07/04/2019
"Las religiosas siguen sufriendo abusos en continentes como
Europa"
El suplemento
feminista de El Vaticano echa el cierre tras denunciar abusos sexuales de
sacerdotes y obispos.
ElHuffPost
Eran la resistencia feminista de El Vaticano y han bajado las “armas”. De tinta, pero armas. Lucetta
Scaraffia y las 11 periodistas que formaban parte de la redacción de Mujer,
Iglesia, Mundo, el
suplemento femenino de L’Osservatore
Romano, han echado el cierre al sentirse “rodeadas por un clima
de desconfianza y deslegitimación progresiva” por parte del nuevo equipo de
Comunicación, de quien aseguran haber recibido presiones. Se
trataba, por muy raro que parezca, de una publicación dedicada a temas
sobre mujeres y escritos por mujeres en la Santa Sede.
Fue precisamente este suplemento, que lleva publicándose siete
años, el que sacó a la luz un extenso reportaje denunciando las agresiones sexuales y
los abusos de poder que sufren las religiosas por parte de clérigos y obispos.
Algunas de ellas, incluso, fueron obligadas a abortar después de
ser violadas por sacerdotes que jamás habrían reconocido a sus hijos. ”Algunos
sacerdotes usan su poder, tanto social como espiritual, para abusar de las
monjas”, denuncia Scaraffia a El
HuffPost, al tiempo que asegura que hechos similares siguen ocurriendo
hoy.
El movimiento #Metoo llega a la Iglesia
Gracias a ella y a otras mujeres, el movimiento #Metoo ha llegado a la Iglesia. Tras la
publicación del reportaje, diferentes religiosas se atrevieron a alzar la voz y
contaron sus experiencias de abuso de poder y sexual. En España, la hermana
reparadora de la Virgen de los Dolores María D. Martínez, rompía un tabú al
señalar en una entrevista de RTVE que “tres de cada diez
religiosas” con las que ha tenido contacto han sufrido abusos.
Unos abusos que el papa reconoció cinco días después de publicarse el
reportaje con unas declaraciones sin precedentes: “No es algo que
todos hagan, pero hay sacerdotes y obispos que lo hicieron, y aún lo hacen”. A
pesar de ser el máximo responsable de una institución que lleva décadas
relegando a las mujeres a un segundo plano, admitió que “el maltrato a las
mujeres es un problema” y que “se las ve como de segunda clase”.
Dos meses después de dar a conocer estas “terribles historias”,
Scaraffia y sus compañeras han tenido que tirar la toalla, a pesar de haberse
dejado el lomo y la tinta en dar voz a las víctimas de abusos. “No sólo están
en países donde las mujeres están más oprimidas, sino también en continentes
como Europa”, denuncia la periodista, una “feminista” y “católica militante”.
No ha sido fácil para ella y sus
compañeras abrirse paso en una institución tan masculinizada, donde “las
mujeres son consideradas invisibles”. Un ejemplo de ello es que, en la última
asamblea sobre la familia en la que participó Scaraffia, “la palabra ‘mujer’
fue pronunciada en contadas ocasiones y siempre dentro de la locución ‘hombres
y mujeres’”. Eso sí, presume del apoyo de Benedicto XVI y el papa Francisco, con quien ha
trabajado en “plena libertad y autonomía” hasta que se han producido los
cambios en el equipo de dirección de L’Obsservatore Romano, de donde, sostiene, han llegado las presiones
Un momento complicado para la Iglesia
El cierre de Mujer, Iglesia, Mundo
echa más leña al fuego: se produce en un momento especialmente complicado para
la Iglesia, cuestionada y acorralada por los casos de abusos que se han convertido en
habituales. Este año, además, las monjas se han sumado al movimiento
de denuncia de esos casos y el papa ha tenido que pedir perdón por las
informaciones sobre abuso infantil y encubrimiento del mismo. Unos hechos por los que otros muchos cardenales y
clérigos han presentado su renuncia al ser señalados por los
informes que se han hecho públicos en múltiples países como Australia o
Alemania y que evidencian un problema de pederastia de dimensiones aún
desconocidas.
Aunque las sociedades en mayor o menor medida estén avanzando en
igualdad, en la Iglesia ese avance es ínfimo: “Se ha hecho algo pero sólo a
nivel simbólico”, asegura Scaraffia. Dentro de esos cambios se puede destacar
el nombramiento de algunas ‘Doctoras de la Iglesia’ o de Magdalena como apóstol. “Son signos de
igualdad, pero en la vida real ni siquiera son consultadas al elegir un
obispo”, sostiene la periodista. Y esto no ocurre porque sean pocas: en España
hay 40.096 religiosos, de los que 30.252 son mujeres.
Esta invisibilización y desigualdad de las mujeres, junto con el
rechazo a la homosexualidad, los abusos infantiles y a las religiosas son temas
polémicos que no se han denunciado públicamente hasta las últimas décadas: “Las
víctimas no tuvieron el coraje de hablar, porque significaba hacer pública su
vergüenza y ser juzgadas”. Hoy en día, dice Scaraffia, “hay más libertad para
hablar de sexo y las leyes y la atención a las víctimas han cambiado”.
Un problema que tiene décadas
La primera en denunciarlo fue la monja Maura
O’Donohue, una misionera en África que luchaba contra el VIH y en
1994 reportó al Vaticano casos de abusos sexuales y violaciones a religiosas
por parte de obispos y sacerdotes que las elegían para tener relaciones por la
poca probabilidad que había de contraer VIH. Denunció abortos clandestinos en
los que algunas religiosas perdieron incluso la vida. El informe salió a la luz
en 2001, hace 18 años.
Pero no son los únicos datos que se tienen: en 1998 se
publicó otro estudio que ha medido la magnitud del problema,
elaborado por los psicólogos de la Universidad de Sant Louis (EEUU), en el que
se concluía que cerca del 30% de las religiosas del país habían sufrido traumas
sexuales.
Estos datos y los de abusos de menores han sido la base de la
crisis institucional que sufre la Iglesia desde hace décadas y, en especial,
durante los últimos dos años. Evidencian el principio del fin de la llamada
“cultura del silencio”, que se basa en el encubrimiento y la no denuncia para
conservar la buena imagen.
Scaraffia y sus compañeras han roto ese silencio y, aunque ahora
echen el cierre, la periodista se va dejando un rotundo mensaje: “Si hubiese
más mujeres en los altos puestos de la Iglesia se habría defendido a los niños
y se habrían denunciado los casos de abuso”
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