KRZYSTOF CHARAMSA / CLÉRIGO
“El Papa está rodeado por un sistema homófobo y machista”
Carlos H. Vázquez
Público
Barcelona | 7
de Diciembre de 2016
El 14 de octubre de
2015, el sacerdote polaco Krzysztof Charamsa (Gdynia, Polonia, 1972) declaraba
de manera pública su homosexualidad, acompañado de Eduard, su pareja. Charamsa
no sería el primer religioso en declararse abiertamente homosexual pero tampoco
será el último (sirva como ejemplo el documental Amores santos, de Dener
Giovanini). “Quiero que la iglesia y mi comunidad sepan quién soy: un sacerdote
homosexual, feliz y orgulloso de su identidad. Estoy dispuesto a pagar las
consecuencias, pero es hora de que la Iglesia abra sus ojos a los creyentes
homosexuales y entienda que la solución que les ofrece la abstinencia total de
la vida del amor es inhumana”, declaraba ante la prensa.
La Iglesia no tardó en
responder. Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, comunicaba así la
resolución de la Santa Sede: “A pesar del respeto que merecen los hechos y
circunstancias personales y las reflexiones sobre ellos, la elección de
declarar algo tan clamoroso en la víspera de la apertura de Sínodo [un gran
cónclave anual de obispos de todo el mundo] resulta muy grave e irresponsable”.
De manera inmediata, Krzysztof Charamsa, quien desde 2003 era oficial de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, fue expulsado del Vaticano.
Se sabe que está
lloviendo cuando en las aceras se refleja el cielo. A principios de octubre, ya
escasea la lotería de Navidad. “A ver si puede darme uno que acabe en cinco”,
preguntan en una administración. “Gracias a Dios, quedan”, responden al otro
lado del cristal, desde donde también se refleja el cielo. Es la hora del café
en Barcelona, donde Charamsa vive con su pareja, Eduard, desde que fue
expulsado del Vaticano. A pesar del agua que cae (del cielo), hay que abrir las
ventanas para que entre el aire. Pasean los coches por el Eixample y cuelgan
algunas esteladas en los balcones; ondean atadas a la barandilla.
Charamsa baja de un taxi
y se cubre la cabeza con una chaqueta americana. Tiene manos de haber leído
bastante. Parece que sus huellas dactilares estuvieran desgastadas por el
papel. “¿Qué tal, padre?”. Ha escrito La prima pietra (Rizzoli, 2016),
que pronto será traducido al castellano por Ediciones B, y espera la respuesta
del Papa Francisco, a quien escribió una carta pidiéndole que reconociera a las
familias y parejas LGTB. Ya lo decía José Luis Borges: “La idea de Dios de un
ser sabio, todopoderoso y que además nos ama, es una de las creaciones más
audaces de la literatura fantástica. A pesar de todo, prefería que la idea de
Dios perteneciese a la literatura realista”.
En 1974, la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría retiró la homosexualidad de la lista de las
enfermedades. ¿Desde cuándo la ciencia, como la Iglesia, se ha puesto en contra
de la homosexualidad?
Es un ejemplo que cito,
de entre otros muchos, para preguntar qué pasa con una institución importante,
a nivel mundial, que tiene voz sobre muchas sociedades y muchos Estados. La
Iglesia rechaza el desarrollo de la ciencia de una manera que yo llamo
“paranoica”. Y lo rechaza no como debería ser, como una institución que usa la
razón, sino como una secta irracional. Cada día, la Iglesia anuncia que no somos
fideístas o fundamentalistas, porque nosotros somos creyentes pero con la
razón, que es, para nosotros, el marco de nuestro anuncio de la fe en la
Iglesia Católica. Esto está abiertamente en contradicción por los hechos y por
la realidad. La sexualidad humana vive un momento de rechazo y no queremos
tratar seriamente, de manera intelectual y racional, una parte del saber
humano, de la experiencia y del desarrollo que ha venido en este último siglo.
¿Por qué razón? ¿Miedo?
Por miedo,
efectivamente. Y por la voluntad de la Iglesia de mantener su forma de poder
sobre varias sociedades, sobre todo sociedades católicas. Ésta fue la razón de
mi crisis con la Iglesia. Yo le he dado mi vida a una institución que cree en
Dios pero rechaza cualquier tipo de razón.
Hace poco, el Papa
afirmaba lo siguiente: “Cuando una persona con esta condición llega delante de
Jesús, nunca le dirá vete porque eres homosexual”. Fue durante el vuelo de
regreso de su viaje a Georgia y Azerbaiyán.
Es una parte de una
manipulación que la Iglesia está fomentando en este campo. El problema de la
homosexualidad es que ha encontrado un desarrollo científico que es una
verdadera revolución, como lo fue el de Copérnico, Darwin o, como diríamos hoy
en día, de [Judith] Butler, la filósofa y experta en políticas de género. El
conocimiento que tenemos hoy fue impensable hace cien años, pero la Iglesia no
quiere empezar a dialogar. La Iglesia puede decir que va con retraso, tarde o
que necesita más tiempo. Es una actitud que provoca sufrimiento en las personas
homosexuales, pero también sufrimiento a la Humanidad. Cuando rechazas a una
minoría o la estigmatizas, vas en contra de las personas humanas, y es lo que
está haciendo la Iglesia. Es algo más emocional que racional.
Quieren manejar
al Papa. Ellos han cogido el poder sobre Francisco y él es ahora una parte del
sistema
¿No existe la
autocrítica en la Iglesia?
La confusión que tiene
el papa Francisco en este caso es la mejor imagen de pensamiento de la Iglesia.
La ministra de Educación francesa (Najat Vallaud-Belkacem) dijo que el Papa era
“víctima de una campaña de desinformación masiva conducida por los
integristas”. Y pienso que ella tiene razón. El Papa está circundado por un
sistema homófobo, patriarcal y machista muy fuerte que lucha por mantener el
gobierno sobre la mentalidad para no afrontar temas de modernidad que
provocarían una reforma en la Iglesia. Ninguno de nosotros es Dios. Y dar un
juicio científico sobre la orientación sexual no es competencia de la Iglesia.
¿Hay un poder mayor por
encima de la Iglesia?
Sí, aunque esto vaya en
contra de la doctrina de la Iglesia. Es una realidad que contradice nuestros
convencimientos, con los cuales teorizamos el mundo. Sin olvidar lo importante
que es el Papa para nosotros.
¿De dónde salió su
desencanto?
Sentía que no podía
participar en este engaño en el cual algunos sistemas de poder quieren manejar
al Papa de esta manera. Ellos han cogido el poder sobre Francisco y él es ahora
una parte del sistema.
¿Le escucharon antes de
confesar su homosexualidad de manera pública? ¿No habló con Federico Lombardi
(portavoz del Vaticano)?
Como católico que
secunda valores cristianos, podría decir una cosa de Lombardi: nosotros
esperábamos que me llamaran para hablar con sus superiores lo más pronto
posible y explicar qué pasaba. Ésta es la única cosa que podría comentar. Pero
Lombardi ha juzgado y ha dicho: “No trabajará más aquí”.
Si una dictadura
no respeta los derechos humanos, tenemos la obligación de denunciarlo. Eso he
hecho yo
Según Lombardi y la
Iglesia, su declaración sometió a la asamblea sinodal “a una presión mediática
injustificada”.
Lo que no entienden es
que alguien pueda estar asustado por esa arrogancia e ignorancia, contradicción
de la cual yo fui colaborador e inquisidor. Sale la rabia de una lucha
interior, después exterior, la lucha del coming-out [expresión
anglosajona utilizada para decir “salir del armario”]. Espero que los lectores,
con esto, encuentren la paz de la liberación. Una paz que resulte como un
diálogo con un amigo, al calor de una copa de vino.
¿Que cambiará?
Nosotros no podemos
cambiar nada. Esto son estructuras, sistemas y mentalidades que necesitan
tiempo e Historia. Además, ¿qué importa que salvemos qué? ¿Qué posición actual
es falsa? No podemos cambiar nada, salvo el hecho de vivir nuestra vida. Esto
me lo han dicho muchísimos curas.
Pero de un grano de
arena puede hacerse una montaña.
Eso es lo que dice el
Evangelio.
¿Cuántos escándalos de
pederastia en la Iglesia no han salido a la luz por el secreto de confesión?
Es un círculo vicioso.
Está estudiado a fondo por Michel Foucault. Él habla de la confesión como el
marco de una mentalidad católica que ha rechazado la sana sexualidad y la ha
estigmatizado como algo malo cuando en realidad la confesión ha encubierto
verdaderos crímenes. No es solamente una cuestión práctica de, efectivamente,
ser vinculados al secreto de confesión en casos de pedofilia. No. Nosotros
hablábamos en inglés, fuera del secreto de confesión, y no se hacía nada. Se
encubría. Este secreto que nos paralizaba a nosotros, en un ambiente tan
cerrado como el del clero católico, se sabe. Los obispos lo saben, pero es
importante que no se sepa. Y mientras no se sepa no será delito.
Los obispos lo
saben [los casos de pederastia], pero es importante que no se sepa. Y mientras
no se sepa no será delito
Eso es barrer y esconder
la suciedad debajo de la alfombra.
Nosotros, en la Iglesia
Católica, toda la sexualidad humana la hemos llevado a la confesión. Hace 50
años no podíamos hablar abiertamente de esto. Era un tabú, y este tabú estaba
reservado para la Iglesia Católica. Se podía hablar de ello, pero solo en la
confesión, y nada más. No iba a salir de allí. Y hablo de toda la sexualidad:
desde la masturbación hasta las relaciones de amor. La Iglesia, por los siglos
enteros y por la tradición en países católicos, ejercitaba un control increíble
de la sexualidad humana, porque quien controla la sexualidad está controlando a
toda la persona humana.
¿Se siente decepcionado
con la Iglesia?
Jamás he perdido la fe
en Dios. Mi coming-out fue una expresión de esta fe en Dios. Yo ya
sentía que era gay, pero después del proceso del coming-out interior,
del estudio y de años de conocimiento de mí mismo, empiezo a saber quién soy.
En este sentido, debería decirle a la Iglesia que está en un error, tanto a
nivel doctrinal como a nivel de interpretación. Ese es el drama humano de mi coming-out,
porque yo amo esta Iglesia. Mi vida está toda formada por la Iglesia. Yo me
realizaba en la Iglesia y seguí un orden. Cuando descubro que hay una parte
esencial de mi vida que contradice a la institución en la cual yo identifico mi
vocación, veo que este orden tiene algunos errores que no son secundarios y
tocan fundamentos. Creo que, en conciencia, toda persona tiene el deber moral
de denunciarlo. Si una dictadura no respeta los derechos humanos, tenemos la
obligación de denunciarlo. Eso he hecho yo con mi coming-out.
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