podrán hacerlo, lo hacen de hecho; amenazan con volverlo hacer.
Pero nos mantendremos en pie 80 años después. Quizá desarmados, pero no
cautivos. La cultura nos hace libres, y la determinación en la lucha por un
mundo más justo no se extinguirá jamás. El Estado debe cumplir ya con la tarea de
verdad, justicia y reparación. Y tanto él como toda la ciudadanía debemos
comprometernos a que ningún nombre de ninguna persona que luche por la libertad
y por ello haya sido humillada se borre de la historia. Nos lo aseguraremos
recuperando la memoria de la II República para construir la tercera.
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